miércoles, 20 de enero de 2010

"Antes de decirte adiós", de GUILLERMO GALVÁN

“Antes de decirte adiós”,

de Guillermo Galván

Santillana Ediciones Generales, SL. (Suma de Letras)

Enero de 2010, 1ª edición

420 páginas.

Antes de decirte adiós, de Guillermo Galván es una novela de estructura sólida y compleja, escrita con nervio que ataca directa la curiosidad del lector. Consta de tres partes. La primera, titulada “Cuatro días de marzo”, constituye en sí misma una novela centrada en la misión llevada a cabo por un grupo de soldados republicanos en Madrid durante los días de la rendición. Una misión arriesgada y tan aparentemente estrafalaria que sólo puede justificarse como envoltorio de algún misterio. Permite mostrar el escenario de una ciudad sacudida por las bombas y el miedo a lo que está por llegar. Los personajes, el lenguaje cuartelero, las escenas de guerra, las heroicidades de tipos normales en situaciones límite, destilan verismo y marcan un ritmo trepidante a la lectura. Sobresale Matías Cabedo, un individuo despierto, educado en la escuela de la calle, valiente, pícaro, de izquierdas aunque con su propia filosofía de la vida y enamorado de Inés. Estamos, en esta parte, ante una novela sobre la guerra civil contada desde el punto de vista de los vencidos de a pié, aquellos que lo perdieron todo y cuyos nombres seguirán ignorados en los libros de historia. Sobre ella se superpone otra de aventuras con elementos románticos.

La segunda parte se titula “La senda de los vencidos” y se inicia en abril de 1961, veintidós años más tarde de aquellos sucesos. Aparece un nuevo personaje, Dimas Tallón, hijo de un notario consejero nacional del movimiento, auto exiliado por venganza del ambiente familiar a los 25 años, ex legionario, fumador de grifa, amante de una puta encantadora, y policía asignado a asuntos de extranjería. Un policía franquista crítico con el régimen, que bien podría estar inspirado en Philip Marlowe u otros de la exitosa cantera americana. Un hombre atractivo que aceptará investigar por su cuenta (aprovechando su condición de policía) los hechos narrados en el manuscrito “Cuatro días de marzo”, por encargo de una hermosa mujer. La novela cobra, y mantendrá hasta el final, el aliento del género negro, pues de la mano de Dimas el lector irá desentrañando el misterio en el que no faltan intereses altruistas y turbios moviendo los mismos hilos, traiciones y lealtades inamovibles. Los hechos coincidirán en el tiempo con los prolegómenos de la guerra de Argelia y los movimientos conspirativos de un grupo de exiliados franceses en Madrid, protegidos por policías españoles, entre ellos Dimas. Siendo interesantes, no dejan de ser marginales para la trama principal y la novela se resiente por el excesivo peso otorgado a las maquinaciones de este grupo.

La tercera parte titulada “Vivos y muertos” mostrará un desenlace que no decepcionará al lector, un final creíble, al que se llega con una creciente tensión narrativa, en el que los cabos de la ficción van atándose, rastreando con habilidad los escasas huellas que dejaron aquel grupo heterogéneo de soldados republicanos, sacando a colación trapos sucios bien documentados del ejército español en Riff y Melilla entre 1922 y 1925, con Franco al frente de la Legión.

Antes de decirte adiós está escrita con los mimbres que han ido conformando el sello de la literatura de Guillermo Galván. Sus anteriores novelas -“Aislinn”, “De las cenizas”, “Llámame Judas”-, se caracterizan por mezclar, en contextos históricos o contemporáneos, la aventura, el amor y el misterio y nunca falta el protagonista masculino que bajo el ropaje de periodista, policía o detective, asume el riesgo de averiguar una verdad en principio insondable. Antes de decirte adiós es, hasta ahora, la mejor novela de Galván, por la armadura de la trama, la densidad de los personajes, el interés y proximidad de los hechos históricos, la documentación de apoyo y la fuerza de una prosa trabajada que fluye como un río a punto de desbordarse pero siempre contenido por el pulso maestro del autor.

María García-Lliberós


Reseña publicada en POSDATA, el suplemento cultural de LEVANTE-EMV, el 26 de marzo de 2010.


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Entrevista a Guillermo Galván, autor de la novela "Antes de decirte adiós" (Ed. Suma de Letras, 2010).

MG-LL.- ¿Cuál fue la idea-chispa que dio origen a esta novela?, o ¿cómo se produjo ese momento mágico en el que reconoces tener una historia que contar entre las manos?

G.G.-Cada novela parte de una motivación distinta. A veces basta con una frase o una imagen sugerentes. En este caso nace de una idea paradójica, casi extravagante. La necesidad de rescatar un cadáver me pareció una metáfora suficientemente atractiva como para desarrollarla. Si los hechos se producen en una ciudad a punto de morir, la trama adquiere un plus de interés. Y si, además, la operación exige el máximo secreto ante propios y extraños, tenemos un planteamiento a priori interesante. El Madrid asediado parecía el escenario ideal, y a partir de ahí bastó con desarrollar la trama y documentar fielmente la época, tanto con testimonios de personas que vivieron aquellos días como con una detenida labor de hemeroteca. El proceso de la segunda parte de la novela es exactamente el mismo

MG-LL.- “Antes de decirte adiós” nos habla, en la primera parte, de la Guerra Civil desde el punto de vista de los vencidos anónimos, ¿hay alguna pretensión de hacer justicia en este recuerdo?

