lunes, 21 de diciembre de 2009

"El viajero del siglo" (Club de lectura ENERO 2010)


“El viajero del siglo”

de Andrés Neuman.

Ed. Alfaguara, 2009. Premio Alfaguara de Novela 2009.

531 páginas.

Premio Nacional de la Crítica 2009.

“El viajero del siglo” tiene mucho de novela realista e histórica y, también, de literatura fantástica. Escrita con una prosa de gran calidad, lírica, trufada de metáforas creativas, evoca en algunos momentos, el lenguaje de los cuentos, con numerosas referencias cultas y se apoya en un selecto grupo de personajes con carácter.

Wanderburgo, el escenario de esta novela, es una ciudad centroeuropea imaginaria,de habla alemana, que no sabe bien dónde están sus fronteras (ha sido sajona, prusiana, medio francesa, casi austriaca, representa la tragedia de los ciudadanos que a causa de la desintegración del imperio austro-húngaro, la revolución rusa, las guerras balcánicas, etc. a lo largo de su vida han pertenecido a diferentes naciones), sigilosa, con poca luz nocturna, habitada por gente ordenada y que parece que sus calles se desplazan de un día para otro. Los hechos que nos cuenta podrían ubicarse en la primera mitad del XIX.

Hans, el protagonista, de oficio viajero y traductor, llega para pasar una noche y proseguir camino, pero algo lo mantendrá atrapado en Wanderburgo durante el año en que transcurre la novela.

Conocerá al organillero (un outsider), con el que tejerá una extraña amistad. Entre ellos conversan “como si ya se hubieran dicho todo lo que no se habían contado”. El organillero, un filósofo y crítico social sin proponérselo, sabe escuchar, posee un pensamiento puro, ajeno a cualquier interés, razona con una lógica aplastante y choca con los valores establecidos. Su filosofía está llena de esperanza y poesía. Vive en una cueva en la que recibe a sus amigos, entre ellos a Hans, y se producen tertulias sobre los problemas de los jornaleros y los pobres.

Se enamorará de Sophie, una feminista convencida de que los cambios en la intimidad de los individuos llevarán a un cambio en las funciones públicas. Razona con inteligencia y encanto, es una maestra de las relaciones públicas y una seductora que toma iniciativas. Con buenos modales consigue engañar a todos. En ocasiones fría y experimentada y en otras, apasionada. Una adelantada a su tiempo, capaz de separar placer y sentimiento, racionalista que, a diferencia del organillero, reflexiona basándose en los conocimientos aprendidos. En su salón, se discrepa sin levantar el tono.

Hay otros personajes interesantes: el párroco, que escribe un libro delirante sobre el “estado de las almas” de sus feligreses, Rudi Wilderhaus, prometido de Sophie y el mejor partido de la comarca, Álvaro de Urquijo, el empresario español instalado allí, el señor Gottlieb, padre de Sophie. Estos tres últimos, junto a otros menos relevantes, son asiduos al salón de Sophie. El salón toma una importancia enorme en la novela porque el autor, a través de los debates, desgrana su pensamiento sobre múltiples asuntos que tiene que ver con la formación de la personalidad europea (si es que ésta existe), que podrían pasar por actuales, cuando están contextualizados en el XIX. Como ahora, Europa sale de sus crisis volviendo al pasado (la solución conservadora), como si los países se pusieran de acuerdo para no cambiar nada. Son conversaciones vivaces, irónicas, de posiciones contrapuestas, bien documentadas. El autor hace un auténtico juicio a la historia de Europa, cuestionándola desde el sentido común, con suavidad y lucidez. Especial interés tiene para nosotros, las referencias a España.

La relación clandestina entre Sophie y Hans ocupa buena parte de la novela. Es una relación entre iguales que aman la poesía (el idioma de las emociones) . Son deshinibidos y las escenas de sexo se describen con frescura, elegancia y atrevimiento. “El viajero del siglo” es otra novela que cuenta la historia de un amor imposible (sin traicionar los intereses familiares ni las convenciones sociales), pero lo hace de una manera muy intelectualizada.

