martes, 25 de mayo de 2021

Lírios rojos, lírios negros, de Soledad Bletrán

Ed. La Pajarita Roja. Castellón, 2020.        

311páginas.     


          Soledad Beltrán (Albocàsser, 1951) es especialista en literatura medieval y ha escrito esta novela histórica que toma como eje vertebrador los hechos acaecidos en el Reino de Valencia durante la monarquía de Pere IV, el Ceremonioso (1319-1387), un rey astuto, rencoroso y cruel. Su desprecio a los Fueros de Valencia -designó como sucesora a su hija de cuatro años, ConstanÇa, sin haber convocado antes las Cortes de Aragón, Valencia y Cataluña, lo que suponía un contrafuero pues las mujeres tenían vetado el acceso al trono si había un varón como el conde Jaime de Urgel, hermano del rey- propició la aparición de la Unió de Valencia, que se levantó en armas en una guerra entre 1347 y 1349 que terminó en derrota para la causa valenciana. Ese período coincidió con la expansión de la peste negra lo que agravó el desastre. Las consecuencias de ambos hechos fueron terribles para la ciudad de Valencia, las villas del Maestrazgo y la villa de Castellón. Si a ello se añade las represalias por parte del monarca, que no escatimó castigos de índole económica, confiscación de propiedades, y ejecuciones ejemplares, no sorprende que el siglo XIV supusiera una involución demográfica y económica tremenda en los territorios del Reino de Valencia de la que costaría recuperarse. Lirios rojos, lirios negros nos ilustra de esta parte de nuestra historia, desconocida por la mayoría de los valencianos, y este es uno de los méritos esenciales de la novela, acercarnos a la verdad histórica con rigor, al tiempo que con amenidad. 
          Pero nos encontramos ante una novela, no un ensayo académico, y los elementos novelísticos los vamos a encontrar en la estructura de la obra y los personajes. La estructura adopta la forma de tres relatos en primera persona, lo que permite al lector reunir tres puntos de vista diferentes. En los tres nos hablan las mujeres: Elisenda de Montpalau, SanÇa de Albiol y Bruna Garcés, y las tres son personajes de ficción, casadas jóvenes con hombres casi desconocidos por ellas hasta el día de la boda, seleccionados de acuerdo con su estatus social, problemáticos, alguno homosexual o maltratador. Cabe hacer hincapié en esta mirada femenina sobre los hechos reales y el carácter feminista que adquiere la novela pues a través de ellas se evidencian las injusticias cometidas contra las mujeres en la época, su indefensión y la impunidad de los hombres.
          La novela agrega elementos de intriga, pues incorpora una serie de asesinatos, dos hombres, uno tío de SanÇa, y tres jovencísimas recién casadas cuyos cadáveres aparecen con una cadencia de meses en los marjales y contribuyen a acrecentar la inquietud entre la población. Pero en ningún momento cabe calificar la novela de policíaca, pues la revelación del autor de estas matanzas está expuesto al lector de una forma tan sorpresiva e inesperada que anula la potencial tensión literaria que cabía esperar de las mismas.
          Con todos estos factores la autora conforma un relato ágil que consigue interesar y le permite incluir hechos ciertos relativos al desarrollo de la guerra de la Unió, a la creación de la orden Santa María de Montesa que heredarían los bienes de los templarios y hospitalarios y que eligió Albocàsser como residencia del comendador, o sobre el litigio sucesorio real que explica el motivo por el cual Castellón se incorporó a la guerra de la Unió, y hasta el desarrollo urbano de esta villa cuyo trazado se conserva hoy, y hechos imaginados relativos a la vida doméstica de las relatoras protagonistas, sus maridos que llegaron a la consideración de héroes en la reyerta, pasiones y secretos familiares propio de la fantasía y creación literaria.
          Lírios rojos, lírios negros ha sido finalista de los Premios de la Crítica Valenciana 2020 y se justifica porque es una novela que se lee muy bien, a pesar de que se echa en falta una mejor diversificación del lenguaje al descansar el relato en tres voces distintas y que no explota en su totalidad los elementos de intriga como ha quedado dicho anteriormente. Es una lectura que interesa y, sobre todo, nos toca cerca.

          María García-Lliberós




        


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