308 páginas. 18,00 €
Finalista del Premio Fernando Lara 2010.
“Larga tormenta de otoño” puede calificarse de novela de género. Toma de la novela negra americana algunas características en el diseño del protagonista, Jacobo López, un abogado inteligente dedicado a asuntos civiles, soltero, que se ve inmerso, por amor, en un caso penal: la investigación del robo de un cuadro de Antonio Saura en el Museo de Bellas Artes de Castellón. Jacobo es atractivo, valeroso, noctámbulo, ejerce con frecuencia de pincha discos del Mata Hari, un local para amantes de la música, seductor y sentimental empedernido. Pero no es un tipo duro ni se lía a mamporros a la primera oportunidad, resuelve los temas con mejor estilo.
Ana, la mujer de sus sueños, responde al perfil de la chica de la película en cuanto que es guapa y de buen tipo, independiente y culta, soltera y soñadora, vulnerable y necesitada de protección y, además, ejerce una profesión de culto: comisaria de exposiciones pictóricas.
Tampoco faltan entre los personajes secundarios el buen inspector de policía, el tratante de arte cuya tienda de antigüedades constituye una tapadera, una trama lateral de negocios negros liderada por un empresario del sector de la cerámica, la secretaria incombustible y así hasta componer un elenco esencial para sustentar la complejidad del argumento.
“Larga tormenta de otoño” se distingue por el escenario que escoge para que deambulen sus personajes: la ciudad de Castellón, si bien algún capítulo se sitúa en A Coruña, que eleva, desde la perspectiva literaria al nivel de Nueva York, Barcelona o Estocolmo. Lo consigue por su tratamiento alejado de costumbrismos rancios, resaltando los ambientes más cosmopolitas, dotando a sus personajes de un barniz que trasciende los aspectos locales y tomando como pieza argumental un asunto propio de delincuentes de altos vuelos.
Interesa destacar, por otra parte, las aportaciones culturales en torno al nacimiento del grupo pictórico El Paso, que se homenajea, al que perteneció Antonio Saura, junto con Rafael Canogar, Manuel Miralles, Luis Feito, Juana Francés y otros, con la pretensión de cambiar el panorama del arte en el franquismo abriéndolo a la influencia de las vanguardias. Saura es el autor de El grito, cuadro robado y cuya recuperación constituye el núcleo de la trama. Asimismo, las referencias musicales constituyen otro elemento de contextualización importante.
Finalista del Premio Fernando Lara 2010.
“Larga tormenta de otoño” puede calificarse de novela de género. Toma de la novela negra americana algunas características en el diseño del protagonista, Jacobo López, un abogado inteligente dedicado a asuntos civiles, soltero, que se ve inmerso, por amor, en un caso penal: la investigación del robo de un cuadro de Antonio Saura en el Museo de Bellas Artes de Castellón. Jacobo es atractivo, valeroso, noctámbulo, ejerce con frecuencia de pincha discos del Mata Hari, un local para amantes de la música, seductor y sentimental empedernido. Pero no es un tipo duro ni se lía a mamporros a la primera oportunidad, resuelve los temas con mejor estilo.
Ana, la mujer de sus sueños, responde al perfil de la chica de la película en cuanto que es guapa y de buen tipo, independiente y culta, soltera y soñadora, vulnerable y necesitada de protección y, además, ejerce una profesión de culto: comisaria de exposiciones pictóricas.
Tampoco faltan entre los personajes secundarios el buen inspector de policía, el tratante de arte cuya tienda de antigüedades constituye una tapadera, una trama lateral de negocios negros liderada por un empresario del sector de la cerámica, la secretaria incombustible y así hasta componer un elenco esencial para sustentar la complejidad del argumento.
“Larga tormenta de otoño” se distingue por el escenario que escoge para que deambulen sus personajes: la ciudad de Castellón, si bien algún capítulo se sitúa en A Coruña, que eleva, desde la perspectiva literaria al nivel de Nueva York, Barcelona o Estocolmo. Lo consigue por su tratamiento alejado de costumbrismos rancios, resaltando los ambientes más cosmopolitas, dotando a sus personajes de un barniz que trasciende los aspectos locales y tomando como pieza argumental un asunto propio de delincuentes de altos vuelos.
Interesa destacar, por otra parte, las aportaciones culturales en torno al nacimiento del grupo pictórico El Paso, que se homenajea, al que perteneció Antonio Saura, junto con Rafael Canogar, Manuel Miralles, Luis Feito, Juana Francés y otros, con la pretensión de cambiar el panorama del arte en el franquismo abriéndolo a la influencia de las vanguardias. Saura es el autor de El grito, cuadro robado y cuya recuperación constituye el núcleo de la trama. Asimismo, las referencias musicales constituyen otro elemento de contextualización importante.
En definitiva, una novela que tiene ritmo, interesa y se lee con gusto y que disfrutarán, especialmente, los lectores de la ribera mediterránea.
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