Ed. Alfaguara,
mayo 2012, 2ª edición (1ª edición, febrero 2012)
355 páginas
Tiene Luis Leante la habilidad de conseguir despertar
la curiosidad del lector en las primeras páginas. Arranca esta novela
recordándonos un hecho acaecido en Barcelona el 7 de junio de 1896,
el atentado de la procesión del Corpus, atribuido a los anarquistas. Hubo
muertos y se desató una reacción virulenta por parte de las autoridades:
represión, tortura, juicios sin garantías, muertes y desapariciones. Algunos
huyeron a Filipinas donde se asentó una pequeña colonia de españoles. Entre
ellos, el joven Ezequiel Deulofeu, hijo de un empresario, principal
protagonista y eje en torno al cual gira la narración.
La estructura de la novela descansa en varios hilos
argumentales que irán anudándose sin dejar cabos sueltos. Uno es el del
mencionado Ezequiel -Ovidio Morell en el extranjero- y sus
andanzas en las primeras décadas del siglo XX. Un segundo es el de Matías
Ferré, el narrador, un hombre de nuestro tiempo aficionado a la investigación
histórica que recibe el encargo, junto a cierta documentación, de escribir un
libro sobre los anarquistas españoles en Manila que le conducirá
a Ezequiel. Y el tercero es el de Victoria, historiadora y compañera muerta en
accidente de Matías, entre cuyos papeles sobre los que estaba trabajando
aparece un misterioso sobre con el nombre de Ovidio Morell.
Con este engranaje, Luis Leante nos va desgranando su
argumento yendo y viniendo de un siglo a otro, del pasado al presente, o de una
ciudad a otra, de Barcelona a Manila, o a Valparaíso, contextualizando la
ficción con una documentación rigurosa, que incluye costumbres y
expresiones de la época y de los lugares, y consiguiendo una obra dinámica,
ágil, en la que no falta el punto preciso de suspense, pues introduce sorpresas
dosificadas que van haciendo cambiar el punto de vista del lector y acercándolo
a la verdad de los hechos.
El personaje de Deulofeu-Morell resulta complejo y, por
ello, creíble: es bueno y es malo y, en ambos casos, con intensidad. Ayuda a
sus amigos, se preocupa por las personas desvalidas, comparte sus bienes y, al
mismo tiempo, no duda en matar si es necesario o encargar el uso de la
violencia contra alguien si le supone un obstáculo.
A Luis Leante le
gusta contarnos la Historia
a través de hechos y personajes que no aparecen en los libros escritos para
enseñarla. Explica el presente de sus criaturas literarias como consecuencia de
sus pasados, reivindica de esta forma la memoria convencido de que el olvido
supone renunciar a la identidad.
Cárceles
imaginarias es unaobra interesante, a la que sólo se le podría
reprochar, en su caso, un exceso de casualidades, aunque es cierto que en la
realidad éstas también se producen de vez en cuando. La acción y los personajes
estimulan la fantasía del lector, combina épocas y está bien escrita. De la
prosa de Leante me gusta su economía de palabras, va al grano y lo hace con
elegancia.
En definitiva, una novela que no decepcionará a los
lectores exigentes.
María García-Lliberós