miércoles, 20 de junio de 2018

"Mujeres de Roma. Heroísmo, intrigas y pasiones", de Isabel Barceló Chico.


Editorial Sargantana, 2018.

458 páginas.

De Isabel Barceló Chico he leído todo lo que ha publicado, siempre con gusto e interés. Tiene una prosa fluida, un lenguaje rico que se adapta a todo tipo de matices, de la ironía a la pesadumbre, de la cólera a la risa, y con la capacidad de contagiar al lector esos estados de ánimo. La descubrí en 2009 con una novela histórica deliciosa, Dido Reina de Cartago. Cuatro años más tarde publicó La muchacha de Catulo, novela corta ubicada en la Roma del año 56 a.C. Con ellas, y con una serie de novelas cortas sobre héroes de la mitología griega publicadas por la editorial Gredos, puso de manifiesto sus vastos conocimientos sobre la antigua Roma y la antigua Grecia, y sus aptitudes para compartirlos aunando el respeto por los hechos históricos con la fabulación.
Isabel Barceló Chico
Mujeres de Roma. Heroísmo, intrigas y pasiones es su obra más ambiciosa hasta el momento, y su publicación ha supuesto un salto de gigante en su trayectoria literaria. Un libro de difícil clasificación pues aunque sin duda es un ensayo histórico que atañe a la ciudad de Roma, la autora no ha renunciado a la ficción cuando penetra en el interior de algunas heroínas en momentos trágicos para mostrarnos los sentimientos que anidan en sus almas, las reflexiones que sustentan sus conductas y las pasiones que mueven sus sacrificios, aspectos literarios propios de la novela.
El elemento más interesante de este libro y que lo hace único, es su estructura. Pues esta historia de la ciudad de Roma no atiende un criterio cronológico o temático de los hechos, sino a otro geográfico. Por eso es conveniente leerlo con un plano al lado (cosa que no hice pero haré en una relectura). Asumido esto, nada más lógico que iniciar el relato por la vía Appia Antica, urbanizada en el año 312 a. C. de entrada a la ciudad para los viajeros procedentes del sur, magnífica, de trazado recto atravesando una campìña hermosa, animada a sus lados de villas suntuosas, tabernas y casas de posta y, también, sepulturas monumentales, como la de Cecilia Metela, una de las pocas que han sobrevivido al paso de los siglos, lo que da pie a la autora para contarnos la historia de Cecilia y relatar, de paso, cómo las mujeres casadas de Roma adquirieron, a principios del siglo IV a. C. el derecho a ser honradas con un funeral público. Vamos descubriendo así los principales secretos metodológicos de esta obra que se preocupa, preferentemente, de las mujeres, protagonistas, junto a los hombres, de la historia de Roma pero mantenidas hasta ahora ocultas en los libros de Historia, una aportación que les hace justicia. El otro aspecto que quiero resaltar es que profundiza no sólo en los acontecimientos históricos, sino en las costumbres, la moral, la filosofía de los ciudadanos romanos, su manera de entender la justicia y de ejercer la política, sus relaciones con los dioses, detalles sobre la cotidianidad de sus vidas. Pues este libro se nutre de la tradición de la microhistoria, acercando la mirada de la autora a casos particulares para, a partir de ellos, obtener una perspectiva más general de la época.
Continuando por via Appia, a pocos metros de la tumba de Cecilia, se encuentran los restos de la de Séneca, pero Isabel Barceló dirigirá la mirada hacia Paulina, su viuda, otra mujer casi anónima y de enorme dignidad que intentó morir junto a su esposo, condenado por Nerón a quitarse la vida, y no lo consiguió.
Al principio de via Appia se encuentra la puerta Capena, el lugar de acceso a Roma por excelencia, donde, en el s. VII a. C., Horacia, una muchacha enamorada a destiempo, encontró la muerte. Era hermana del trillizo romano vencedor del duelo contra los trillizos Curiáceos albanos, uno de los cuales era su novio. Una historia llena de sabiduría –se evitó el enfrentamiento entre ambos ejércitos romano y albano- y de tragedia.
Las personas nacemos, vivimos y morimos. Los hechos importantes permanecen en la memoria, se transmiten oralmente o, en el mejor de los casos, se escriben para la posteridad. Pero las ciudades permanecen, crecen, en altura y en extensión, cambian el uso de los edificios importantes, a veces se construye sobre ruinas, algunos se rehabilitan o se protegen. Las huellas del pasado hablan. Este libro recorre la historia de Roma desde el siglo VIII a. C. hasta el siglo XIX, ubicando los acontecimientos vividos por sus héroes en su espacio físico. 
Así, en el Trastévere, al otro lado del Tibet, se encontraba la casa de recreo del gran Julio César, el Hortus Ceasaris, hoy mercadillo municipal. En ella vivió Cleopatra mientras estuvo en Roma. Excelente el capítulo del asesinato de Julio César por Bruto y las actitudes de Calpurnia y Porcia, esposas respectivas. Tiene tensión narrativa, es muy ágil y visual, esto es, muy novelesco. En ese mismo barrio del Trastévere viviría también santa Cecilia que murió martirizada. Para no olvidarla, sobre lo que fue su casa se levantó un templo. Vecina del Trastévere fue la bella Margherita Luti, hija de un hornero, modelo y amante del pintor Rafael en 1520.
Acompañando a Isabel Barceló por su minucioso recorrido romano,  antes de llegar a la Plaza de la Subura, se encuentra la empinada calle Salita dei Borgia, o la cuesta del crimen. Allí recordaremos a Vanozza Cattanei, amante del Papa Alejandro VI y madre de sus cuatro hijos Borja y el asesinato de Juan, duque de Gandía. Otras heroínas que, hasta llegar a 44, tienen cabida en esta selección son Gala Placidia, Cornelia, mujer de Tiberio Graco, santa Francesca Romana, Pero, hija de Cimón, un anciano condenado a muerte, a quien salvó del hambre amamantándolo en la cárcel y a quien los romanos le consagraron el templo Caridad Romana, o las sabinas, raptadas un 21 de agosto por Rómulo, para desposarlas. Hersilia se casó con Rómulo y así, cuando se garantizó la descendencia, comenzó la fundación efectiva de la ciudad.
Roma es una ciudad con mucha historia y con muchos hombres y mujeres cuyas vidas han transcendido sus existencias. Según la cita de F. Dupont con la que se abre el capítulo 17, “sacraliza los lugares, su memoria se arraiga en el suelo sagrado de la ciudad”. El trabajo que ha hecho Isabel Barceló Chico ha sido formidable, minucioso, coordinando sus conocimientos sobre la Historia de Roma, como la cuentan los libros convencionales, las leyendas, las novelas (hay una bibliografía al final interesante) con su conocimiento de la ciudad resultado de la observación directa y con su capacidad deductiva.
Mujeres de Roma. Heroísmo, intrigas y pasiones, se lee con avidez, está escrito con buen pulso, en algunos momentos emociona, sobre todo cuando pone en valor el coraje de las mujeres, su capacidad mediadora para conseguir la paz, los roles ejercidos en la historia de Roma que fueron la fuente de su prestigio. Además, remueve las ganas de volver a esa maravillosa ciudad para seguir por nosotros mismos el recorrido que con sabiduría nos propone la autora.
Un libro muy recomendable.
María García-Lliberós

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