martes, 20 de septiembre de 2011

"Caligrafía de los sueños", de Juan Marsé



Ed. Lumen, 2011 y en Círculo de Lectores, 2011.
440 y 436 páginas, respectivamente 22,90 € y 20,90 €, respectivamente.


Con esta novela, Marsé, se pasea de nuevo por los escenarios literarios que más ama y que mejor ha descrito: los barrios de Barcelona en los que reside la clase baja en la época de la posguerra y reina la escasez, el racionamiento, el estraperlo, el contrabando, el miedo y la pobreza. De entre esa población, que se sabe vencida de la Guerra Civil, y que conoció en su infancia y juventud, entresaca sus mejores personajes.
“Caligrafía de los sueños” tiene un comienzo deslumbrante e ingenioso. Su primer capítulo es tan bueno que elimina cualquier prevención del lector y lo predispone a disfrutar de la lectura porque le hace tomar conciencia de que tiene entre sus manos una buena historia. La señora Mir, Victoria, una enfermera frustrada que ejerce el oficio de sanadora, ajena a cuanto le rodea, marcha decidida a unas vías muertas del tranvía y se tumba sobre ellas dispuesta a un suicidio imposible. El hecho dará que hablar, porque lo que hace la señora Mir siempre ha dado que hablar en el barrio, y sirve para mostrarnos a este personaje entrañable, desequilibrado, herido, una mujer romántica con una hija soltera y un marido ausente, que anhela ser amada y ama, a su vez, sin contención ni pudor, sin protegerse de la maldad ajena, ni de la que pueda encontrar en su propio hogar, sin achicarse ante el desdén generalizado de quienes la rodean. La señora Mir será uno de los personajes de Marsé que pasarán a la posteridad, como el Pijoaparte de “Últimas tardes con Teresa”, porque está lleno de humanidad, es vulnerable, candorosa y aguerrida a un tiempo, dispuesta a luchar por un instante de felicidad, aunque sea engañoso, hasta el final.

“Caligrafía de los sueños” no es sólo una historia sobre la fatalidad, sino también de iniciación sentimental y del despertar de un escritor. Ringo, el joven que juega con sus amigos a construir aventis, unas pequeñas historietas que ellos protagonizan en las que se transmutan en héroes de cine que, casi siempre, tienen que rescatar a la mujer de sus sueños, secuestrada y medio desnuda en manos de los enemigos. Es fácil ver en Ringo, el chaval solitario y fantasioso que se apropia del nombre de un héroe del western americano, al propio autor de adolescente –en alguna entrevista ha declarado que es ésta su novela más autobiográfica- aprendiendo el oficio de novelista de la observación de la vida misma, desde su puesto en el bar junto a la ventana, y de sus ensoñaciones para huir de ella, descubriendo que se puede vivir, e incluso mejor, en la ficción y que la realidad inventada pueden ser tan importante como la recordada.

Una novela muy bella que no decae en ningún momento.

Otras novelas de Juan Marsé (Premio Cervantes 2008) que también me han gustado mucho: “La muchacha de las bragas de oro”, “La oscura historia de la prima Montse” y “Rabos de lagartija”, y que muestran elementos comunes con “Caligrafía de los sueños”.

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