sábado, 19 de noviembre de 2022

"El vals de la gata", de Elga Reátegui

Fundación Vinatea Editorial, 2022           


306 páginas

        En El vals de la gata, Lourdes, protagonista y narradora, nos cuenta su historia. Junto a Teresa, su madre soltera de talante dominante, y  mamita Jimena, su abuela y su refugio, formaban un núcleo familiar singular: tres mujeres, de diferentes edades, recelosas, unidas por el secreto, sometidas a las convenciones sociales, un pequeño escenario en el que caben los conflictos y afectos propios de la condición humana como si de una microsociedad se tratara. La autora ha diseñado un perfil de los personajes creíble y sofisticado, y se ha detenido en las relaciones entre ellas, complejas y humanas.

          En la novela, la autora demuestra poseer conocimientos de psicología individual y social, así como de los mecanismos que presionan para conducir las conductas personales por determinadas sendas. Se pone de manifiesto lo tontas que son algunas mujeres, ante diversas circunstancias, en su afán por retener a los hombres y, tambien, lo tontos que son algunos hombres para interpretar las señales que envían las mujeres, y lo difícil que hacemos las relaciones amorosas, sexuales y familiares, para conseguir la felicidad.

          La historia transcurre en Perú, desde 1940 hasta casi nuestros días, pues Lourdes ha cumplido los 83 años y un gran acierto de la novela es la contextualización sociológica derivada del desarrollo de los acontecimientos políticos: la revolución liderada por Manuel A. Odría, en octubre de 1948, contra el gobierno democrático de José Luis Bustamante y Rivero, quien sufrió dos golpes de Estado, uno de la mano de los militares y la derecha que triunfó, otro de la izquierda de los apristas que fue descubierto y superado. La autora dedica espacio, justificado por la relación de un miembro de la familia, el tío Ricardo, con el gobierno, a los momentos históricos, y su repercusión en la atmósfera cultural de Lima, reflejada en la cartelera de espectáculos,  en la ampliación o recorte de derechos y libertades (Odría otorgó el derecho de voto a las mujeres), en la calidad de los medios de comunicación, en especial la prensa escrita, y en la influencia de la Iglesia católica sobre el poder político. La elecciones de 1956 dieron el poder a Prado quien pactó con Odría, antes de la toma de posesión, no investigarlo por corrupción, cuando había sonoros indicios de ello, lo que da idea de la ética política imperante. Le sucedió el presidente Fernando Balaúnde, iniciando una etapa de tolerancia indumentaria (bikini y pantalones para las mujeres) sin correspondencia en otros aspectos de la convivencia. Elga Reátegui inserta con habilidad una crónica política del Perú de la época. 

          Un tema principal es el machismo que impregna todas las relaciones, incluidas las materno filiales, envenenándolas. A través de diversas historias colaterales la autora nos muestra a hombres dominantes, ególatras, posesivos, frente a mujeres miedosas, débiles, educadas para la resignación.

           Lourdes es una mujer sin libertad. Su madre, Teresa, controla su vida, decide por ella, la vigila, veta novios, alienta pretendientes, de acuerdo con sus criterios sometidos a las convenciones y Lourdes es incapaz de tomar las riendas de su vida hasta que, con más de 40 años, la muerte de Teresa la libera. Para entonces es tarde. Puede que la culpa, el horror a que su hija pase por el abandono que ella sufrió, la llevara a convertir su exceso de protección en actividad castradora. La relación entre ellas, en la que el miedo y el afecto se mezclan provocando desconfianza y reproches mutuos permite adentrarnos en las contradicciones de la conducta humana. Al igual que la relación de ella con los tres hombres que, de manera sucesiva, fueron importantes en su vida.

          El vals de la gata se lee bien. La prosa tiene buen pulso, los personajes creíbles, hay sensibilidad suficiente para provocar emociones en el lector que guste adentrarse en los recovecos psicologicos de los individuos para explicarse su conducta. Les invito a leerla.

          María García-Lliberós 

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