martes, 12 de agosto de 2014

"Pacto de lealtad", de Gonzalo Giner


Editorial Planeta, mayo 2014, 1ª edición.
633 páginas.

He aquí una novela ingeniosa que aborda un tema poco explotado: el papel que jugaron los perros en situaciones de conflicto. Se sustenta en tres protagonistas principales –Zoe, Luther y el perro Campeón- y un buen puñado de secundarios de perfiles bien diseñados. La acción discurre en
España, en el período que va desde 1935, meses antes de estallar la Guerra Civil, a 1939, con algunas incursiones fuera de la península (Alemania, Suiza, sur de Francia, Argentina y norte de África).
Zoe es hija de un respetado veterinario, que aspira a ejercer ese oficio y que, tras la muerte de su marido, queda en una precaria situación que la conducirá a padecer un sinfín de peripecias. Es una auténtica heroína y enamora al lector con su carácter noble, valiente y generoso. Pero lo mejor del libro es que, de su mano, aprendemos en qué consiste una unidad canina sanitaria de Cruz Roja y el papel que cumplió en la contienda localizando heridos o minas y, en definitiva, salvando a personas de una muerte segura.
Luther es otro veterinario experto en genética, obligado por los nazis a emplear sus conocimientos en la cría y entrenamiento masivo de perros de guerra, agresivos, de enorme crueldad, preparados para el ataque y para ejercer de guardianes de los campos de concentración. También se le encomendó la tarea de recuperar viejas razas caninas desaparecidas, auténticamente alemanas, a partir de sus posibles descendientes. Se sabe que cuando la Legión Cóndor estuvo en España apoyando las fuerzas de Franco, aviones enteros fueron embarcados de perros perdigueros con destino a la Alemania nazi.
En algún punto de este interesante relato, ambos protagonistas cruzarán sus vidas y protagonizarán juntos aventuras llenas de peligros. Enseñarán a los alanos a ser perros mensajeros a través de rutas impracticables de los Pirineos, ayudando a los servicios de espionaje de la República. El libro es un homenaje a los perros y sus enormes capacidades, a la profesión veterinaria que nos la muestra el autor bajo una perspectiva muy atractiva, y, en especial, a la mujer veterinaria y, a pesar de un final demasiado complaciente con el lector y algunos pasajes poco creíbles, la novela se lee con enorme agrado por lo que cuenta y por cómo lo cuenta, con una estructura y una prosa ágiles y visuales.
Una lectura muy recomendable.

María García-Lliberós


Mapa de visitantes


Visitor Map