martes, 28 de abril de 2020

"La segunda expedición", de Alan Pitronello



Ediciones Pàmies, 2019.
467 páginas

VIII Premio de novela histórica Ciudad de Úbeda.

Nos encontramos ante una buena novela de ambientación histórica pues, aunque algunos de sus personajes existieron y algunos hechos sucedieron, el peso protagónico de la trama lo sustentan seres de ficción. Hay que decir que el trabajo llevado a cabo por el autor de documentación y contextualización geográfica y temporal, en lo que hace al paisaje, lenguaje, costumbres, indumentaria, y demás detalles, como la lucha con espada, ha sido formidable y si algún reproche cabe hacer es que ha pecado por exceso. Los lectores aficionados a este género, disfrutarán de lo lindo.
La segunda expedición es una novela de aventuras dirigida a lectores mayores de doce años, sin límite de edad. Predomina la acción sobre el pensamiento. Sus protagonistas, Beatriz y el joven Martín del Castillo, tienen las características de auténticos héroes. Son valientes, hermosos, nobles de espíritu y se enfrentan con coraje al mal, personificado en otros personajes, y a una sucesión de obstáculos a su felicidad a cual más imaginativo y feroz. Todo ello en el siglo XVI, pues el relato se inicia en 1518, en Villa de Santiago de Cuba, bajo la dominación española.
Alan Pitronello
El argumento aprovecha la expedición alentada por el entonces gobernador Diego Velázquez de Cuéllar para explorar “los límites de los mapas” de la isla de Yucatán, descubierta hacía poco. Los españoles que se apuntaron lo hicieron animados por la codicia, el ansia de encontrar oro, de apresar indios para utilizarlos como mano de obra gratis, aunque la palabra esclavo estuviera prohibida, en encomiendas de tierra que el gobernador distribuiría en compensación a su esfuerzo. Hacerse ricos era el único objetivo. En esta parte, cobra importancia el lenguaje marinero, y las técnicas de la esgrima porque son numerosos los lances, con resultado de muerte, para resolver asuntos de honor, algunos bastante pintorescos. La sociedad, diseñada por los varones, responde a un patrón que premiaba la violencia, el machismo y la ambición. Las mujeres, ya fueran indias o españolas, eran consideradas como otras posesiones. En este sentido, la novela tiene la virtud de desmitificar los comportamientos épicos de los conquistadores españoles en las Américas.
La segunda expedición es una novela que contiene elementos propios de la literatura fantástica. Martín, elegido por la diosa Ixchel para liberar su templo de las fuerzas del mal, librará una guerra particular en la que los sueños, las profecías, creencias y leyendas de los pueblos primitivos, serán su orientación intelectual y le abrirán una nueva perspectiva sobre su posición en el mundo.
Los personajes adolecen, en general, de una liviana profundidad psicológica, a excepción de Beatriz cuyo diseño conviene destacar. Beatriz surge como la mujer moderna, feminista, que se rebela ante su destino, que quiere ser libre y progresar. Dotada con capacidad para los negocios, sabrá salir airosa de situaciones comprometidas y llegará a levantar la primera fábrica de azúcar de caña en Santiago de Cuba. El autor, a través de ella, redime al género femenino de su insoportable sometimiento al desprecio de los hombres de su tiempo.
La segunda expedición se lee muy bien, porque el relato, omnisciente, mixto entre realidad y ficción, fluye con el pulso poderoso de Alan Pitronello (Chile, 1986), tiene una prosa rica, con ritmo, atrapa y mantiene el interés del lector con quiebros narrativos y suspense.
Un Premio de Novela Histórica de la Ciudad de Úbeda 2019 merecido.

María García-Lliberós


domingo, 12 de abril de 2020

"La primera mano que sostuvo la mía", de Maggie O'Farrell

Editorial Libros del Asteroide, 2018.
Traducción de Concha Cardeñoso.
340 páginas.

