lunes, 6 de septiembre de 2010

"El animal piadoso", de Luis Mateo Díez














Ed. Círculo de Lectores, SA/Galaxia Gutenberg, 2009

349 páginas.


De Luis Mateo Díez había leído La piedra en el corazón, La ruina del cielo y El reino de Celama, dejándome todas ellas el sabor de la buena prosa y de una literatura personal, ajena a las modas, que me infunde un gran respeto.

Con El animal piadoso, el autor regresa al escenario de Celama, esa comarca imaginaria que incluye las poblaciones de Armenta y Ordial, donde parece que el tiempo trascurra más despacio y el lenguaje, y los nombres propios, recuperan la sonoridad castellana y el sentido profundo de la existencia. La atmósfera de Celama no propicia la frivolidad y, sin embargo, bajo la neblina calmosa, el silencio rumoroso del río y el orden de sus calles, bullen extraños misterios que dan cobijo a relaciones clandestinas, delitos y sospechas.

Samuel Mol, el protagonista de esta historia, ha sido Comisario de policía y se encuentra jubilado, con poco tiempo de vida por delante y demasiadas horas libres para perderlo. Vive solo, dialoga con amigos muertos, busca consuelo en la confesión a través de un sacerdote sordo, carece de afectos. La visión de una persona, sospechosa de saber más de lo que contaba en un caso de doble asesinato acaecido catorce años atrás y no resuelto, perturba su realidad, aviva el espíritu detectivesco del profesional que fue y, también, la conciencia de culpa por el trabajo mal terminado. Sin pretenderlo, acuciado por el pasado, “ese tiempo que está detrás de nosotros y nos empuja sin que podamos verle la cara”, huyendo de uno mismo, reactiva el caso, recorrerá los lugares de Armenta relacionados con los crímenes y encontrará a un autor que mató movido por la rabia, “uno mas entre la culpa de tantos...” que sólo le moverá a la piedad, tal vez, buscando el perdón para sí mismo.

Una novela muy introspectiva que escarba en los recuerdos, en los sueños y lo que éstos mezclan, con una escritura, al principio, deslavazada y que desorienta al lector, hasta que comprende que la realidad de Samuel Mol la conforman personas vivas y fantasmas que entran y salen de escena, reflexiones, autocrítica y trances de ensimismamiento. Gana fuerza conforme avanza la lectura hasta conseguir unas páginas finales estremecedoras. No es una sorpresa la identificación del asesino (calificar sólo de policíaca a esta novela supone una infravaloración), pero sí el diálogo entre ellos, lleno de inteligencia y pieza literaria inolvidable.


2 comentarios:

  1. Gracias María por acercarme la obra.
    Besos

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  2. Es mi primer acercamiento al autor y todavia por mitad de libro, pero algunas de tus apreciaciones las comparto... volvere en cuanto lo termine

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