Editorial Lumen, 2013.
336 páginas.
A Alice Munro se le ha llegado a llamar la Chèjov canadiense, nada menos, quizás por cultivar el cuento en medios rurales y diseñar algunos personajes que se dejan llevar por la pasividad. Opino que no es para tanto, y eso que en 2013 recibió el premio Nobel, justo antes de publicarse Mi vida querida, esta colección de catorce relatos cortos que paso a comentar.
Los sitúa en la provincia de Ontario,
en la que nació la autora, que ocupa el centro de Canadá y cuya capital es
Toronto, una zona de valles amplios, bosques y un clima de aire frío, seco y
ártico cuando en invierno llega del norte, y están ambientados en los años de
la Segunda Guerra Mundial y posteriores, de depresión económica, aunque alguno
alcanza la década de los setenta. Alice Munro nació en Ontario en 1931, y vivió
durante su infancia y juventud en una granja, sabe de lo que habla y esa
experiencia es decisiva para contextualizar sus relatos sobre el mundo real
canadiense. Estos cuentos no responden a una autobiografía aunque es evidente
que aprovecha su experiencia para impulsar su creatividad literaria. Se detiene
en la cotidianidad de personas humildes, entra en la intimidad de un hogar de
apariencia apacible para descubrirnos un submundo insospechado en el interior
de la familia o de la pareja, suele escoger mujeres como protagonistas o narra
desde una perspectiva femenina, pero no la considero una escritora feminista
como se la ha etiquetado en alguna ocasión. Alice Munro muestra pedazos de vida
en un momento determinado. Se dirige al lector para decirle: así son las cosas,
tanto si te gustan como si no, sin juzgarlas, sin mostrar cómo se ha llegado
hasta ahí ni cómo continuará en un futuro. Por eso sus cuentos, algunos,
resultan desconcertantes, e incluso irritantes, por la ausencia de
planteamiento, nudo y desenlace y, al mismo tiempo consigue, con esa magia e
ironía que despide su prosa, alcanzar nuestra sensibilidad.
Mi vida querida es lo primero que leo de esta autora que, sin duda,
posee un universo propio y un estilo personal. Me ha gustado, aunque no me ha
entusiasmado todavía. Se preocupa por las relaciones humanas en la distancia
corta, aprovecha recuerdos personales, aquellos que nos marcan durante la
infancia, se fija en detalles de la vida cotidiana y muestra la conducta de los
personajes sin tapujos, en ocasiones de una frialdad que espanta, con problemas
sexuales graves que determinan el carácter, que huyen de cualquier compromiso,
que luchan solos contra prejuicios arraigados en los usos sociales, que son
capaces de ayudarse pero no de comunicarse, que esconden la ternura, el deseo,
la necesidad de amar incapaces de tomar la iniciativa, que pueden ser
violentos. Las relaciones entre madre autoritaria y puritana e hija observadora
que discrepa en silencio y se distancia cuando no acumula rencor, es otro de
los temas recurrentes.
Amudsen, Orgullo, Tren, Dolly, Voces y Vida querida son los que más me han interesado y que mejor
representan las características expuestas en los párrafos anteriores. Alguno es
conmovedor y todos con finales sorprendentes.
María García-Lliberós.
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