martes, 23 de octubre de 2018

"Padres e hijos", de Ivan S. Turguéniev

Editorial Alba, 2015                                 

Traducción: Joaquín Fernández-Valdés.
288 páginas.


El inmenso atractivo de la literatura rusa se encuentra en que nos  descubre una sociedad muy particular y desconocida. Y la novela que fue escrita durante el siglo XIX permite vislumbrar las causas de la explosión revolucionaria que acaecería a comienzos del XX: una sociedad sin clase media ni proletariado industrial, una masa de campesinos hambrientos y analfabetos dominados por una Iglesia ortodoxa corrupta que, junto a la aristocracia con el zar a la cabeza, sustentaban un sistema decadente y medieval. Rusia ni tuvo Ilustración ni Renacimiento lo que la distancia de la evolución de otros países europeos. Esta novela fue escrita en 1862 tras la llamada liberación de los siervos (1861), un hito al que seguirían transformaciones más radicales hasta el estallido de la revolución bolchevique.                           
Ivan S. Turgueniev
El título, Padres e hijos, nos orienta sobre su objetivo, mostrarnos la relación entre dos generaciones pertenecientes a la clase alta de terratenientes agrarios. La de los padres, representantes del "hombre superfluo", cuya existencia está presidida por el aburrimiento, la ausencia de objetivos y, sobre todo, falta de actividad para emprender cambios que sí ven necesarios, y los hijos, o aquellos hijos que han abrazado el nihilismo como ideología. Turgueniev, precisamente, acuñó estos dos términos y definió al nihilista como la persona que no reconoce ninguna autoridad y solo cree en el conocimiento empírico.  
Yevgueni Bazárov, el protagonista, es un avanzado estudiante de medicina que encarna a la juventud rusa radical, positivista y materialista, que rechaza la religión y las convenciones morales y estéticas. Amigo y compañero de Arkadi Kirsánov, se enfrentará al tío de este, Pavel Kirsánov, ejemplo de hombre superfluo, devoto de las tradiciones que llegará a retarle en un duelo patético por resultarle insoportable su presencia, y menospreciará a Nikolai Petrovich Kirsánov, padre de Arkadi, pésimo gestor de su hacienda e incapaz de establecer relaciones racionales con los campesinos que trabajaban para él. "El campesino ruso sigue siendo ese desconocido misterio. ¿Quién es capaz de entenderlo?". Sin embargo, su hijo Arkadi iniciará un modelo nuevo más productivo.
Los nihilistas tenían un concepto pobre de las mujeres, las despreciaban, así como del amor galante y el matrimonio. No obstante Bazárov sucumbirá, a su pesar, ante una mujer hermosa, rica e inteligente a la que reconocerá su igual en una relación que, propia de los hihilistas, no llegará a nada. 
La publicación de Padres e hijos tuvo una enorme repercusión en la Rusia de su época. A Turgueniev le cayeron duras críticas, probablemente entre los que se reconocían retratados en estos estereotipos sociales, y tuvo una gran influencia sobre otros escritores.  Mucho se debió a la prosa clara y directa, al buen diseño de los personajes, a la naturalidad de los diálogos, a la forma como supo reflejar la mentalidad de la época  y a las reflexiones filosóficas que contiene. Entre ellas, sobre la indiferencia de la muerte hacia el mundo de los vivos. 
Una lectura recomendable.
María García-Lliberós  
       


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