jueves, 14 de noviembre de 2019

Los amnésicos. Historia de una familia europea.



Geraldine Schwarz.                                                       
Geraldine Schwarz

           Epílogo de José Álvarez Junco.
Tusquets Editores, 2019.
400 páginas.

Un libro que aparece en España en el momento oportuno, pues si bien se centra en las diferentes vías cómo Alemania y Francia se enfrentaron, o evadieron hacerlo, a su peor pasado –el nazismo y el colaboracionismo- y las consecuencias respectivas sobre las calidades de sus democracias, muchas cuestiones que plantea la periodista y realizadora Geraldine Schwarz (Estrasburgo 1974) pueden formularse también al caso español, pues sufrimos la dictadura franquista, lo que sin duda, incrementa el interés de su lectura.

Los amnésicos. Historia de una familia europea es un ensayo en tono de crónica periodística cuyo andamiaje resulta sólido y original a un tiempo. La autora, hija de padre alemán y madre francesa, inicia su investigación en el ámbito familiar al descubrir que su abuelo paterno Karl Schwarz, compró en Mannheim, en 1938, una empresa petrolera, a muy bajo precio, a los Löbmman, familia judía que necesitaba el dinero para financiar su exilio y que más tarde fue en parte asesinada en Auschwitz. A través de la micro historia, el relato familiar, trata de comprender la Historia, con mayúsculas, de Alemania durante y después del nazismo. ¿Cómo fue posible que su abuelo, un hombre bueno, que en su momento se aprovechó de la desgracia de los judíos, pasara a considerarse víctima de ellos cuando, acabada la guerra, un heredero de los Löbmann le reclamara una compensación económica desde los Estados Unidos?
Geraldine Schwarz pone bajo la lupa a la mayoría de alemanes mitläufer, esos ciudadanos callados que siguen la corriente, los que pensaron que ceder en las pequeñas cosas (marcar con estrellas amarillas comercios y personas judías, por ejemplo) no tenía importancia, sobre todo si podían obtener un beneficio, y decidieron no percatarse de la metamorfosis de los individuos cuando se funden en la multitud, se convierten en manipulables, y en lo fácil que resulta convertirse en delator o perseguidor, porque los fascismo tienen su parte de fascinación y su parte de horror. No mostrar desacuerdo ante un gobierno criminal es una forma de complicidad y, desde este punto de vista el individuo es responsable. 
El otro abuelo de la autora, el materno, fue gendarme francés en la frontera durante el gobierno de Vichy y colaboró en la deportación de judíos a campos de concentración, aunque no supiera a ciencia cierta que los mandaban a la muerte. En Francia no se investigó la actitud de la mayoría, esos que no fueron resistentes ni colaboracionistas, lo que favoreció una predisposición posterior a la indulgencia colectiva, al olvido, al borrón y cuenta nueva respecto a los implicados en Vichy durante la ocupación.
El texto de Schwarz es largo, aporta abundante documentación y se lee con fruición porque está escrito con agilidad y descubre al lector más o menos informado hechos que se han mantenido medio ocultos a la opinión pública, que explican las resistencias de las diferentes sociedades, la austriaca, italiana, polaca, húngara y otras también, a efectuar un auténtico “trabajo de memoria” –lo que sí se ha llevado a cabo en Alemania a través de los procesos de desnazificación- debilitando los cimientos de las democracias. El olvido del horror permite su retorno.
Su investigación alcanza hasta nuestros días después de detenerse especialmente en la caída del muro de Berlín en 1989 y las enormes diferencias, respecto a sus consecuencias y valoración, entre los alemanes del este y del oeste. Los nacionalismos excluyentes, los populismos que fomentan el odio al extranjero, debilitan a Europa.
En definitiva, un libro que debería ser de lectura obligatoria porque ayuda a pensar, a comprender, nos atañe a todos y nos pone en guardia. Aquí, en España, no ha habido un auténtico “trabajo de memoria”, ni proceso de “desfranconización” sobre nuestro pasado sucio reciente, lo que podría explicar el auge de partidos de ultraderecha nostálgicos de la dictadura y las dificultades para cumplir con los mínimos de nuestra liviana ley de Memoria Histórica. El epílogo de José Álvarez Junco es pertinente, didáctico y clarificador.
María García-Lliberós.

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