miércoles, 27 de marzo de 2019

"Tiempo de siega", de Guillermo Galván

Ed. Harper Collins                      

477 páginas.


     Guillermo Galván (Valencia, 1950), un escritor de largo recorrido, nos muestra su mejor pulso narrativo en esta novela policíaca situada en el Madrid de la posguerra, en 1941. Su lectura me ha recordado otra de sus mejores novelas, Antes de decirte adiós (Suma de Letras, 2010), donde unos hechos ocurridos en el Madrid de la rendición, en 1939, darán pie veinte años más tarde a una investigación criminal.  
Guillermo Galván
Tiempo de siega, o la hora de separar el trigo de la cizaña como explica en algún momento, cuenta con un buen protagonista: Carlos Lombardi, prestigioso criminalista que cumple condena como preso político, por haber sido fiel a la República, trabajando en la construcción del Valle de los Caídos en Cuelgamuros.  El espantoso crimen de un sacerdote que ha sido degollado y castrado, y que reúne características de otros anteriores investigados por Lombardi cuando estaba en activo y pendientes de resolver, hacen que Bernardo Ulloa, compañero anterior en el oficio y ocupando, ahora, un buen puesto en la policía franquista tras su pase oportuno al bando nacional, se acuerde de él y le ofrezca colaborar en la identificación y captura del asesino a cambio de una rebaja de la pena.
     Lombardi es un tipo duro, racional, con capacidad deductiva, irónico, vulnerable a las tentaciones carnales, a veces algo impulsivo o incluso ingenuo, tenaz, de buen corazón y generoso. Aceptará el encargo, a pesar de la repugnancia que le provoca el nuevo régimen, y se enfrentará a cinco macabros asesinatos de personas relacionadas con la Iglesia y alguna con enorme influencia en el aparato de poder del nuevo régimen.
     Tiempo de siega cuenta con un comienzo de la novela trepidante y atractivo que te predispone a disfrutarla, Tiene una trama lo suficiente enrevesada para mantener el interés hasta el final. Recrea la atmósfera de ese Madrid, herido por la guerra, en reconstrucción, con demasiadas sotanas y camisas azules por sus calles, con gente todavía escondida, muerta en vida y otra demasiado satisfecha, con una policía segura de su impunidad, al igual que el clero tan proclive a tapar sus muchas vergüenzas. 
     La novela puede calificarse de histórica por cuanto ha utilizado un puñado de personajes reales de oscura trayectoria como el periodista Lazar, avanzadilla de Hitler  en la embajada alemana en Madrid y con enorme influencia en la prensa española, Bernard Malley, diplomático homosexual incorporado a la embajada inglesa y mediador  en las relaciones con Serrano Suñer, el canónigo Leocadio Lobo, fiel a la República, suspendido a divinis por su obispo y exiliado a América y Bartolomé Llopis, médico psiquiatra del Hospital Provincial y depurado al acabar la guerra. Todos ellos, cada cual desde sus intereses, participan de alguna manera en el esclarecimiento del misterio.
     No quiero desvelar más de esta historia porque lo debe hacer el lector. Tan solo apuntar que me ha tenido obsesionada unos días, porque lo que cuenta deja su huella, y que su lectura es muy oportuna en estos tiempos en que afloran amenazantes nostalgias del franquismo a la conquista de nuevo del poder. Para los que no lo vivieron, para los que han decidido olvidar, para los que prefieren no creer lo que pasó, la lectura de Tiempo de siega les removerá un poco por dentro. En cualquier caso, es una estupenda y recomendable novela policíaca.
     María García-Lliberós

lunes, 18 de marzo de 2019

"Feliz final", de Isaac Rosa

Editorial Seix Barral, octubre de 2018
336 páginas.

     El tema de esta novela es el desamor entre una pareja que se inició enamorada y, tras trece años juntos, se divorcia. Pero en lugar de intentar olvidar lo antes posible, estas personas deciden efectuar una disección detallada de lo que ha sido su relación, una especie de terapia que les permita valorar lo bueno que tuvieron y colocar en su sitio lo malo para reanudar sus vidas sin traumas. 
     Hay dos aspectos novedosos que me gustaría destacar.
Isacc Rosa
Por un lado, la estructura del relato sigue un orden cronológico singular pues no empieza por el principio para llegar al final, sino que lo hace al revés. Así, parte de los hechos más recientes, y también más dolorosos, para ir, cada uno de los protagonistas, desescombrando 
(como el trabajo de un arqueólogo) sus respectivas memorias hasta llegar al comienzo de su relación, al primer encuentro y reconocimiento del otro, la época del deslumbramiento, la más gozosa porque se forjan las ilusiones y se deposita la confianza en el otro. 
     El segundo aspecto es que hay dos voces narrativas alternantes, la de él y la de ella, que utilizan la segunda persona, pues el relato discurre como un intercambio epistolar entre ellos o una conversación, a la que el lector asiste pasivo aunque no indiferente pues hay múltiples elementos con los que identificarse.
     Isaac Rosa (Sevilla, 1974) despliega todo su potencial narrativo, que es mucho, para bucear en el alma de sus protagonistas, pues esta novela es profundamente psicológica. Muestra un gran conocimiento de la condición humana, del amor y de las primeras decepciones, de la pasión y el deseo, de los silencios que ocultan anhelos no compartidos, de los reproches, del desgaste que produce la convivencia, de las discrepancias respecto a la educación de los hijos, el rol de la madre en la familia y la desigual importancia del trabajo externo, del éxito profesional. Temas cercanos que nos afectan a todos, que hemos observado en otros o en nosotros mismos y que Feliz final (también el título está al revés porque el final de la novela es feliz porque cuenta el principio de la historia), en ese largo y denso diálogo nos muestra como en un espejo.
     Una lectura que interesa, pero exige lentitud para asimilar tanta reflexión. La prosa es rica y más que correcta.

     María García-Lliberós

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