Carolina Raga Pinar (en la foto), es una pintora valenciana de enorme sensibilidad que no suele faltar a las citas más importantes de artes plásticas en España y Europa. Con ocasión de su visita a ART MADRID, en la reciente edición de febrero de 2013, me envía este artículo para su difusión en este blog, abierto a las artes y la creatividad. Lo hago encantada.
Son muchos los interrogantes que surgen en el artista al
concluir una feria de arte. A menudo se espera que haya un corte, un
cambio o, ¿por qué no?, una forma distinta de interactuar con el visitante, espectador ocasional, que quizá solo advierte la capa superficial de una obra y necesita el flash de
su máquina como si, a modo de postal turística, le ayudara a recordar el allí estuve o la
emoción instantánea de algo que compartir.
Este final sería el deseado, compartir algún momento del
proceso creativo, buscar un entendimiento con el lector de imágenes que no
precise texto a modo de explicación. Aspiración difícil de conseguir en un entorno
lo más parecido a un parque temático rebosante de fin de semana.
Hablar de una feria significa haberla vivido. Desde el punto de vista del artista, es una grata experiencia de la que sale muy renovado, que resume en una suerte de recuerdos de convivencia, tertulias, intercambio de ideas y
proyectos con otros compañeros. Resulta
tan estimulante el bagaje final que, “se venda o no”, “parque temático”, “Walter
Benjamín”, “compra-cuore”, etc., importa poco. La vuelta al estudio irá cargada de lo visto y
lo escuchado y, como tal, con el ánimo de emprender un nuevo proyecto artístico.
Hay que desear a las ferias, renovación, oxígeno, riesgo, necesario para darles vida y espejo a los que viven y piensan el arte.
Carolina Raga