Una novela diferente por su sentido del humor y protagonismo masculino.
9 noviembre 2017
(Texto de presentación en Ámbito Cultural del Corte Inglés, de la Avenida de Francia en Valencia).
|
Ana Noguera, escritora y miembro del consell Valencià de Cultura. |
Cuando María me entrega sus novelas, lo hace con un brillo
mágico en los ojos, con el orgullo de haber “parido”, deposita en mis manos su
creación. Para mí, el orgullo es la confianza que me demuestra, cómo me entrega
su obra. Me habla del personaje, de la portada, de la foto, de cómo ha
conseguido el título (que de ello saben algunas de sus amistades), de la
editorial y lo bien que trabajan.
Eso se puede entender, no solo porque esté satisfecha de su
trabajo, sino porque vive cada momento de la creación como si fuera único e
irrepetible, como deberíamos de vivir cada uno de los días que tenemos la
suerte de disfrutar. María es apasionada, es comprometida, es creativa, es
perfeccionista. Y también es agradecida. Por eso cuida cada uno de los
detalles, mima sus obras, trabaja con esmero, con minuciosidad, repasando una y
otra vez el estilo y el lenguaje. Tanto el fondo como lo externo.
Así es como quiero que recojáis el libro de María: como un
regalo. Creo que a veces no somos conscientes de la suerte de compartir de
primera mano una obra con su autora.
En definitiva, de eso va la novela. De vivir los días como si
fueran únicos, de sentirse útiles, de encontrar nuevas y vitales funciones, de
abrir etapas de la vida, de realizarse, de encontrarse a uno mismo.
Si hay alguien a quien hemos de preguntarle qué significa la
jubilación es a María. Que ha decidido aprovecharla al máximo. Hace tan solo
dos años, el 3 de diciembre del 2015, estábamos presentando su anterior novela,
Diario de una sombra.
Esa es su octava novela. Y La función perdida relata ese tramo de nuestras vidas, que a todos
nos llega, si somos afortunados, en las que hemos de dejar nuestra “función“
social, por aquello que se nos conoce, por el estatus social que representamos según
el rol de nuestro trabajo. Abogados, ingenieros, empresarios, políticos,
trabajadores de cualquier índole, llega un día que dejamos de serlo, se abre
una nueva etapa de vacío funcional, de aprender a levantarse cada día sin que
suene el despertador, sin ir a la oficina, y sin que suene el teléfono.
Eso le ocurre a nuestro protagonista.
¿Cómo va a ser la vida de Emilio Ferrer a partir de entonces?
De forma autobiográfica nos contará cómo se ha enfrentado a una nueva etapa. Lo
hará con sarcasmo, con socarronería propia de una persona inteligente pero
también mayor.
Porque es una novela con grandes dosis de humor.
No voy a contar la novela, sino porque es una novela
diferente.
En primer lugar, es la novela más contemporánea y actual de
las escritas por María. En dos sentidos, porque está escrita desde la propia
óptica de María en su momento actual, y además porque refleja los años
actuales.
Curiosamente, no sé si María está de acuerdo, pero cuando la
terminé, me pareció como si fuera la continuación histórica y vital de Diario de una sombra, aquella cuenta los
años 70 hasta el boom de la España triunfadora, donde todos se hacían ricos, llegando
al año 2000. Y en esta el protagonista se ubica en los años recién vividos de
la corrupción y el despilfarro hasta hundirnos en la crisis económica. Es como
si el personaje de Diario de una sombra
encontrara continuidad en Emilio Ferrer.
Tiene unas características diferentes:
-
El
espacio geográfico no es importante. En otras novelas anteriores, los
escenarios urbanos dejaban una huella importante. Aquí no son necesarios. De
hecho, la geografía la conocemos. Es nuestra casa, nuestra ciudad. Porque es
mucho más importante: el espacio social en el que se desarrolla, es decir los elementos
que van a aportarnos cómo son las nuevas construcciones urbanas, las nuevas
relaciones sociales, dónde viven nuestros hijos.
-
Es
una novela costumbrista, que refleja de forma fidedigna la cultura de la época
actual. Y no se deja nada. Esa es otra característica: María retrata muy bien a
los personajes y su carácter, tiene habilidad en la psicología humana (lo ha
demostrado en todas sus novelas). Pero en esta ocasión, la profundidad de los
personajes está en su interacción con la nueva cultura social: cómo se enfrenta
una persona mayor a las nuevas tecnologías, cómo se relacionan los jóvenes,
cómo se vive la relación sexual en la madurez. Es decir, la construcción de los
personajes está en función de sus interacciones sociales. Es profundamente sociológica.
