miércoles, 15 de junio de 2016

"Esa puta tan distinguida", de Juan Marsé

Editorial Lumen, Barcelona 2016
235 páginas.
21,90 €, en papel; 12,99 €, en electrónico.

Marsé se mantiene fiel a su universo narrativo anclado en la Barcelona de barrio en los años negros del franquismo y con protagonistas extraídos de esa población que malvive entre trabajos de medio pelo y actividades en el borde de la delincuencia. Aunque introduce nuevos elementos que vienen de la singular estructura cronológica del relato: en la novela, un autor en 2015 (Marsé) escribe imaginándose a sí mismo en 1982 investigando un suceso acaecido en 1949. Las fechas están escogidas: de la degradación moral actual al pacto político de la Transición, y de ahí, a la degradación moral del franquismo.

La novela comienza con una entrevista periodística en la que figuran sólo las respuestas y en la que Marsé se define como laico y anticlerical, explica el origen de su vocación como escritor y se manifiesta enemigo de los nacionalismos. Deja claro que su novela trata de que la memoria puede falsearse o manipularse. Una extraña entrevista que, a manera de prólogo, condiciona la interpretación que de lo que sigue pueda hacer el lector.  
Pportada novela
Se inicia con el encargo al narrador de escribir un guion cinematográfico sobre el asesinato de la prostituta Carolina Brul, estrangulada con una cinta de celuloide de la película Gilda en la cabina de proyección del cine Delicias de Barcelona en 1949. Este suceso lo había novelado Marsé en el libro Si te dicen que caí (1973) y, precisamente, las inexactitudes respecto a los hechos provocó que recibiera la visita del asesino para protestar, lo que  ha dado lugar, después de más de 40 años, a esta segunda novela en torno al mismo caso, según ha contado el autor en los medios.
El escritor acepta el trabajo, a pesar de discrepar del director, un comunista que insiste en un adoctrinamiento trasnochado a través del cine, y del productor interesado sólo por los resultados de taquilla, y se esforzará por identificar los motivos para un crimen, hasta entonces ocultos, de forma que la novela se convierte en una crónica de la investigación. Leerá los expedientes sobre el caso en los archivos policiales, y mantendrá entrevistas con el asesino Fermín Sicart, que confesó los hechos sin recordar por qué lo hizo, debido a que fue paciente de un psiquiatra que le borró la memoria. Marsé ha querido recordarnos las prácticas del doctor Vallejo Nájera (el Mengele del franquismo), que pretendió curar a los prisioneros republicanos rojos de su izquierdismo con electro shocks.
Esa puta tan distinguida es una novela que contiene mucha reflexión ya sea sobre la censura, las palabras prohibidas durante la dictadura, y el lenguaje o sobre el proceso de escritura y las diferencias entre escribir un guión cinematográfico o una novela y sobre la manipulación de la historia. Hay mucha cultura y mitología cinematográfica. Aprovecha de paso para ajustar cuentas con un sector que conoce bien pues ocho de sus novelas han inspirado otras tantas películas.
Especial interés tienen los personajes. Junto con el propio autor protagonista y Fermín Sicart, se encuentra Felisa (inspirada en la actriz Thelma Ritter, que aparecía en Eva al desnudo y La ventana indiscreta), la asistenta del narrador, una mujer lista, socarrona, con sentido práctico y alegría contagiosa, cinéfila empedernida que introduce el humor en la novela. La puta ciega, Manolita, cuyo desarrollo del sentido del tacto enardece la fantasía de los clientes, es otro personaje impagable, existente en la imaginación de Marsé, que genera páginas delirantes que provocan la carcajada.
 Una novela que se lee con enorme facilidad por el lenguaje de prosa directa en primera persona y por la variedad de recursos empleados: la entrevista, el guión cinematográfico, los diálogos llenos de agudeza, la reproducción de fragmentos de expedientes policiales, las referencias cinematográficas, el sentido del humor. Aunque habrá lectores a los que les pueda resultar deslavazada o superficial. Una novela en la que permanecen las obsesiones de Marsé, su aversión al nacionalismo catalán, su oposición a la desmemoria colectiva y a la manipulación de la misma de la que Esa puta tan distinguida es su mejor parodia.
María García-lliberós




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mapa de visitantes


Visitor Map