Novela estructurada en dos partes bien diferenciadas entre ellas. La primera es, casi, la transcripción, durante varias sesiones, de un programa de radio, Suya es la palabra, dirigido por Almudena. Se trata de un programa nocturno en el que los oyentes –personas solitarias, insomnes, desocupados, locas con ganas de que los escuchen- llaman para comunicarse unos con otros con una tendencia hacia la exhibición de sus relaciones íntimas, sus problemas de identidad o, incluso, para ejercer sutiles venganzas. Comienza con la llamada de Alma, una voz inquietante, que pudiera ser de mujer aunque también de hombre, un tema que estimulará a la audiencia, hasta el punto de que el relato que inicia Alma, alimentado con dosificadas truculencias, se convertirá en acicate para las aportaciones de otros oyentes y así, entre todos, inventar una verdad, con elementos delictivos incluidos que dará lugar a la apertura de un caso policial. Estas sucesivas intervenciones conforman una especie de novela río con múltiples voces, incluso excesivas, que compiten por mostrar su trozo de realidad o de fantasía. Se alternan con unos monólogos volcados en el contestador automático de Almudena que consiguen despertar el misterio en torno a la identidad de esta última.
La segunda parte es por completo diferente. Almudena, que en la radio
oculta su identidad, una mujer que se sabe en decadencia, toma la palabra en
primera persona y la novela alza el vuelo y cobra agilidad. Es en esta parte
donde Fernando Delgado muestra sus dotes de novelista: construye un argumento
sólido de novela sicológica con personajes complejos –Alma, la oyente cuya voz
podría ocultar a un hombre, adquiere una nueva dimensión, al igual que Almudena-,
profundiza en los comportamientos de los travestis –sean éstos homosexuales, en
una mayoría de casos, bisexuales o heterosexuales-, en los fetichistas
obsesionados y las personalidades paranoicas, en los hombres necesitados de
encarnarse en mujeres para seducir e incapaces de sentirse mujeres en la
relación sexual lo que les puede llevar a estallidos de violencia, y mujeres
inseguras por la pérdida de atracción y, sobre todo, la pérdida de status que
ello pueda acarrearles. Personas que conviven con más de una personalidad y se
ven obligados a mantener más de una vida permanentemente.
El texto, de tintes melodramáticos, como la vida misma, se encuentra
salpicado con interesantes reflexiones sobre la conducta humana, algunas rebuscadas
en torno al matrimonio protagonista, pero no por ello menos creíbles, sobre los
condicionantes que ejercen los nombres y el sexo, sobre los individuos que no
se aceptan y la variedad de actitudes con las que acercarse a un programa
amparados en el anonimato de la radio, al ocultar la imagen y favorecer el
disfraz, o el derecho a jugar con la imaginación.
La novela gana conforme se avanza en la lectura. No en balde nos dice que
todos, cada lector, llevamos escondida más de una personalidad en nuestro
interior, una fuente de conflictos de la que cada cual se defiende a su manera.
Lección de vida.
María García-Lliberós
Reseña publicada en POSDATA, el suplemento cultural de LEVANTE-EMV, el viernes 8 de junuo de 2012
Reseña publicada en POSDATA, el suplemento cultural de LEVANTE-EMV, el viernes 8 de junuo de 2012
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