Deliciosa la primera aparición de Sophie ante el anhelante Hans -“la falda susurraba por el pasillo”-, la conversación, sin palabras, en presencia del padre, interpretando los movimientos del abanico en manos de Sophie que reaccionaba ante cada una de sus frases -“el abanico se desplegaba como una baraja que había empezado a mezclar la suerte”-, una páginas magistrales (la 45 y 46) en la que Neuman muestra auténtico talento.

La novela tiene una trama densa y ambiciosa. El lector que comience a leerla debe saber que exige atención, constancia y cierta lentitud para extraerle el goce y la sabiduría que contiene.

Pero no es perfecta. Sorprende que un autor de 32 años escriba una obra tan erudita y eso, el exceso de erudición, merma agilidad a la lectura que, en algunos pasajes, se hace pesada. Asimismo, hay una intriga policial sobre un violador enmascarado en serie que de tanto en tanto salpica el texto, prescindible por completo. Por contra, despierta curiosidad sobre el pasado de Hans que éste oculta con celo y que no llega a descubrir al lector, generando frustración (revelar que no estudió en la universidad de Jena no parece de suficiente entidad para tanto misterio). Asimismo, los encuentros clandestinos diarios en la habitación de Hans en la posada, con la hija del posadero entrando sin llamar para llevarles el té, no se sostienen -¿qué tipo de discreción o clandestinidad es ésa?- aunque debo reconocer que he disfrutado mucho con ellos, con su sentido del humor y la mezcla de picardía e inteligencia de los diálogos.

A pesar de estos reproches, estamos ante una gran novela, con páginas magistrales, en las que hay pensamiento y acción. Neuman nos habla del mercado literario del XIX con una perspectiva crítica actual, de política e historia, de la amistad, el amor, el enamoramiento y la función de la infidelidad, y de la muerte (un acorde oscuro, que oyes, sientes y vas reconociendo lentamente, como explica el organillero moribundo), aportando siempre un punto sensato, como si lo extraño fuera no habernos dado cuenta antes. Lo hace con una prosa bella y se nota que hay detrás muchas horas de trabajo porque esa sencillez formal cuesta de conseguir.

“Las despedidas nos devuelven al único territorio que de verdad nos pertenece: la soledad”, frase se encuentra en la última parte. Sintetiza la esencia del individuo. Sophie se irá de Wanderbugo, al igual que Hans, pero el lector ha de adivinar si lo hacen juntos.


María García-Lliberós



jueves, 10 de diciembre de 2009

"El maestro de almas", de Irène Némirrovsky

http://www.librosyliteratura.es/imagenes/maestro-de-almas.jpg
"El maestro de almas"
de Irène Némirovsky
Editorial Salamandra, 2009
Traducido del francés por José Antonio Soriano Marco.
221 páginas

De Irène Némirovsky había leído tres novelas -"El baile", "Suite francesa" y "El ardor de la sangre"- publicadas por la editorial Salamandra, suficiente para tenerla en la lista de autoras a seguir. Debió ser una mujer muy interesante, con una mirada sobre el mundo incisiva y personal.
En "El maestro de almas" destacaría la creación de los personajes, pocos y muy elaborados, la filosofía de la vida que cada uno tiene para dirigir su conducta. El protagonista, Dario Asfar, es un emigrante procedente de Crimea que, tras muchas penalidades, se instala en París. Admira y ama la cultura francesa y, al mismo tiempo, la odia al sentir que nunca será considerado uno de los suyos, a pesar de ser médico, famoso y rico. Némirovsky padeció esa experiencia pues procedía de una familia judía rusa instalada en Francia. Por eso sus novelas insisten en hablarnos del desarraigo. Dario ha conocido la miseria y el hambre, necesita dinero y no retrocederá ante cualquier posibilidad por conseguirlo. Divide la sociedad en dos bandos, los saciados y los hambientos (o los que han conocido el hambre), y las diferencias entre ellos son tan abismales que les impide la comunicación, como si carecieran de un lenguaje común. Es lo que le ocurre con su propio hijo. Piensa, con lucidez, que éste le perdonará todo lo indigno que ha hecho por él si le lega una importante herencia.
Me gusta la prosa de esta autora porque no es complaciente, va directa al grano, desnuda los interiores del ser humano para descubrir sus sentimientos, ambiciones y anhelos. Está claro que en el interior de cada uno se cultivan las contradicciones. El buen escritor es el que nos las sabe hacer llegar tocándonos el corazón. Ocurre con este libro.
Hay lagunas en la novela. Por ejemplo, no nos explica cómo Dario consigue ser médico procediendo de un medio tan mísero. Quizás no tenga tanta importancia como darse cuenta de que sin apoyos, en un país extraño, con un título en las manos, la carrera comienza con nuevos obstáculos.
Ambientada en el período entre guerras, la historia les podrá parecer actual a los emigrantes del siglo XXI. Nuevos hambrientos se enfrentan a nuevos saciados, y el ciclo se repite, porque el ser humano parece empeñado en no aprender de la experiencia.
Amarga y conmovedora.