Es un buen retrato de la actualidad, del desconcierto debido a la velocidad de
los cambios, y de cómo los incorporamos a la cotidianidad. María siempre
establece una dialéctica entre el personaje y su sociedad, pero en esta
ocasión, la sociedad adquiere un protagonismo importante. No entenderíamos al
nuevo Emilio Ferrer sin el entorno social.
-
Hay
que decir que no deja nada por analizar de la sociedad actual: las redes
sociales, los jóvenes y el acoso, las nuevas violencias, la normalidad social
de la homosexualidad, pero también la actividad social en la madurez: los
viajes, los bailes, la actividad cultural.
- Una cosa que tiene en común con sus
novelas anteriores es que es un puzle, un compuesto de diversas piezas,
personajes, situaciones y sentimientos. Las novelas de María no se focalizan
sobre un único acontecimiento, sino que van desprendiendo situaciones
paralelas, tal y como nos ocurre en el día a día. Así, encontraremos amor,
amistad, familia, y venganza entremezclados en las acciones del protagonista.
Todo se va a desarrollar en una nueva etapa.
-
En
la anterior novela, María trataba la ambición, lo que un hombre es capaz de
hacer por conseguir el poder que se propone, sin detenerse a evaluar los daños,
ni siquiera los que él mismo se produce cayendo en la falta de autoestima, de
culpa, de soledad. En cambio, aquí se plantea cómo la jubilación, la función
perdida, acaba siendo una salvación, porque ese hombre cínico y ambicioso, que
es Emilio Ferrer, acaba encontrando la felicidad, el orgullo, su propia
autoestima y reconocimiento en las pequeñas cosas, aquellas que no le
interesaban, en las que nunca se había fijado, a las que no asignó ningún
interés ni valor. Entre las dos novelas observamos las dos caras de la moneda: la
del triunfo y la del fracaso, ya sea personal o social.
María es una romántica, una
idealista, una humanista convencida de que la sociedad de la maximización del
individualismo, de la competitividad económica a cualquier precio, de la
deshumanización de las personas no es lo que consolida nuestra felicidad.
-
Porque
Emilio Ferrer, el protagonista, es un personaje ambicioso, arrogante,
insensible, manipulador, poco amigo de sus amigos, y un cínico. Pero la
transformación que se va produciendo desde las primeras páginas hasta el final
de la novela es sorprendente. Llego incluso a enamorarme de él. Hasta su
venganza adquiere tintes de justicia.
Pero lo que
hace a esta novela diferente de las demás es que María siempre ha retratado a
mujeres, mujeres fuertes, con gran personalidad, sus destinos. Incluso en la
anterior novela, era una mujer la que dirigía el destino final del
protagonista.
Aquí no. Es
una novela profundamente masculina. Si se puede aceptar así: en el lenguaje, en
los términos que hablan, en las conversaciones entre los dos amigos (Emilio y
Guillermo), en los objetivos que se plantean.
Las
mujeres, que las hay y muchas, adquieren un papel secundario. Interfieren e
interaccionan en la vida de Emilio (la mujer, la secretaria, la hija, la nieta,
etc) pero no son ellas las protagonistas. Son ellos: Emilio y su encantador
amigo Guillermo, que resulta “torpemente delicioso”.
En este
caso, la mayor dificultad y éxito de la novela, en mi opinión, es cómo María ha
conseguido escribir tan bien lo que hablan los hombres, lo que dicen, sus diálogos,
sus pensamientos, su relación con las mujeres. Qué siente el amigo, Guillermo,
respecto a su mujer y su relación familiar, es impagable; con Guillermo se
dibuja otro perfil de hombre: apocado, conformista, menospreciado por su propia
familia.
Y hay un
pasaje excepcional, el capítulo 9: el viaje a Malta de los dos jubilados.
Os puedo
asegurar que os vais a reír con esta novela, vais a encontrar grandes dosis de
humor. Y una empatía con los protagonistas que, al final, acaban convirtiéndose
en personas realmente entrañables.
Ana Noguera