272 páginas.
15,00 €
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En 1996, un
asesino en serie tenía amedrentada a la población de Valencia. Efectuaba sus
fechorías al caer la noche (de ahí el título), en espacios poco concurridos
como los aledaños al parque del Turia, y elegía sus víctimas entre el colectivo
de prostitutas o de entre el de homosexuales, como si tratara de hacer
limpieza, a su manera. No parece un asesino sofisticado pues se vale de su
instinto, sus manos y su capacidad para aprovechar las oportunidades. Sus
delitos no están planificados y, tal vez, sea esta característica
la que los haga imprevisibles y mantenga a los detectives faltos de pistas
para llevar a cabo sus pesquisas. Tampoco necesita tener una relación con la
víctima pues le sirven las deducciones que pueda hacer sobre sus conductas
derivadas de la observación. Los medios de comunicación y la gente en
general, acaba llamándole el asesino del empujón, pues de eso se vale, de
empujar a una despistada en el borde de una acera cuando pasa un autobús, o en
el andén del metro al llegar el tren, o a otro desde el pretil de alguno de los
puentes que atraviesan el parque. Es fácil matar y desaparecer a continuación.
Una novela de género,
con un asesino en serie que toma como escenario Valencia,
suma demasiados alicientes para no dejarla perder. El autor, Emilio Piqueras,
es de Albacete, pero conoce bien la ciudad del Turia y se mueve con soltura por
el barrio de Orriols, dónde ubica la residencia y puntos de reunión de los
principales personajes, las proximidades de las Torres de Serranos, las
cafeterías en el entorno del Ayuntamiento. Los protagonistas pertenecen a una
clase social media-baja, algunos con antecedentes familiares poco edificantes
que han influido en su desarrollo psíquico y social, y explican, sin
justificarlos, unos comportamientos, cuando menos, oscuros. Refleja la vida de
barrio desde el punto de vista de uno de ellos, el narrador. Esta voz alterna
con otra omnisciente cuando el relato requiere adoptar otra perspectiva.
Una ciudad
agitada por el miedo es una buena excusa para mostrar la conducta de la
policía, los políticos, los medios de comunicación y la ciudadanía ante unos
sucesos que les mantiene perplejos, frente a los que exigen medidas para que la
seguridad retorne cuanto antes, aunque éstas se ejerzan sobre un sospechoso
cogido por los pelos, víctima propiciatoria de esta locura compartida.
Novela ingeniosa que se lee bien (aunque se
leería mejor si la prosa y los diálogos estuvieran más cuidados), con
personajes conseguidos –César, el narrador, Loli y su madre la Coja (a la que
se le podría haber dado más juego), Suburbio
y el inspector Tejada (aunque la vulnerabilidad de éste ante ciertas mujeres lo
hagan parecer poco profesional), con un componente psicológico que le da
profundidad al argumento y un final poco convencional que se aleja de los
patrones del género. Entretiene.
Gracias, María, por tu reseña literaria. Te quedo enormemente agradecido.
ResponderEliminarSaludo