Editorial Mondadori, 2008
Esta sorprendente novela merece más de una lectura. Al principio, durante bastantes páginas, me sentía desconcertada, atrapada en una trama confusa y fascinante que me impedía ver claro y, al mismo tiempo, me acuciaba a continuar leyendo. Vislumbré la luz en las espléndidas páginas (107 y 108) en las que describe un hermoso lago helado que parecía idílico, con gozosos patinadores que desconocían que debajo de la superficie había un basurero anegado de agua maloliente, o esas otras más espeluznantes en la que un conserje de universidad mantiene encerrados en un sótano una multitud de conejos ciegos y hambrientos que se devoran entre sí. Metáforas de la sociedad alemana una vez acabada la segunda Guerra mundial y renaciendo de sus cenizas.
Martínez es un argentino que pretende traducir al español las obras del anciano Hollenbach y viaja a Alemania para entrevistarse con él. Un asunto que irá complicándose y le obligará a desplazarse, en tren, por distintas ciudades siguiendo siniestras huellas, conociendo a oscuros personajes que en algún momento del pasado tuvieron que ver con el considerado como uno de los más importantes filósofos coetáneo del nazismo.
El relato es una especie de puzzle, de incursiones rápidas y precisas en distintos ambientes, de flashes sobre escenas concretas de la vida cotidiana, de retrocesos al pasado, de interpretaciones individuales de una memoria selectiva que desea olvidar. En algunos momentos Martínez recuerda un detective ingenuo que es lanzado como una pelota de uno a otro con la única intención de que no alcance jamás su objetivo, y el ritmo y el tono de la prosa, así como el misterio que envuelve a los personajes contribuye a asemejarla a una novela negra, si no fuera por su mayor carga de profundidad. Porque El comienzo de la primavera nos habla de la complicidad de la élite de profesores universitarios con el nazismo, por motivos tales como conservar el puesto de trabajo, evitar ir al frente o salvar la vida de una esposa sin credenciales de raza. Sabían lo que estaba ocurriendo, nadie era inocente, por eso la culpa la arrastrarán sobre la conciencia. Nos habla también de la disposición del pueblo alemán para asumir la culpa colectiva y la mala memoria como individuos para la responsabilidad personal. Y lo hace poniendo el foco sobre la familia Hollenbach –el filósofo, su mujer, su hija y su suegro- y otras personas como el pintor con talento Pechstaedt, obligado a disolverse en lo anodino para sobrevivir, o la poderosa esposa de Göring, de soltera una actriz de medio pelo, de tan sutil inteligencia que programa con éxito la venganza futura de una ofensa privada a través del enaltecimiento público.
Una novela interesantísima, con una estructura diabólica que exige del lector la máxima concentración lo que, por otra parte, consigue por méritos propios. Está en la estela de la atractiva película La vida de los otros (2007), del director y guionista Florian Henckel von Donnersmarch, que trata el control ejercido por la policía política sobre los círculos intelectuales en la extinta RDA. Para algunos expertos en memoria histórica, y ante quienes afirmaban que con el fin de
Hola, buenas noches, he llegado hasta aquí por accidente cuando estaba hablando con mi hermana por teléfono y un mosquito se ha parado en la pantalla del móvil, echaré un vistazo a tu blog [el mosquito ha muerto, lo he chafado]
ResponderEliminar"El comienzo de la primavera" ha sido el comienzo de una pesadilla que se desarrolla sin pausa ni descanso a lo largo de 240 plomizas paginas. No se la recomiendo ni a mi peor enemigo.
ResponderEliminarEstá claro que a Anónimo no le ha gustado nada la novela y lo lamento, pero, ya se sabe, sobre gustos no hay nada escrito y sobre lecturas, algo tan subjetivo, menos. Sigo pensando que la novela merece atención, aunque reconozco su estructura enrevesada y su lenguaje alambicado. Justo lo que más me ha interesado.
ResponderEliminarDos años más tarde, y habiendo terminado la novela, puedo decir que ese anónimo del 18 de agosto de 2010 no tiene ni idea de lo que es literatura. Esa es mi opinión, para el que la quiera.
ResponderEliminarSalutacions d'un valencià a l'exili.