martes, 8 de diciembre de 2009

"Dido reina de Cartago"

Dido. Reina de Cartago

Isabel Barceló Chico

Es ediciones, 2009

282 pág.

El relato rescata a Dido, reina fenicia de Tiro, ciudad de la que huyó, junto con sus seguidores, para evitar una guerra, después de que su hermano Pigmalión asesinara a su marido. Emprenderán un viaje en busca de tierras para fundar Cartago.

Isabel Barceló, autora de la recreación literaria de esta historia ocurrida hace tres mil años, se oculta tras la narradora, Imilce, nieta de la nodriza de Dido, testigo infantil de aquellos hechos. Ahora es una anciana instalada en Cartago que se empeña en dejar constancia escrita de los orígenes de su ciudad. Ayudada por un joven escribano, recurrirá a su memoria y consultará a otros sobrevivientes de aquella aventura, y a los hijos de éstos que oyeron los testimonios de sus padres, para, entre todos, reunidos en la plazuela del Granado, ir entresacando la verdad entre las leyendas forjadas en torno a Dido. La novela es el resultado de este esfuerzo plural y plasma el punto de vista fenicio de unos acontecimientos difundidos hasta ahora en su versión troyana, la de los fieles a Eneas.

La lectura de Dido. Reina de Cartago me ha resultado muy grata y no dudo en recomendarla. Un argumento sólido y bien escrito, con una prosa armónica, culta, precisa que fluye con facilidad. Los personajes perfilados con acierto, resultan creíbles, los humanos y los divinos -Juno, Venus, Cupido intrigan por su cuenta e interfieren en el destino de los protagonistas-. Los diálogos están llenos de frescura, en los que la tragedia se mezcla con metáforas ingeniosas y abundante sentido del humor. La convincente ambientación histórica se ha conseguido con sencillez sin merma del tono épico exigible. La mezcla de géneros -novela de viajes y aventuras (que evoca la de Ulises), de amor e histórica- mantiene justas proporciones.

Isabel Barceló, autora del blog “Mujeres de Roma”, es una innovadora y se ha aprovechado de las nuevas tecnologías para ampliar sus técnicas de escribir, pues conforme iba elaborando su obra la fue dando a leer, al tiempo que pedía colaboración. Hasta 70 personas respondieron de forma activa, de manera que el blog ha hecho las veces de la plazuela del Granado, con excelentes resultados.

Dido fue inteligente, bella, pacífica, con capacidad de mando, leal a su pueblo, apasionada, frágil ante el amor y la traición de Eneas. Poseía las cualidades de una heroína y se merecía atención literaria. La que le ha proporcionado Isabel Barceló (y sus blogueros) con trato exquisito, imaginación creativa y rigor histórico.

María García-Lliberós.


Esta reseña ha sido publicada en POSTDATA, el suplemento cultural de LEVANTE-EMV, el 04.11.09

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