Editorial Contrabando, 2024
198
páginas.
Nosotros,
como seres mortales, transitamos por el mundo un tiempo para, al final, acabar
desapareciendo. Pero no así los objetos que nos acompañan y facilitan la vida.
Estos, nos transcienden, son capaces de convertirse en depositarios de los
conflictos de una familia, o en representantes de su felicidad y, a través de
ellos, transmitir a las siguientes generaciones agravios, deudas pendientes o
promesas incumplidas, con terceras personas. Así lo siente Dámaso Apollini, el
protagonista y narrador de esta curiosa historia. Siente que la casa en la
calle Cirilo Amorós de Valencia, en la que residió su familia y ahora vacía, le
habla, al igual que los objetos que allí se encuentran e, incluso, le apremian a
actuar en algún sentido a fin, en este caso, de reparar una injusticia que su
familia cometió antaño.
Dámaso es
un hombre singular, perteneciente a la alta burguesía, rico por nacimiento, de
una familia de industriales, soltero, que ama, por encima de todo su libertad
individual y la invisibilidad social. Pero un día recibe el
encargo de su madre de saldar cuentas con la familia de un zapatero al que se
le acusó, en la época de su abuelo Octavio, de impago de la mensualidad del alquiler de
un bajo en el barrio de Ruzafa, propiedad de los Apollini, donde radicaba su
negocio. No era cierto pero el justificante se había extraviado. Ese incidente
supuso una humillación y un quebranto económico importante para Liberto Belda,
el zapatero, y su familia, que nunca olvidaron. Aparecida la factura, procede
la reparación y aquí se inicia un giro en la novela que cobra dinamismo y pasa
de ser reflexiva, casi teórica sobre la función de los objetos, a una de
género, en la que la venganza, un móvil con perversas consecuencias, nos traerá
escenas que bordean la verosimilitud y que, sin embargo, Miquel Martínez hace
muy creíbles, con una muerte violenta incluida resultado de una lucha a espada
y florete anacrónica y, sorprendentemente, real. La movida posterior, judicial
y mediática, que estos hechos provocan, alteran la vida de Dámaso y alimentan la inquietante trama argumental.
Miquel
Martínez es periodista, además de escritor, y eso se nota. Su prosa, ausente de
retórica, está muy cuidada, y ha sabido aprovechar sus conocimientos de los
medios de comunicación para hacer la ficción muy actual. Los lectores
valencianos agradecemos el reconocible paisaje urbano por el que se mueve la
acción y la atmósfera social que plasma, y todos los lectores apreciarán la ironía sutil y un sentido
del humor que hacen de la lectura de esta novela una auténtica delicia.
María
García-Lliberós