Alianza editorial, 1980 (8ª edición; 1ª
edición en 1971).
206 páginas.
Mi experiencia con Jorge
Luis Borges no la calificaría de rara, a pesar de que este libro cuando lo
adquirí en 1980 se me hizo insoportable y abandoné su lectura (Editorial Lumen
acaba de publicar una nueva edición muy cuidada). Borges se me atragantó, no lo
entendí, lo consideré pedante y no me interesaron sus construcciones
intelectuales de enorme complejidad que no demostraban nada. Ha sido ahora,
cuarenta años más tarde, con ocasión del Club de Lectura de la librería Gaia
que dirige Justo Serna, cuando lo he retomado, con otra mirada, y he podido
terminarlo. Ello no me ha convertido en una forofa seguidora del escritor
argentino, pero sí ha despertado en mí curiosidad, fascinación por una mente única
y admiración sin reservas hacia su prosa de potencia hipnótica con la que
consigue imponer sus extravagancias con autoridad incontestable.
Jorge Luis Borges |
Ficciones
está compuesto de dos libros: El jardín
de senderos que se bifurcan y Artificios,
cada uno compuesto por un breve prólogo y ocho y nueve relatos respectivamente.
El primero fue escrito en 1941 y el segundo en 1944. Tiene la virtud de abarcar
todos los temas que conforman el universo literario de Borges, sus obsesiones,
sus motivos para escribir, su personalísima manera de contemplar y concebir el
mundo, su afición por los secretos, las sociedades ocultas, los buscadores de
un conocimiento perdido, el esoterismo, la cábala y la geometría, el simbolismo,
el laberinto infinito, las bibliotecas interminables, el innombrable nombre de
Dios, aparte de sus bromas al lector con los ejercicios de anacronismos
deliberados y atribuciones erróneas. No falta, en el segundo libro, la
presencia del mundo local, los gauchos y su sentido trágico de la vida, la
tradición criolla, la violencia absurda y su afición a las peleas a cuchillo, a
cielo abierto, que conducen a una muerte segura que, probablemente, el
protagonista la hubiera soñado.
El primer relato titulado Tlon, Uqbar, Orbis Tertius supone una
prueba para el lector de lo que le espera, está escrito en primera persona y comienza
confesando que debe a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento
de Uqbar, producto de una sociedad secreta que surgió para inventar un planeta:
Tlon, un laberinto destinado a que lo descifren los hombres. Al leerlo
recientemente comprendí que en mi juventud desistiera de seguir a Borges. Sin
embargo, ahora he persistido y he encontrado mi recompensa. El acercamiento de Almotasim o la
insaciable búsqueda de un alma a través de los reflejos que esta ha dejado en
otros, Las ruinas circulares, en el
que expresa la existencia aparente o porque otro está soñándote, pueden
resultar inverosímiles pero no por ello menos atractivos. Son artificios
literarios que funcionan, aunque como expresa en algún momento el propio autor
“no hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil” (página 57-58).
El lector se sentirá más
cómodo con La forma de la espada, Tema del traidor y del héroe, muy interesante
e inspirada en Shakespeare, El milagro
secreto, El fin y El Sur, para
Borges su mejor cuento, incluidas en el segundo libro que relatan historias que
nos resultan más próximas, protagonizadas por personajes que se mueven en el
mundo real, aunque no falten algunos elementos fantásticos.
De alguna manera me he
reconciliado con este autor santificado por la crítica académica, y comienzo a
vislumbrar su genialidad.
María García-Lliberós.
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