martes, 4 de octubre de 2011

"Solar", de Ian McEwan










Ed. Círculo de Lectores, 2011 (cortesía de Ed. Anagrama, 2011). 349 páginas.

Esta novela gira en torno a la vida de Michael Beard, un científico que ganó el premio Nobel de Física, por sus aportaciones a la teoría de la relatividad de Einstein y que, años más tarde se encuentra sumido en una crisis profesional y viviendo de las rentas del premio. Beard es un tipo singular, de raro atractivo para las mujeres, a las que, por otra parte, ni aprecia ni sabe tratar, con cinco matrimonios fallidos, desordenado en su vida personal, egoísta, y con una enorme capacidad para aprovechar las oportunidades del momento y sacar partido del trabajo de colaboradores y becarios.

La primera parte está a la altura de la obra de McEwan. Perfila un protagonista que el lector ve con facilidad, un ambiente doméstico enrarecido por deslealtades conyugales, un accidente con resultado de muerte de uno de los personajes que Beard sabrá transformar, con ingenio, en un crimen favorecedor de sus intereses. Parece que la novela sortea el género negro y la intriga va a presidir el argumento. No es así, y el hilo conductor volverá al ambiente científico para entrar a saco en la parte oscura del mismo, las relaciones con políticos e inversores a fin de conseguir patrocinios, los congresos en lugares remotos, con escasos resultados, organizados con dinero público para vivir aventuras, el uso del codiciado Nobel para atraer recursos a proyectos inconsistentes, las envidias entre compañeros, el uso del miedo al calentamiento global para obtener favores particulares, etc., o la apropiación del trabajo de los becarios para patentar proyectos a tu nombre. Beard es una persona sin escrúpulos y lo que pone de manifiesto el autor es que un premio Nobel puede ser una muy mala persona.

La novela se sostiene, se lee bien porque McEwan conoce las técnicas narrativas y los secretos de la escritura de ficción, aunque le sobran páginas de la segunda parte y el final es propio de una floja película de enredos. El protagonista está demasiado caricaturizado para ser eficaz.

Me sigo quedando con “Expiación”, “Amor perdurable” y “Sábado”, títulos anteriores de Ian McEwan que lo colocaron, en justicia, en la cúspide de la excelencia literaria contemporánea.

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