martes, 28 de enero de 2020

"Mi vida querida", de Alice Munro.

Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino. 
Alice Munro
Editorial Lumen, 2013.
336 páginas.


A Alice Munro se le ha llegado a llamar la Chèjov canadiense, nada menos, quizás por cultivar el cuento en medios rurales y diseñar algunos personajes que se dejan llevar por la pasividad. Opino que no es para tanto, y eso que en 2013 recibió el premio Nobel, justo antes de publicarse Mi vida querida, esta colección de catorce relatos cortos que paso a comentar.
Los sitúa en la provincia de Ontario, en la que nació la autora, que ocupa el centro de Canadá y cuya capital es Toronto, una zona de valles amplios, bosques y un clima de aire frío, seco y ártico cuando en invierno llega del norte, y están ambientados en los años de la Segunda Guerra Mundial y posteriores, de depresión económica, aunque alguno alcanza la década de los setenta. Alice Munro nació en Ontario en 1931, y vivió durante su infancia y juventud en una granja, sabe de lo que habla y esa experiencia es decisiva para contextualizar sus relatos sobre el mundo real canadiense. Estos cuentos no responden a una autobiografía aunque es evidente que aprovecha su experiencia para impulsar su creatividad literaria. Se detiene en la cotidianidad de personas humildes, entra en la intimidad de un hogar de apariencia apacible para descubrirnos un submundo insospechado en el interior de la familia o de la pareja, suele escoger mujeres como protagonistas o narra desde una perspectiva femenina, pero no la considero una escritora feminista como se la ha etiquetado en alguna ocasión. Alice Munro muestra pedazos de vida en un momento determinado. Se dirige al lector para decirle: así son las cosas, tanto si te gustan como si no, sin juzgarlas, sin mostrar cómo se ha llegado hasta ahí ni cómo continuará en un futuro. Por eso sus cuentos, algunos, resultan desconcertantes, e incluso irritantes, por la ausencia de planteamiento, nudo y desenlace y, al mismo tiempo consigue, con esa magia e ironía que despide su prosa, alcanzar nuestra sensibilidad.
Mi vida querida es lo primero que leo de esta autora que, sin duda, posee un universo propio y un estilo personal. Me ha gustado, aunque no me ha entusiasmado todavía. Se preocupa por las relaciones humanas en la distancia corta, aprovecha recuerdos personales, aquellos que nos marcan durante la infancia, se fija en detalles de la vida cotidiana y muestra la conducta de los personajes sin tapujos, en ocasiones de una frialdad que espanta, con problemas sexuales graves que determinan el carácter, que huyen de cualquier compromiso, que luchan solos contra prejuicios arraigados en los usos sociales, que son capaces de ayudarse pero no de comunicarse, que esconden la ternura, el deseo, la necesidad de amar incapaces de tomar la iniciativa, que pueden ser violentos. Las relaciones entre madre autoritaria y puritana e hija observadora que discrepa en silencio y se distancia cuando no acumula rencor, es otro de los temas recurrentes.
Amudsen, Orgullo, Tren, Dolly, Voces y Vida querida son los que más me han interesado y que mejor representan las características expuestas en los párrafos anteriores. Alguno es conmovedor y todos con finales sorprendentes.

María García-Lliberós.




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