El primer Tetrarca, de Gregorio Muelas.
Editorial
Olé Libros, 2021 (2ª edición)
292
páginas.
Novela histórica, pues todos
sus personajes fueron reales en su día, ubicada en un período crítico del
Imperio Romano: del 284, el de la toma del poder por Diocleciano, al año 308,
conferencia de Carnuntum, convocada por el augusto de Oriente Galerio para resolver
la disputa por el título de augusto de Occidente.
Durante ese período gobernó la Tetrarquía,
un sistema instituido por el emperador Diocleciano en el año 293, para dirigir
y apaciguar el Imperio, un territorio inmenso con las fronteras amenazadas por
sus vecinos, dividiéndolo entre dos emperadores mayores, los augustos, y sus
subalternos y sucesores designados por ellos, los césares. Los cuatro
conformaba la Tetrarquía.
Así, Diocleciano se asignó,
como Augusto de Oriente, los territorios de Asia Menor, Oriente y Egipto, y
encargó a su césar, Galerio, las provincias danubianas y Grecia.
A Maximiano, el otro
Augusto, el de Occidente, le correspondió Italia, África e Hispania, y a su
césar Constancio se le encargó, las provincias galas, belgas y germanas.
En 310, Constantino, hijo de
Constancio, en un enfrentamiento en Marsella, derrotó a Maximiano,
desapareciendo este Augusto, lo que llevó a la ruptura ideológica de la
Tetrarquía.
Gregorio Muelas ha optado
por contextualizar su novela en un período geográfico e histórico amplio y
conflictivo y, tal vez por ello, rico de matices en la definición de los
perfiles de los personajes que transitan sobre ese escenario. El primer Tetrarca es una novela con
enormes dificultades para el autor si quiere llegar a numerosos lectores. Tiene
que esforzarse por hacer fácil y amena su lectura. Adelantemos que este
objetivo lo consigue.
La estructura de la novela
se asienta en cuatro bloques o libros, cada uno para relatar hechos memorables
en un momento y lugar determinado.
En el Liber primus, a través de las voces de Constancio y Constantino
asistimos al relato de cómo el primero intenta pacificar la parte septentrional
de Britania, con la ayuda de su hijo Constantino. El lector conocerá la
estrategia militar para someter a los salvajes pictus, tribu con un gran sentimiento de independencia, en su
campaña de escarmiento.
El Liber secundus, se ocupa de la
muerte de Costancio, el ascenso fraudulento de Constantino a Augusto y el
encuentro entre Constantino y Maximiano para pactar el matrimonio del primero
con su hija Fausta, a cambio de reconocer su título de Augusto. Ello le hace
repudiar a su amada esposa Minervina. Constantino marcha a defender la frontera
del Rin.
Liber
Tertius, lo protagoniza Diocleciano y su brillante trayectoria
política y militar. Se recuerda los edictos para perseguir a los cristianos, su
enfrentamiento con los Bagaudas, de Armórica (Bretaña francesa), aplastados por
Maximiano, entonces su césar, que restituyó la Ley en la Galia. También se
relata los triunfos para recuperar el control de Armenia y reforzar el dominio
romano en Mesopotamia.
Liber
Quartus. Majencio (segundo hijo de Maximiano) desencadena un
golpe de estado. Es investido augusto por el pueblo de Roma, y condena a muerte
y ejecuta a Severo.
Galerio convoca a Licinio, a
Diocleciano para arbitrar las disputas, y a Maximiano, el otro Augusto, a la
conferencia de Carnuntum para llegar a un acuerdo en torno a los dos
usurpadores, Constantino y Majencio. Las dos maneras diferentes de llegar al
poder dan lugar a soluciones distintas para cada uno.
Gregorio Muelas finaliza su
obra con un Epílogo dramático que escenifica el suicidio de Maximiano, preso de
Constantino.
Tras este repaso de la obra El primer Tetrarca de Gregorio Muelas,
cabe destacar lo siguiente:
1.- La estructura de la
novela, esos cuatro libros que atienden a cuatro circunstancias esenciales del
desarrollo de los acontecimientos. Clarifica los hechos de la compleja Historia
que se cuenta.
2. Las diferentes voces
narrativas, hasta doce, utilizando técnicas variadas como el recuerdo de
diálogos concretos a los que se ha asistido como interlocutor, la reproducción
de relatos contados por un tercero, el contenido de cartas cruzadas entre los
tetrarcas, entre estos y sus familiares, esposas e hijas, extractos de memorias,
testimonios de secretarios, etc. La mayoría de los tres primeros libros
relatados en primera persona, y utilizando una voz omnisciente en el cuarto
libro. Teniendo en cuenta además que como confiesa el autor, todos los
documentos y pasajes aquí reconstruidos son producto de la imaginación del
autor.
Una novela es una ficción,
aunque cuente hechos históricos reales. En El
primer Tetrarca queda evidenciado a través de estos documentos que no
existieron pero pudieron haber existido, deducidos de los hechos ciertos que se
conocen. Ponen de manifiesto la capacidad de Muelas para fabular, sin faltar a
su formación de historiador.
3. La prosa es rica, visual,
dinámica, con frases claras que ayudan al lector a no perderse entre los
numerosos actores que intervienen y la compleja estructura política, la
Tetrarquía, ideada por Diocleciano.
4. Finalmente, algo muy
valioso. Hace accesible al público un período poco conocido del Imperio romano.
Demuestra que un Imperio enorme, amenazado por una guerra civil y numerosas
incursiones en sus fronteras de pueblos vecinos puede salvarse cuando coinciden
en el espacio y en el tiempo políticos de altura. Diocleciano, uno de ellos,
inventó la Tetrarquía, el gobierno de cuatro, e impuso unas leyes de
funcionamiento aceptada por ellos. Olvidó que el ser humano es ambicioso y sucumbiría
ante la tentación de favorecer a sus hijos frente a los méritos de terceros,
incumpliendo estas normas. Eso fue lo que acabó destruyendo la Tetrarquía y
enfrentándolos entre ellos. Una gran lección de la que extraer consecuencias.
El
primer Tetrarca es una novela que se lee con gusto e
interés, y que no dudo en recomendarla.
María García-Lliberós