Editorial Sargantana, 2018.
266 páginas.
Tercera novela de González
de la Cuesta (Madrid, 1958). La acción transcurre entre Castellón y Benicasim,
donde se encuentra el Hotel Voramar en un enclave delicioso frente al
Mediterráneo. Ese hotel, inaugurado en 1930 y todavía prestando servicio en la
actualidad, ha sido escenario privilegiado de importantes encuentros. Durante
la Guerra Civil fue hospital de las Brigadas Internacionales en una primera
fase y de las tropas de Franco después. También fue, en la posguerra, sede de
la Sección Femenina hasta 1950 momento en que recupera su función de hotel. Los
que conocemos la belleza de la costa de Benicasim, su Paseo Marítimo y las
conocidas Villas o casas de veraneo de las familias burguesas de Valencia y
Castellón, no nos sorprende que se escoja como escenario de una trama novelesca
porque cumple los requisitos para el encuentro romántico y para la tragedia
criminal, dos elementos presentes en esta obra. González de la Cuesta, que
aunque nacido madrileño reside en Castellón, lo ha tenido claro y convierte con
acierto al Hotel Voramar y al paisaje de su entorno en protagonista esencial de
la novela.
González de la Cuesta |
La novela tiene dos partes y
un epílogo. La primera atiende a un encuentro en el Hotel Voramar, en 1957,
entre Marcos Sampedro, propietario de un próspero comercio en Madrid y miembro
del Comité Central del Partido Comunista de España, y Petra Müller, bella mujer
alemana portadora de una dolorosa carga derivada de su pasado como esposa de un
nazi miembro de las SS y su posterior paso por un campo de concentración al
descubrirse su origen judío. Ambos se hallan huyendo de algo. El autor tiene
aquí el segundo acierto al tratar dos temas literariamente poco explotados y
con abundante material novelable: las interioridades del PCE, en aquellos años
feroz con cualquier disidencia aunque esta se limitara a expresar una
opinión crítica con la dirección, y penetrar en la vida doméstica y en las instituciones
menos conocidas del régimen nazi, como las Lebesborn,
el sitio donde chicas convencidas acudían a engendrar hijos arios para la nueva
Alemania, temas jugosos que dan mucho de sí y aseguran la tensión
narrativa.
La segunda parte transcurre
en la actualidad y adopta técnicas del género negro. Sesenta años más tarde
Lola Vallard, nieta de Petra, una mujer también muy bella, se encontrará con
Jacobo López, abogado de Castellón en el Hotel Voramar para encargarle un caso:
desentrañar el misterio en torno a la identidad de su abuelo Marcos y su
extraño asesinato.
El Hotel Voramar volverá a
ejercer su influjo sobre esta pareja convirtiéndose en escenario de una
historia de amor que recordará la anterior a la par que se desarrolla el curso
detectivesco de la acción. Aquí González de la Cuesta nos depara una sorpresa
al conectar con las cloacas del régimen de Franco y la protección que ejerció,
desde el Ministerio del Interior, sobre los nazis refugiados en nuestro país.
Una novela de ambientación histórica
que incentiva la curiosidad conforme avanza y, si bien la prosa es mejorable y
la resolución del caso descansa en un exceso de intuición por parte del abogado
detective, el lector queda atrapado por el relato que nos cuenta apoyado en
abundante documentación sólida con la que teje una trama atractiva, en el tratamiento cosmopolita de la ciudad de
Castellón y Benisasim, y en el encanto de los personajes protagonistas y
algunos secundarios. Son los elementos que hacen recomendable el libro.
Se adjunta un listado de
personajes ficticios y otro de personajes no ficticios esclarecedor sobre los
famosos clientes del Hotel Voramar y las figuras políticas relevantes de la
época.
María García-Lliberós
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