Editorial Libros del Asteroide,
2018.
Traducción de Concha Cardeñoso.
340 páginas.
Es el primer libro que leo de
esta autora y, adelanto, que no será el último. Me ha llamado la atención el
talento que muestra para construir la compleja estructura de la novela que desarrolla con una prosa tan ágil que consigue que el lector casi no perciba esa dificultad. El relato está contado con una voz omnisciente en tercera persona
que habla siempre en presente, cuando hay dos líneas narrativas que se
corresponden con dos tiempos distintos: el Londres de la década de 1950 y el
contemporáneo. Una voz que, de tanto en tanto, se dirige con desparpajo al
lector con frases que empiezan con un “veamos” o “imaginemos”, y hace fácil que
este reproduzca en su mente la acción que nos cuenta y, sin embargo, capte
sentimientos. Se trata de una prosa visual, que usa técnicas de guión de cine. Frases cortas y claras. En algún momento de la primera parte
el lector se da cuenta de que las dos historias que protagonizan Elxie y Elina,
dos madres jóvenes, no discurren de forma paralela en el tiempo, produce una
pizca de desconcierto y de incremento de tensión literaria, pero la autora sabe
llevar a puerto las piezas del rompecabezas que encajarán por completo en la última
parte.
Maggie O'Farrell Irlanda del Norte, 1972) |
La primera mano que sostuvo la mía es una novela que se ocupa de la
maternidad, de los destrozos de todo tipo que produce y, al mismo tiempo, de la
profunda relación, inexpugnable, que se crea entre una madre y su hijo durante
los primeros meses de su vida, “una peripecia de la que algunas mujeres sacan
sentimientos de heroísmo, mientras que otras lo viven como un exilio del mundo
que conocían”, según palabras citadas de Rachel Cusk que debieron inspirar a
Maggie O’Farrell.
Elxie es una mujer impulsiva que
no duda en abandonar el hogar familiar en el campo para ir a Londres siguiendo
los pasos de Innes Kent, un periodista brillante que dirige una revista de
arte, y a la que parece no importarle romper con sus padres y hermanos para
siempre. Ambos saben lo que quieren, son directos, avasalladores, poseen determinación y ternura, se hacen amantes y se enamoran, por este orden.
Forman una pareja encantadora y con fuerza aunque el narrador, de vez en cuando
atempera el entusiasmo que producen con adelantos como “no sabe que va a morir
joven, que no tiene tanto tiempo como cree”, una forma de avivar la curiosidad.
En esta novela, la muerte está
presente, una muerte inesperada y rápida, que trastoca la existencia
del que sobrevive. Evidencia la fragilidad del ser humano, lo azarosos que son
los días felices, la nostalgia insoportable que provoca, el absurdo de la vida.
El amor, la pasión, la venganza ciega, la ambición, la importancia de la
amistad, los traumas de la niñez dispuestos a atacar en la edad adulta, también se encuentran entre sus páginas.
Elina, la otra protagonista, es
diferente. Para empezar es finlandesa, añora a su madre y a su país. Es una
artista emparejada con Ted, montador de cine. Tienen un hijo tras un parto en
el que casi muere desangrada y provoca un impacto emocional devastador que
trastoca la comunicación entre ellos. Ella tiene lagunas de memoria de acontecimientos próximos y él, en cambio,
recuperará escenas de su infancia que dormían en su subconsciente y tendrán consecuencias. Ambos
aprenden, cada uno a su manera, a ser padres. La relación entre Elina y su
bebé, primaria, se describe llena de sensaciones físicas íntimas al mismo
tiempo que la madre sufre el asalto violento de las tareas domésticas nuevas,
la dependencia de su hijo respecto a la alimentación, y observa con disgusto la
mujer en la que se ve obligada a transformarse.
Las dos historias se encontrarán,
en un giro argumental ingenioso, con intriga y bien armado, en el que otros personajes
–Félix, periodista famoso de la BBC con quien Elxie discutía mucho y bien,
Margot, Gloria- tendrán un importante papel y pondrán en evidencia que en la
vida de cada cual decisiones de terceras personas determinan tu existencia
tanto como las propias.
Una novela que se lee a gusto,
que está bien escrita y bien traducida, que estimula la reflexión y la fantasía llevándote a
las calles del Londres elegante, cosmopolita y vanguardista de la segunda mitad
del siglo XX, con personajes bien diseñados con lo mejor y lo peor de la
naturaleza humana. Muy recomendable.
María García-Lliberós
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