G.G.-Todas mis novelas destilan simpatía por los perdedores. La mayoría de sus protagonistas pertenecen a ese tipo de hombres que podríamos llamar supervivientes, gente que se desliza entre la picaresca y una integridad moral muy particular con el único objetivo de salir adelante en situaciones adversas. Me parecen mucho más interesantes que los vencedores, más allá del contexto en que se desarrolle la trama. En cuanto a las pretensiones que sugieres respecto a ésta en concreto, no las ha habido especialmente, porque los vencidos han sido ampliamente reivindicados tanto desde la narrativa como desde la investigación histórica. Tal vez no lo suficiente, pero no creo que se pueda hacer justicia fuera de los tribunales tantos años después de los hechos, a menos que hablemos de justicia poética.

MG-LL- Comparto que el arte de la novela consiste en hacer de la mentira verdad y de la verdad mentira. Pero me gustaría saber, y a otros lectores también, si existió un Anselmo Carrachano, el personaje más oscuro de la trama.

Todos los personajes son ficticios, aunque alguno de ellos responde a elementos biográficos reales. Estoy seguro de que existió más de un Carrachano; si no exactamente el mismo que pinta la novela, sí muy parecido en cuanto a sus actividades. Como existieron otros personajes que pululan en torno a la trama.

MG-LL.- ¿Crees que la personalidad del autor impregna la de sus personajes? ¿Cuánto hay de ti en Dimas Tallón, en Matías Cabedo, en Víctor Alba (protagonista de “De las cenizas”) o en el periodista radiofónico de “Llámame Judas”?

G.G. La identificación entre escritor y personajes es un debate siempre abierto, y sumamente interesante, sobre todo si se trata de una narración en primera persona, que no es el caso de “Antes de decirte adiós”. Sin llegar al extremo de quien toma por biográfico lo que es simple fabulación, parece natural que la obra posea características del autor. Si sucede en la pintura, la música o la arquitectura, ¿cómo no habría de serlo en la literatura, un arte mucho más especulativo y abierto que los anteriores?

En cada protagonista hay algo del autor. Pueden ser posiciones vitales, formas de mirar el mundo o experiencias personales y anécdotas tamizadas por la ficción, según las necesidades de la historia que se narra. Con Víctor Alba comparto el gusto por el blues; con Ángel Casares una rutina profesional y su profusa investigación en la Biblioteca Nacional sobre Gregorio de Tours (documentación necesaria para mi novela “Sombras de mariposa”, que se editará el mes de abril). Y con Matías Cabedo y Dimas Tallón un larguísimo aprendizaje como oyente de relatos, porque ambos reúnen experiencias que vivió mi padre.

MG-LL.- Resulta muy hábil construir una novela negra y aprovecharla para hacer aflorar hechos sobre la Guerra Civil. “Antes de decirte adiós” hace creíbles sucesos inverosímiles gracias a la abundante documentación sobre el régimen franquista. En algunas páginas palpita el oficio del periodista que has sido. ¿Hasta qué punto te planteas la novela como una crónica social?

G.G.- Una guerra civil, como todos los dramas colectivos, es un escenario perfecto para el género negro: la gente vive a flor de piel sus miserias, desgracias y pasiones, y el autor no necesita forzar la mano para crear ambientes ni personajes. En esas circunstancias, la realidad supera siempre a la ficción y nada resulta inverosímil, porque la lucha por la supervivencia física, y a veces ideológica, se convierte en la única necesidad del ser humano.

Tampoco puedo renunciar a esa mirada periodística que me ha acompañado durante tantos años. No es un ejercicio deliberado, pero el simple hecho de documentarme en fuentes periodísticas o históricas marca ya cierto tono de crónica social. Por otra parte, los contextos elegidos obligan a ello.

MG-LL.- Hay un personaje femenino, el de Julia Nieva, que me ha parecido muy interesante y sobre el único que la novela no desvela su final. Lo he echado de menos. ¿Cuál podría ser éste?

Excepto el de los muertos, ningún final se desvela. En todo caso, se les dice adiós, porque el mundo sigue adelante aunque yo, con mi arbitrariedad de autor, haya decidido cerrar la historia. Una vez la novela llega al lector, éste tiene todo el derecho a tratarlos como considere oportuno, así que el final de Julia Nieva, si es que debe tenerlo, queda en sus manos. Personalmente, a todos mis personajes les deseo lo mejor cuando me despido de ellos.

MG-LL.- Y ahora una pregunta sobre la profesión. ¿Crees que Internet acercará al autor y al lector (la tecnología favorece la eliminación de intermediarios) o que va a cambiar algo para que todo siga igual?

G.G.- Ya lo ha acercado. Lo demuestra el hecho de que podamos intercambiar ahora mismo nuestras opiniones de forma tan directa. Los intermediarios más importantes que ha eliminado Internet son la distancia y la necesidad de desplazamiento físico; cualquier lector puede tener acceso directo al autor, si éste lo permite, de forma casi instantánea. El propio autor, a través de blogs, páginas web o redes sociales, se lanza sin tapujos en busca de sus lectores. Es evidente que las nuevas tecnologías favorecen esa comunicación bidireccional y la difusión de la obra. Otra cosa es que eliminen a los intermediarios tradicionales. Aunque existe la posibilidad de que el escritor ofrezca su obra directamente en Internet, todavía vamos muy por detrás de otros creativos, como los músicos. Eso significaría un cambio radical, un verdadera revolución, y el mercado literario está muy aferrado a sus hábitos como para adaptarse a ella; inadaptación que forma parte, entre otras causas, de sus crisis. Creo que el editor y el librero, tal y como los conocemos hoy, seguirán siendo elementos imprescindibles para la literatura durante mucho tiempo.




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