miércoles, 23 de noviembre de 2016

"El pasado no existe", de Justo Serna

Editorial Punto de Vista editores, 2016.        

226 páginas.

Al título enigmático de este libro añade su autor, el historiador cultural -¡qué hermosa expresión!- y catedrático de Historia Contemporánea Justo Serna, las palabras “Ensayo sobre la historia”. Es un ensayo sobre la historia entendida como una disciplina académica, un proceso de investigación sujeto a protocolos exigentes que garanticen su rigor, un relato consecuencia de esas indagaciones previas y,  también, es algo más. Es un ensayo sobre la figura del historiador, su actitud ante su trabajo y su responsabilidad con la sociedad.
A los historiadores profesionales se les conoce poco. Encerrados en sus Universidades, dedicados a impartir clases, dirigir tesis o a escarbar en archivos los legajos del pasado, cuya información sustentarán sus próximas publicaciones dirigidas, en primer lugar y en ocasiones en único lugar, a sus colegas, parece que se mantienen al margen del curso de los acontecimientos que afectan a la sociedad y que pasarán, en breve, a ser históricos y, en consecuencia, material de sus estudios. El profesor Serna, con un lenguaje asequible, tiende un puente hacia el mundo no académico, se nos muestra, y nos ofrece un pensamiento inquieto, rebelde y reivindicativo.                                                  
Justo Serna, historiador cultural.
Me han gustado bastantes cosas de este ensayo: la sorpresa por la variación de temas que aborda; la forma como lo hace, con un engañoso desorden, como si se hubiese permitido el gusto (y el lujo) de dejar que los pensamientos fueran fluyendo de su mente y de ésta a la pluma, sin encorsetarlos en un esquema premeditado; la defensa a ultranza del rigor científico y la mayor defensa, si cabe, de la necesidad de relatar con una prosa cuidada, con auténtico estilo capaz de seducir al lector más exigente. Se acerca mucho a los escritores de novela, a pesar de que estos últimos se zambullen en la mentira –toda ficción lo es- y el historiador pelea por mostrar la verdad. Ambos, sin embargo, se someten a la prueba de la verosimilitud y belleza del relato. El autor cita a los novelistas que más pueden haberle influido: Antonio Muñoz Molina, Javier Cercas, Umberto Eco, entre otros.
El pasado no existe, es cierto, pero ha existido y el peso del mismo se deja ver en todas nuestras manifestaciones individuales y sociales. Conviene conocerlo porque el progreso está cimentado en el saber acumulado por anteriores generaciones. No sólo para no repetir errores, algo a lo que tan aficionados somos los humanos, sino para vivir mejor. Lo que también conecta con otra obsesión de Justo Serna, la del papel de los intelectuales en la conformación de la opinión pública, su gusto por escribir en prensa y las diferencias que se plantea cuando se dirige a un público ajeno al mundo universitario. En este sentido resultan muy esclarecedoras las tres entrevistas que le realizaron en 2007, 2009 y 2012, por María Canelles, Liriana Carrera y Alejandro Lillo, respectivamente, que se incluyen en la última parte del libro.
La lectura de El pasado no existe me ha proporcionado unas horas de ejercicio intelectual placentero, por las cuestiones que plantea, por sus respuestas y, como parte del público no académico, me ha reconciliado con el género ensayístico. Buenas razones para sugerirles que lo lean.
María García-Lliberós 


lunes, 21 de noviembre de 2016

El escritor Julio Cristellys Barrera habla de "Diario de una sombra", novela de María García-Lliberós

El pasado jueves 24 de noviembre de 2016 se presentó en Zaragoza, en la Casa del Libro, mi última novela Diario de una sombra (Editorial Sargantana, 2015). Hizo la introducción el escritor aragonés Julio Cristellys y éstas fueron sus palabras:

Julio Cristellys
     La carrera literaria de María García-Lliberós está jalonada de importantes premios literarios como el "Gabriel Sijé", el "Premio de la Crítica Valenciana" y el "Premio de novela Ateneo de Sevilla". De aquí que la publicación de una obra suya vaya acompañada de interés y expectación ,transmutados en elevadas cifras de venta de ejemplares.
     Así ha sucedido con Diario de una sombra, novela que ya ha alcanzado la tercera edición, algo que no es de extrañar pues la escritora tiene la habilidad de brindar a sus lectores una historia interesante y entretenida, a la par que muy actual, sin dejar de lado las exigencias formales de una buena obra literaria.
     Amante que soy de la novela realista de la segunda mitad del siglo XIX, me ha sorprendido gratamente encontrarme con una trama eterna -la del burlador-, que la novelista ha sabido adecuar a las exigencias estilísticas y argumentales de la presente centuria.
     Componen dos partes la novela: una la del narrador omnisciente, imprescindible para familiarizar al lector con los aspectos más contemporáneos del devenir de los personajes de la historia, tanto en el planteamiento como en el nudo y desenlace del tema a contar; otra, esencial para completar la anterior, consistente en el monólogo interior de esa "sombra" a la que alude el título, una sucesión de hechos que nos serán confiados en forma epistolar y con la lectura de un diario.
     Precisamente, el "stream of consciousness" de ese fantasma al que la novelista denomina "sombra" trae a la memoria del lector, por el estilo y asunto tratado, ecos de los mejores pasajes de Stefan Zweig o de Sándor Marai: a nadie dejará indiferente esa voz llegada de otros años y sin interlocutor.
Por otro lado, el sujeto tratado en el bloque destilado por el narrador omnisciente, el lector asistirá, cual espectador de una película, al devenir existencial de unos personajes en plena actualidad.
    Si en la obra reseñada encontramos temas, no ya contemporáneos, sino eternos, tales como el amor burlado, la ambición la mezquindad, sería importante que se indicara que María García-Lliberós ha conseguido con su novela realista, sazonada con aderezos del mejor melodrama victoriano, que el lector asista al cambio generacional de quienes, nacidos en la década de los años 50 del pasado siglo, descubrieron la libertad de costumbres propia de otros países europeos y paulatinamente, sin la rapidez alardeada por algunos, se hubieron de ir adaptando a la velocidad de los aires que nos llegaban allende los Pirineos.
Julio Cristellys Barrera.

