miércoles, 25 de abril de 2018

"Tierra de campos", de David Trueba


Editorial Anagrama, 2017.    
David Trueba
404 páginas.

Tierra de campos es una novela contada en primera persona por Dani Mosca, un músico compositor de canciones de amor próximo a los 50 años, que ha sido hijo único, intelectual y poco deportivo. Lo hace mientras viaja en un coche fúnebre junto a los restos mortales de su padre, para darle sepultura en su pueblo. El relato toma la forma de memorias pues bucea en el pasado, desde los años en el colegio hasta su presente como cantautor de éxito, padre de dos niños y divorciado de una mujer japonesa. Tiene aromas de autobiografía -el padre muerto era vendedor ambulante, como el de Trueba; Trueba compuso canciones para Rosa Leon y otros cantantes- o de aprovechar experiencias de su vida para encajarlas en la trama. Conoce bien el ambiente falso que se mueve en torno a la música, el éxito y sus consecuencias, sobre todo si llega demasiado pronto. Al igual que en anteriores novelas, para contextualizar la historia, utiliza nombres de personas reales como Joan Manuel Serrat, Ana Belén o Luz Casal.  

En Tierra de campos tropezamos con las obsesiones literarias de Trueba: la importancia de los amigos –ahí están Gus y Animal- unidos por una lealtad y tolerancia mutua inquebrantable. Aunque en esta ocasión pone el foco sobre los valores más sublimes de la amistad y pasa de las aventuras como compinches. Hay una madurez en la exposición que se echaba en falta en Cuatro amigos, por ejemplo. La falta de comunicación con su padre y de comprensión por parte de ambos es otro de sus temas. La enfermedad de la madre que va perdiendo la memoria y nos muestra la decrepitud de la vejez.
Es un libro sobre las pérdidas que se van sucediendo a partir de un momento conforme pasa el tiempo de cada cual. La muerte de Gus y la del padre, la de Oliva, la primera mujer de la que se enamora y que lo deja por otro, y de la que solo se recuperará, aunque sin olvidarla, cuando conoce a Kei, la contrabajista japonesa. Y, finalmente, la pérdida como pareja de Kei. Porque el protagonista se siente incapaz para conservar el amor de las mujeres a las que ama y sigue queriendo. De nuevo, el tema es la soledad a la que está abocado el individuo a lo largo de su existencia.
Son temas serios, de un autor que se hace mayor. Follar casi pasa a segundo plano.
Tierra de campos es una novela que se lee muy bien. El autor domina una prosa que fluye con enorme naturalidad, los personajes están bien diseñados, tratados con ternura, y el hilo argumental, aunque va y viene sin seguir un orden cronológico, nunca se pierde. Sabe introducirnos en atmósferas desconocidas para la mayoría de los lectores y, al mismo tiempo, muy atractivas, como el mundo de la música y la vida en Japón, pues la novela transcurre en Madrid, en Tokio, y en múltiples lugares propios de las giras, además de en ese pueblo de Tierra de Campos en el que tienen lugar los hechos más predecibles de la novela. Estamos ante un autor que tiene un estilo reconocible.
Trueba transmite bien los sentimientos y sensaciones del artista al igual que la reflexiones, agudas, derivadas de un buen observador con los pies en la tierra, con una mirada irónica, en ocasiones, y hasta filosófica en otras. 
En definitiva, una novela que sabe acariciar la sensibilidad del lector y le dará que pensar. En mi opinión muy recomendable.
María García-Lliberós


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