Es el primer libro que leo de esta autora y, adelanto, que no será el último. Me ha llamado la atención el talento que muestra para construir la compleja estructura de la novela que desarrolla con una prosa tan ágil que consigue que el lector casi no perciba esa dificultad. El relato está contado con una voz omnisciente en tercera persona que habla siempre en presente, cuando hay dos líneas narrativas que se corresponden con dos tiempos distintos: el Londres de la década de 1950 y el contemporáneo. Una voz que, de tanto en tanto, se dirige con desparpajo al lector con frases que empiezan con un “veamos” o “imaginemos”, y hace fácil que este reproduzca en su mente la acción que nos cuenta y, sin embargo, capte sentimientos. Se trata de una prosa visual, que usa técnicas de guión de cine. Frases cortas y claras. En algún momento de la primera parte el lector se da cuenta de que las dos historias que protagonizan Elxie y Elina, dos madres jóvenes, no discurren de forma paralela en el tiempo, produce una pizca de desconcierto y de incremento de tensión literaria, pero la autora sabe llevar a puerto las piezas del rompecabezas que encajarán por completo en la última parte.
Maggie O'Farrell Irlanda del Norte, 1972)

La primera mano que sostuvo la mía es una novela que se ocupa de la maternidad, de los destrozos de todo tipo que produce y, al mismo tiempo, de la profunda relación, inexpugnable, que se crea entre una madre y su hijo durante los primeros meses de su vida, “una peripecia de la que algunas mujeres sacan sentimientos de heroísmo, mientras que otras lo viven como un exilio del mundo que conocían”, según palabras citadas de Rachel Cusk que debieron inspirar a Maggie O’Farrell.
Elxie es una mujer impulsiva que no duda en abandonar el hogar familiar en el campo para ir a Londres siguiendo los pasos de Innes Kent, un periodista brillante que dirige una revista de arte, y a la que parece no importarle romper con sus padres y hermanos para siempre. Ambos saben lo que quieren, son directos, avasalladores, poseen determinación y ternura, se hacen amantes y se enamoran, por este orden. Forman una pareja encantadora y con fuerza aunque el narrador, de vez en cuando atempera el entusiasmo que producen con adelantos como “no sabe que va a morir joven, que no tiene tanto tiempo como cree”, una forma de avivar la curiosidad.
En esta novela, la muerte está presente, una muerte inesperada  y rápida, que trastoca la existencia del que sobrevive. Evidencia la fragilidad del ser humano, lo azarosos que son los días felices, la nostalgia insoportable que provoca, el absurdo de la vida. El amor, la pasión, la venganza ciega, la ambición, la importancia de la amistad, los traumas de la niñez dispuestos a atacar en la edad adulta, también se encuentran entre sus páginas.
Elina, la otra protagonista, es diferente. Para empezar es finlandesa, añora a su madre y a su país. Es una artista emparejada con Ted, montador de cine. Tienen un hijo tras un parto en el que casi muere desangrada y provoca un impacto emocional devastador que trastoca la comunicación entre ellos. Ella tiene lagunas de memoria de acontecimientos próximos y él, en cambio, recuperará escenas de su infancia que dormían en su subconsciente y tendrán consecuencias. Ambos aprenden, cada uno a su manera, a ser padres. La relación entre Elina y su bebé, primaria, se describe llena de sensaciones físicas íntimas al mismo tiempo que la madre sufre el asalto violento de las tareas domésticas nuevas, la dependencia de su hijo respecto a la alimentación, y observa con disgusto la mujer en la que se ve obligada a transformarse.
Las dos historias se encontrarán, en un giro argumental ingenioso, con intriga y bien armado, en el que otros personajes –Félix, periodista famoso de la BBC con quien Elxie discutía mucho y bien, Margot, Gloria- tendrán un importante papel y pondrán en evidencia que en la vida de cada cual decisiones de terceras personas determinan tu existencia tanto como las propias.
Una novela que se lee a gusto, que está bien escrita y bien traducida, que estimula la  reflexión y la fantasía llevándote a las calles del Londres elegante, cosmopolita y vanguardista de la segunda mitad del siglo XX, con personajes bien diseñados con lo mejor y lo peor de la naturaleza humana. Muy recomendable.
María García-Lliberós


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