477 páginas.
Guillermo Galván (Valencia, 1950), un escritor de largo recorrido, nos muestra su mejor pulso narrativo en esta novela policíaca situada en el Madrid de la posguerra, en 1941. Su lectura me ha recordado otra de sus mejores novelas, Antes de decirte adiós (Suma de Letras, 2010), donde unos hechos ocurridos en el Madrid de la rendición, en 1939, darán pie veinte años más tarde a una investigación criminal.
Guillermo Galván |
Tiempo de siega, o la hora de separar el trigo de la cizaña como explica en algún momento, cuenta con un buen protagonista: Carlos Lombardi, prestigioso criminalista que cumple condena como preso político, por haber sido fiel a la República, trabajando en la construcción del Valle de los Caídos en Cuelgamuros. El espantoso crimen de un sacerdote que ha sido degollado y castrado, y que reúne características de otros anteriores investigados por Lombardi cuando estaba en activo y pendientes de resolver, hacen que Bernardo Ulloa, compañero anterior en el oficio y ocupando, ahora, un buen puesto en la policía franquista tras su pase oportuno al bando nacional, se acuerde de él y le ofrezca colaborar en la identificación y captura del asesino a cambio de una rebaja de la pena.
Lombardi es un tipo duro, racional, con capacidad deductiva, irónico, vulnerable a las tentaciones carnales, a veces algo impulsivo o incluso ingenuo, tenaz, de buen corazón y generoso. Aceptará el encargo, a pesar de la repugnancia que le provoca el nuevo régimen, y se enfrentará a cinco macabros asesinatos de personas relacionadas con la Iglesia y alguna con enorme influencia en el aparato de poder del nuevo régimen.
Tiempo de siega cuenta con un comienzo de la novela trepidante y atractivo que te predispone a disfrutarla, Tiene una trama lo suficiente enrevesada para mantener el interés hasta el final. Recrea la atmósfera de ese Madrid, herido por la guerra, en reconstrucción, con demasiadas sotanas y camisas azules por sus calles, con gente todavía escondida, muerta en vida y otra demasiado satisfecha, con una policía segura de su impunidad, al igual que el clero tan proclive a tapar sus muchas vergüenzas.
La novela puede calificarse de histórica por cuanto ha utilizado un puñado de personajes reales de oscura trayectoria como el periodista Lazar, avanzadilla de Hitler en la embajada alemana en Madrid y con enorme influencia en la prensa española, Bernard Malley, diplomático homosexual incorporado a la embajada inglesa y mediador en las relaciones con Serrano Suñer, el canónigo Leocadio Lobo, fiel a la República, suspendido a divinis por su obispo y exiliado a América y Bartolomé Llopis, médico psiquiatra del Hospital Provincial y depurado al acabar la guerra. Todos ellos, cada cual desde sus intereses, participan de alguna manera en el esclarecimiento del misterio.
No quiero desvelar más de esta historia porque lo debe hacer el lector. Tan solo apuntar que me ha tenido obsesionada unos días, porque lo que cuenta deja su huella, y que su lectura es muy oportuna en estos tiempos en que afloran amenazantes nostalgias del franquismo a la conquista de nuevo del poder. Para los que no lo vivieron, para los que han decidido olvidar, para los que prefieren no creer lo que pasó, la lectura de Tiempo de siega les removerá un poco por dentro. En cualquier caso, es una estupenda y recomendable novela policíaca.
María García-Lliberós
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