Esperanza Rodríguez y María García-Lliberós, en Benidorm |
Punto final de la novela. Misión cumplida. De
pronto, una quietud. Quizá un sentimiento de nostalgia tras el largo,
concentrado y vívido proceso de creación, de convivencia con los personajes. O
el despabilarse del ensueño acogedor de la crisálida. María García-Lliberós nos
confió, en la presentación de Diario de
una sombra, en la biblioteca municipal de Benidorm, esas emociones tan
diferentes y, a la vez, complementarias que deambulan en torno al libro ya
publicado. Para los escritores la tarea de promocionar su libro resulta, sin
duda, un trabajo extra y muy alejado del silencio de la creación, pero creo que
les permite también encuentros con sus lectores que son diríamos una
ejercitación del tacto: del contacto con quienes ahora van a compartir las
peripecias de sus personajes, su intimidad, deslizándose con placer por las
páginas del libro, por la tersura de la limpia y depurada escritura de María
García-Lliberós.
Reflexiono
así por una razón: la presencia de la escritora hablando de su novela es una fiesta
para los posibles lectores asistentes a estos actos promocionales, es un
hermoso ejercicio de seducción en que se juega a la elipsis y se disfruta con
ello: no desvelar la trama y, sin embargo, acercarla al lector para que se
prende de ella y desee entrar en la atmósfera del relato. Una lección de
elegancia y de placer en esta invitación a la lectura. Un gozo compartido.
Así
que en esta breve noticia tampoco desvelaré el secreto de la novela, pero sí
sus virtudes. Abran Diario de una sombra
y sumérjanse en su memoria a través de los testimonios de los personajes; hagan
balance del devenir de los años 70 al comienzo del siglo XXI; perciban cómo
estamos ligados a las condiciones del tiempo que nos ha tocado en suerte;
exploren con coraje que la responsabilidad de nuestros actos hemos de asumirla,
y que es una de las formas con que se viste la redención y la ética. No nos
encontramos únicamente ante una novela que se lee de un tirón (y se lee así, no
les quepa duda), sino a una intencionalidad más honda que persiste cuando hemos
concluido su lectura. Si pueden –la novela atrapa y fluye de tal modo que se
devora–, léanla sin prisa, y deténganse: posen la mirada y contemplarán en ella
un espejo por el que desfilan momentos, detalles, anécdotas, paisajes del alma que
fueron nuestros, que nos atañen de manera individual y colectiva. Exploren la
verdad tan bella en su dureza del lado de la sombra.
Y
si tienen la oportunidad de asistir a la presentación de Diario de una sombra durante el periodo de promoción de la novela,
les auguro un encuentro gratificante con la autora, profundamente
enriquecedor.
Esperanza Rodríguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario