Alba
Editorial, 2017. 2ª edición (1ª en 2015)
435
páginas.
Chéjov es el maestro del
relato corto pero también se aventuró con historias de mayor extensión, en
torno a las cien páginas, de indudable interés. Este libro reúne cinco de ellas
escritas entre 1889 y 1895 –Una historia
aburrida, El duelo, La sala número seis, Relato de un desconocido y Tres años- en plena madurez literaria
que contienen todas las obsesiones del autor.
Me ha gustado especialmente La sala número seis con un comienzo
genial: la descripción de un hospital de locos considerado institución de beneficencia.
Lo dirige un médico sin vocación que prefiere ignorar los horrores que acaecen
en su interior y dedicarse a filosofar sobre el absurdo de vivir. Un nihilista
que achaca la responsabilidad de la falta de honradez, no a su negligencia profesional,
sino a la época. Descubrirá en una sala, la seis, un loco lúcido, Ivan
Dimitrich, con el que disfrutará conversando sobre el sentido de la vida hasta
acabar siendo tomado por demente y encerrado con él. Es una historia terrible
que pone en evidencia los prejuicios sociales y la ignorancia colectiva capaz
de cometer enormes injusticias. La melancolía, elemento central en Chéjov, está
presente, al igual que el aburrimiento que como una enfermedad aqueja a la
sociedad rusa del XIX.
El
duelo toma como protagonista a Laievski, otro nihilista,
funcionario que se definió una vez como un fracasado y un hombre superfluo.
Laievski es el ejemplo del hombre que jamás se compromete con nadie ni con nada. Recibe el
amor de Nadezhda, una mujer valiente que cree en el amor romántico y que ha
abandonado a su marido dando la espalda a las convenciones sociales para vivir
con él, una mujer enamorada que no será correspondida en la misma medida. En
esta novela hay un gran trabajo en el diseño de los personajes y en la
composición de los diálogos. De nuevo tropezamos con la idea de que la vida
solo se concede una vez y no se repite, y a pesar de tomar conciencia de ello,
la abulia, el aburrimiento, la falta de dinero o de personas con intereses
comunes provocan la incapacidad para saber aprovecharla.
Relato
de un desconocido, de estructura algo desconcertante, tiene
elementos comunes con El duelo. Aquí
también una mujer, Zinaida Fiodovna, se separa de su marido y se instala en
casa de Orlov, creyéndose, de forma equivocada, apasionadamente amada. Orlov y
Laievski están cortados por el mismo patrón egoísta y nihilista. Zinaida, al
igual que Nadezhda, decide vivir sin atender las convenciones sociales y pagará las
consecuencias. Para Orlov el goce de lo inmediato, sin compasión, es lo único
que importa. Su actitud ante las mujeres revela el deseo de arrastrarlas por el
fango para colocarlas a su mismo nivel moral. Es un relato desolador que
confronta el romanticismo con el naturalismo y transmite desesperanza.
Estas novelas están ubicadas
en medios urbanos de provincias, a diferencias de los cuentos que en su mayoría se desarrollan en un mundo rural, y se ocupa de la gente que forma la clase media,
profesionales y funcionarios, malos trabajadores que asumen las corruptelas con
naturalidad, jugadores de cartas y bebedores de vodka en una sociedad carcomida por un aburrimiento
malicioso, hombres inútiles habituados a una rutina insatisfactoria pero sin
fuerza para cambiarla. La literatura de Chéjov, novelas cortas y cuentos, son
una constante denuncia de los males de su tiempo y su país.
Las cinco novelas se leen
bien e interesan. Ayuda mucho la excelente prosa de Chéjov, directa, ausente de
retórica y con ritmo.
María García-Lliberós