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“La muchacha de
Catulo” transcurre en el año 56 a.c. y toma como escenario principal la ciudad
de Roma. Isabel Barceló Chico ama Roma. Ha vivido en esa maravillosa ciudad que
ha hecho suya. Conoce sus barrios, sus calles, sus mansiones y sus ruinas, la
historia de esos elementos y la de los ciudadanos a los que albergaron antes
que sus actuales ocupantes, así como la función que ejercieron en otras épocas.
Y esos conocimientos, logro de horas de estudio y de otras de caminante y
atenta observadora, con mirada de escritora, lo va vertiendo en su obra
literaria, para disfrute de sus lectores.
Claudia Tertia,
nieta de Clodia, encarga a Hortensia que reconstruya la vida de su abuela. Lo
hace ésta recopilando escritos y testimonios orales. Así, la voz de Hortensia será la que escuchará el lector, alternándola
con numerosas cartas, seleccionadas por ella, cruzadas entre otros
personajes que hablan de Clodia y de Catulo y de los hechos que fueron la comidilla
de Roma en ese año 56 a.c. Con esta estructura, el lector tiene asegurada
múltiples versiones y valoraciones sobre lo que acaeció porque la novela se
centra en la obsesión de Catulo por casarse con Clodia, el rechazo de ésta
porque no le gusta la idea del matrimonio, y las consecuencias trágicas de ese
rechazo.
Clodia (Lesbia
en la poesía de Catulo) fue el objeto de los amores del poeta y, luego, de sus
odios. Es una mujer viuda (en la novela), 10 años mayor que él, poseedora de
una sabiduría con origen, sobre todo, en la experiencia personal. Excepcionalmente
bella que sabe que lo es, rica por su familia, y una maestra de la seducción
que goza con sus amantes y coquetea con jovencitos, a veces equivocándose como
ocurrió con Catulo. Clodia fue una mujer adelantada a su época. Tenía una idea
clara: no someterse a la voluntad de hombre alguno y no pertenecer a nadie. Se
sentía libre y no estaba dispuesta a sacrificar su libertad. Así nos la dibuja la autora a través de diversos testimonios.
Cayo Valerio
Catulo fue un poeta admirado, se encontraba en el cénit de su gloria, pero ni
era un buen amante ni fue noble como perdedor. Jamás aceptó los argumentos de
Clodia. Posesivo y humillado, pasa del amor al rencor y a la venganza,
iniciando un duelo entre ambos, cada uno con sus armas –él con la escritura
maledicente e iracunda, ella con la osadía, la oportunidad y el desparpajo- que
alcanzó magnitudes de espectáculo social, en un verano caluroso y carente de
otros alicientes. Ambos se hicieron mucho daño.
La escritura de
Isabel Barceló es cuidadosa en los detalles: tablillas de cera y estilo para
escribir, esclavas que perfuman el suelo con infusión de verbena, triclinios
para tumbarse en las cenas estivales, múltiples elementos para trasladarnos con
la imaginación a los escenarios de la época. No hay errores de
contextualización histórica. Usa un lenguaje accesible y recrea la figura de
Clodia para dotarle de una fuerza de la que carece en la versión oficial. Clodia
ha pasado a la historia como una mujer licenciosa que fue infiel al gran Catulo
a la primera ocasión. La versión de Isabel la reivindica y abre nuevos
interrogantes convirtiendo “La muchacha de Catulo” en un texto con suficientes
ingredientes para garantizar una lectura intensa.
Reseña publicada en POSDATA, el suplemento cultural de LEVANTE, el 4 de octubre de 2013.
Otra novela de la autora reseñda en ste bvlog: "Dido, reina de Cartago".
María, gracias por eta mmagnífica reseña. Besos
ResponderEliminarRafa