Editorial
Planeta, mayo 2014, 1ª edición.
633 páginas.
He aquí una
novela ingeniosa que aborda un tema poco explotado: el papel que jugaron los
perros en situaciones de conflicto. Se sustenta en tres protagonistas principales
–Zoe, Luther y el perro Campeón- y un buen puñado de secundarios de perfiles
bien diseñados. La acción discurre en
España, en el período que va desde 1935,
meses antes de estallar
Zoe es hija
de un respetado veterinario, que aspira a ejercer ese oficio y que, tras la
muerte de su marido, queda en una precaria situación que la conducirá a padecer
un sinfín de peripecias. Es una auténtica heroína y enamora al lector con su
carácter noble, valiente y generoso. Pero lo mejor del libro es que, de su
mano, aprendemos en qué consiste una unidad canina sanitaria de Cruz Roja y el
papel que cumplió en la contienda localizando heridos o minas y, en definitiva,
salvando a personas de una muerte segura.
Luther es
otro veterinario experto en genética, obligado por los nazis a emplear sus
conocimientos en la cría y entrenamiento masivo de perros de guerra, agresivos,
de enorme crueldad, preparados para el ataque y para ejercer de guardianes de
los campos de concentración. También se le encomendó la tarea de recuperar
viejas razas caninas desaparecidas, auténticamente alemanas, a partir de sus
posibles descendientes. Se sabe que cuando la Legión Cóndor estuvo en España
apoyando las fuerzas de Franco, aviones enteros fueron embarcados de perros
perdigueros con destino a la
Alemania nazi.
En algún
punto de este interesante relato, ambos protagonistas cruzarán sus vidas y
protagonizarán juntos aventuras llenas de peligros. Enseñarán a los alanos a
ser perros mensajeros a través de rutas impracticables de los Pirineos,
ayudando a los servicios de espionaje de la República. El libro es un
homenaje a los perros y sus enormes capacidades, a la profesión veterinaria que
nos la muestra el autor bajo una perspectiva muy atractiva, y, en especial, a
la mujer veterinaria y, a pesar de un final demasiado complaciente con el
lector y algunos pasajes poco creíbles, la novela se lee con enorme agrado por
lo que cuenta y por cómo lo cuenta, con una estructura y una prosa ágiles y
visuales.
Una lectura
muy recomendable.
María García-Lliberós