Traducción de Anne-Helene Suárez.
304 páginas.
Fred Vargas (París, 1957) está considerada como la reina de la novela negra actual. Sin embargo, no había leído nada de ella hasta ahora. El verano es buena época para cubrir nuestras lagunas y a eso me dedico en parte.
Después de leer La salida de la reclusa pienso que calificar a Fred Vargas sólo de autora de novelas de género es, como mínimo, inexacto y se le hace un mal favor. Esta novela es mucho más, es auténtica buena literatura de ficción para empezar. Por supuesto contiene los elementos de la novela policíaca: el inspector Adamsberg (que ya ha protagonizado nueve de sus novelas), un personaje inclasificable y muy intuitivo; un asesino o asesina en serie; diez crímenes en este caso; una venganza que tiene que ver con tomarse la justicia por su mano; una trama endiablada que hinca sus raíces en tradiciones medievales; una filosofía sobre el bien y el mal. En definitiva, una novela criminal que se aleja de los patrones habituales de las novelas de género.
La novela comienza con Adamsberg de vacaciones en Islandia cuando es reclamado desde París para que resuelva un caso urgente. Lo hace de mala gana y lo resuelve con rapidez. El lector piensa que el asunto va a traer más cola porque la novela es gorda, pero no, solo ha servido para presentar a su personaje y mostrarnos su enorme capacidad deductiva. La historia que nos va a contar va por otros derroteros. Una noticia en prensa da cuenta del segundo anciano fallecido a causa de la picadura de una araña, conocida como la reclusa. Ello ha sembrado el desconcierto entre la clase médica porque se necesitarían la picadura de 22 arañas para que la dosis de veneno inyectada fuera mortal. El instinto de Adamsberg le induce a iniciar una investigación, en contra del criterio mayoritario de la brigada, a buscar en el pasado posibles puntos de convergencia entre los fallecidos. Los encontrará, empezará a tirar del hilo, al tiempo que continúan los crímenes, hasta desentrañar el misterio que, por supuesto, me callo.
La novela desvela la maldad que es capaz de ejercer el ser humano sobre sus semejantes, incluso sobre los que se encuentran unidos por lazos de sangre. Muestra la avaricia, secuela de la maldad, capaz de conducir a infamias inconfesables. Evidencia la fuerza de la complicidad grupal entre hombres dominantes conscientes de su conducta malévola. También los efectos sobre las víctimas, desde el desequilibrio mental y la incapacidad para vivir en sociedad a la reclusión voluntaria y la preparación meticulosa, durante años, de un plan perfecto para aniquilar a sus verdugos.
En esta novela encontrarán inteligencia, cultura histórica, conocimientos sobre el comportamiento de las arañas, diálogos irónicos, personajes singulares, una prosa más que correcta y una lectura que conseguirá hipnotizarlos hasta el final.
María García-Lliberós.
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