Julio Cristellys es autor de las novelas Madrugada (2008) y Marejada (2014), ambos publicados por Huerga & Fierro Editores.

Unas fotos para el recuerdo de la presentación en Zaragoza.




sábado, 19 de noviembre de 2016

"La otra Libertad", de José Morán

Ediciones Vitruvio y Nostrum, 2016.                       
357 páginas. 20,00 €, en papel.

La otra libertad es una novela histórica, ubicada en Cuba cuando se iniciaba la Guerra de los Diez Años (1868-1878), la primera guerra de independencia cubana contra la metrópoli española. Comenzó en la noche del 9 de octubre, en una finca perteneciente a Carlos Manuel de Céspedes, nombrado general del ejército independentista, nutrido por esclavos negros a los que se les sedujo con la promesa difusa de conseguir la libertad. Terminó con el Pacto de Zanjón, donde se establece la capitulación del ejercito cubano frente a las tropas españolas. Cuba no consiguió ni la independencia ni la abolición de la esclavitud.
La acción que nutre el argumento de la novela hinca sus raíces en el contexto socio político de la isla en aquella época, regida por un Capitán General con un poder absoluto. El anti españolismo lo fomentaba la política impositiva abusiva por parte de la Corona, la prohibición a los cubanos del derecho de reunión, la ausencia de libertad de prensa, la falta de legalidad para formar partidos políticos. Todo ello agudizaba la confrontación colonia-metrópoli.
José Morán
La novela está narrada en tercera persona pero el interés de la misma crece al tomar como protagonista a Pedro Montejo, un esclavo de la Hacienda Sitges, emplazada a 50 km de Santiago, dedicada al cultivo y laboreo del café, y su mujer Juliana. Un matrimonio modélico en el que se cebarán un sinfín de calamidades. De esta forma, se combina el punto de vista particular, el de los héroes anónimos, con el de los protagonistas de la Historia cubana.
El diseño de estos dos personajes es, tal vez, el elemento que más brillo da a este relato. Montejo es una persona que no se deja seducir por nadie, que tiene miedo a quedarse como está (la crueldad ejercida en el trato con los esclavos en la hacienda es tremenda) y a cambiar su situación, siempre a peor. Detesta la violencia, la que se ejerce contra él y su familia, y la que pudiera ejercer él contra otros. Odia la guerra, odia las armas, no quiere matar a nadie. Sabe ser compasivo y tiene un hermoso concepto de la amistad. Me ha recordado la figura de Gandhi en la India. Ama la vida, a pesar de que ésta sólo le ofrece sufrimiento. Cree posible comprar su libertad tras decenas de años de trabajo esclavo. Pero no podrá evitar verse arrastrado por la situación, aunque no crea que luchando bajo el mando de amos independentistas acabe consiguiendo la libertad.
La novela penetra en los comportamientos de la comunidad negra de esclavos, donde impera la solidaridad entre ellos pero, también, la traición, la delación, incluso calumniosa, a cambio de mínimos ascensos, con consecuencias terribles, constatando que la maldad humana es una mala hierba demasiado extendida.
Juliana, la esposa dulce, amorosa, la esclava sumisa, la madre frustrada que reacciona con una capacidad de liderazgo nueva y de organización a través de las mujeres, ante una injusticia que la afecta de cerca, una reivindicación de mejoras higiénicas para sus hijos pequeños, que los españoles abortarán, con tal ferocidad, que sembraron a la par terror y un odio que fructificaría más adelante.
Las figuras de Pedro Montejo y Juliana son ficticias y, a la par, verídicas, a pesar de la bondad de Pedro, excesiva, de su posición de hombre de paz y de palabra en un tiempo y lugar en que no se le escuchaba y se imponía el ruido del látigo o de los machetes.
Una novela apasionante, muy bien escrita, eso se aprecia desde la primera página y no decae hasta el final, cuidada la prosa, trabajado el argumento, que se lee con interés creciente y que recomiendo con entusiasmo. 
María García-Lliberós.





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