miércoles, 22 de enero de 2014

"Blonde", de Joyce Carol Oates

Rodrigo Muñoz, seguidor de este blog, hace esta recomendación.

"BLONDE", de  Joyce Carol Oates 
Editorial Alfaguara, 2012.
936 páginas.
26,00 €, en papel. 9,99 €, edición electrónica.


     Segunda novela que leo de esta excelente autora americana. 
   Sin ser una biografía de Marilyn Monroe, se documenta en hechos reales y, de manera muy convincente, imagina lo que pudo ser su manera de pensar y de actuar. Narra su (lamentable) vida, desde su infancia hasta su muerte. Pone a parir a los directivos de Hollywood, a los actores que trabajaron con ella – a uno de los pocos que salva es a Marlon Brando- y a los políticos entre ellos a John Fitzgerald Kennedy que, por cierto, lo retrata como un condenado hijo de cien padres. Excelente prosa, por lo que sus casi mil páginas se leen sin que el lector se canse, aunque en algún momento sí que aprecié que quizás fuese demasiado extensa. 
De lo que no cabe la menor duda es de que la Oates adoraba a Marilyn. Y los lectores acabamos adorando a Oates.

R. Muñoz.



Gracias, Rodrigo, por colaborar en el blog.
He empezado a leer este monumento literario dedicado a Marilyn y, cuando lo acabe, aportaré también mi comentario. 
M. G-LL.

domingo, 12 de enero de 2014

"La casa del fin del mundo", de Luis Veres

Ed. Denes, SL. Valencia 2013.

92 páginas.

 Novela corta estructurada en cuatro capítulos que aborda, a modo de monólogo, temas trascendentales que nos afectan a todos. Buen ejemplo de un realismo intimista de clase media. La voz narrativa habla en segunda persona y se dirige a un hombre de más de 60 años, que más adelante se descubrirá como el padre, agonizante o ya muerto, pues el relato mantiene unos límites difusos entre realidad e irrealidad, para ayudarle a recordar su vida. Se trata de un fracasado aspirante a autor de teatro y buen cómico que quedó en profesor de instituto para sacar
adelante a su familia. La voz es implacable, crítica con la sociedad actual, decepcionada, convencida de que vivir es una sucesión de insensateces, errores, inseguridad, y miedo. Parece que de la derrota del padre eche la culpa a los otros y las circunstancias, una actitud que sólo ocurre en esta primera parte.
En la segunda el hijo sacude al padre en un reproche continuo que, en cierta forma, es un reproche hacia sí mismo, al comprobar que las decisiones equivocadas se repiten a través de las generaciones. Le acusa de haberle educado sin convicción. Contrapone lo que anhelamos ser en un momento y no pudimos, con lo que somos, profundiza en las causas de la derrota, las contradicciones entre deseos simultáneos -¿por qué te casaste tan joven, tuviste hijos en seguida y te cargaste de deudas?, ¿por qué te pusiste la argolla al cuello, perdiste la libertad y, con ella, la posibilidad de ser feliz?- rodeados de una atmósfera mentirosa, cruel, metidos en un proceso liderado por el reclamo del dinero que nos va convirtiendo en insignificantes.
En la tercera parte, recuerda épocas decisivas para ambos. La de la muerte de la madre o esposa, los meses anteriores de enfermedad y deterioro y los posteriores, anegados de la sensación de pérdida, desamparo, irreversibilidad, sentimiento de culpa por no haber hecho más, de ira, de impotencia ante el destino, de incomprensión.
Finalmente, cambia el punto de vista y, al final de su discurso adopta el papel de padre para explicar que el olvido es una empresa imposible porque los recuerdos, los que quieres enterrar, te asaltan de improvisto, como una penitencia perpetua. Ahonda en el origen de la desgracia personal y la adversidad.
Una novela filosófica, intensa, con mucha carga de pensamiento y bastante amargura. Densidad de la prosa acentuada por la ausencia de diálogos que, sin embargo, te va atrapando y envolviendo como haría una araña habilidosa, porque el lector, convertido en oyente, reconoce la voz hostigadora de la conciencia, pegada a la vida y, por tanto, a la muerte, ese asunto sobre el que preferimos no pensar pero sabemos que anda al acecho.

             Está muy bien escrita. Había leído dos novelas anteriores del autor –El hombre que tuvo una ciudad (1998) y El cielo de cemento (1998)- y en ambas fluye una visión pesimista sobre el género humano. En ésta última profundiza y analiza con mayor rigor, como si el autor se hubiera visto obligado a madurar de prisa. Recomendable, por supuesto.

             Reseña publicada en POSDATA, suplemento cultural de LEVANTE, el 10 de enero de 2014.

Mapa de visitantes


Visitor Map