domingo, 19 de mayo de 2024

Ninguna derrota será la última.

Ignacio Cort.                                    

Nau Llibres, 2024

286 páginas.

     El escenario de esta novela histórica es Valencia, en 1948, nueve años después del final de la Guerra Civil, con los vencedores exultantes de poder exprimir la situación de ventaja, y los vencidos con miedo bajo la permanente amenaza de una represión franquista despiadada e impropia de tiempos de paz. El Partido Comunista de España es el último vestigio de la existencia de una oposición activa al nuevo regimen y sus miembros por un lado, alimentan la guerrillla en los montes, en constante lucha desigual contra la Guardia Civil y, por otro comienzan a infiltrarse en los sindicatos verticales, un invento para anular de facto el poder  de la clase trabajadora, y otras instituciones sociales negándose a aceptar la derrota.

     En estas circunstancias se desenvuelven los personajes protagonistas de esta novela: Evaristo, militante socialista y antiguo Comisario de la policía durante la República, trabaja ahora, junto con su mujer, como sirvientes domésticos de la familia Salazar, afecta al régimen y principales accionistas de una de las empresas más importantes de la zona. El puesto de trabajo es el pago a un favor durante la contienda que pudo salvarle la vida al empresario convertido, en la posguerra, en protector de la pareja. Las vueltas que da la vida. Pero la tranquilidad no durará mucho. Carlos Salazar, hijo del matrimonio benefactor y actual director de la empresa, de vida disoluta y próxima al delito, camisa vieja falangista y crítico con las desviaciones de la política de Franco respecto al ideario de José Antonio, orgulloso y despótico, tratará de instrumentalizarlo en sus desencuentros con los trabajadores de la empresa, igual que Roberto Elizondo, enviado por el PCE para desintegrar la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón y preparar la evacuación de sus miembros a Francia. Un planteamiento argumental que incita la curiosidad del lector y mantiene la tensión durante todas las páginas del libro.

     La novela no es neutral y muestra los métodos de la Guardia Civil y la policía franquista para conseguir delaciones, la tortura física y sicológica sistémica, la aplicación sin escrúpulos de lo que se llamó la ley de fugas para acabar con el maquis, la censura informativa a la opinión pública, la justicia injusta impregnada de la moral de la dictadura, la atmósfera axfisiante para los perdedores en el mundo laboral y social, la vida cotidiana gris de los duros años de la autarquía. 

     Rezuma realismo y buena documentación lo que, junto a una prosa solvente, alejada de la retórica, consigue un relato ágil y muy interesante que recomiendo sin dudar. 

     María García-Lliberós



martes, 6 de febrero de 2024

"Una escuela, tres maestras"

                                                            
                                                                                                      

          Una escuela, tres maestras.

          de José Morán

          Editorial La Rosa de Papel, 2023

     De José Morán había leído La otra libertad, una novela histórica ambientada en la Cuba en 1868, cuando estalló la Guerra de los Diez años y la isla caribeña estaba bajo el liderazgo de blancos independentista quienes, para nutrir su ejército, incorporaron al mismo a esclavos negros de haciendas dedicadas al azúcar y el café con la vaga promesa de conseguir a cambio su libertad. Tengo muy buen recuerdo de esta novela que leí en 2016 y me dejó huella.

     Por eso, cuando tuve noticia de la publicación de otra novela de este autor, afincado en Murcia, me decidí enseguida a leerla. Una escuela y tres maestras también puede etiquetarse como novela histórica pero ambientada más cerca de nosotros, en Abarán (Murcia) y en la década de 1870, durante el levantamiento cantonalista y la Primera República. La acción gira en torno al litigio sobre una parcela (tahulla) del inmenso patrimonio del señor Conde, un aristócrata arrogante de estilo feudal quien, en pago por el silencio sobre un secreto inconfesable que afecta a su inclinación sexual, cedió a Antonia, su sirvienta, ese trozo de tierra para levantar una escuela. Su hija Natalia y la mejor amiga de esta, Fuensanta, aspiran sucesivamente a ejercer allí su profesión.

     Pero las cosas se complican: el incendio de la escuela, la muerte sospechosa de Natalia y otros incidentes criminales, permiten que el texto comparta elementos del género negro y nutran una trama de intriga que mantiene vivo el interés del lector.

    A subrrayar la contextualización socioeconómica, la descripción de las relaciones sociales entre el Conde y sus arrendatarios, entre los señores burgueses y el servicio doméstico, las costumbres y usos familiares, las relaciones con el poder en la región murciana durante una época convulsa. 

     Se lee muy bien, se aprende con esta novela, feminista y reivindicativa de los valores republicanos sobre la educación en general y de las mujeres en particular, apoyada en una buena documentación, y se pasa un buen rato, suficiente para recomendar su lectura con agrado.

       María García-Lliberós

miércoles, 20 de septiembre de 2023

"Las dos Adelaidas", de Elena Casero

Editorial Sargantana, 2023                           

220 páginas.


     Elena Casero vuelve con este libro a la novela tras dedicarse con éxito, durante un tiempo, al microrrelato, un género de enorme dificultad, en contra de lo que cree la gente, y en el que sin duda es una maestra. El salto que efectua con Las dos Adelaidas tiene sus riesgos, supone un cambio de registro en toda regla, un nuevo desafío que habrá sorprendido y, me atrevo a decir, agradado a sus lectores y, con seguridad, atraerá a otros nuevos. Porque Elena Casero nos ofrece una novela de calidad. Una novela intimista con solo tres personajes, una madre en sus últimos días de vida, y sus dos hijas, en un escenario reducido: un piso modesto, en un edificio en proceso de rehabilitación, en el barrio de Ruzafa de Valencia, un barrio que se comporta como un pequeño pueblo en el centro de la gran ciudad.

     Con tan escasos mimbres Elena Casero nos ofrece una gran novela sobre la memoria: la que la madre está perdiendo y las hijas luchan por mantener el mayor tiempo posible; la de las hijas, deseosas de recuperar los recuerdos de la infancia, cuando habitaron ese piso, y los de las relaciones con el padre y otros parientes. Al tiempo que el relato sobre esas circunstancias especiales que viven las dos hermanas propicia el recuerdo de las relaciones entre ellas enturbiadas por la envidia, los celos, los diferentes modos de vida y la distancia. Las dos Adelaidas en también una novela sobre la familia, ese microcosmos escenario de lo mejor y lo peor de la condición humana, y los secretos que cada una tiene encerrados en un armario.

     Los personajes, esas tres mujeres tan diferentes y tan próximas, están diseñados con la suficiente profundidad sicológica para que el lector puedad comprender sus conductas. No solo las conductas individuales, sino las colectivas, pues la memoria supone echar una mirada al pasado, un pasado que el de la madre alcanza la guerra civil y, en el de las tres, la dictadura franquista, con un entorno sociológico y unas leyes que definían un contexto estrecho y vigilado para las mujeres. Elena Casero solo necesita tres brochazos bien puestos para retratar ese ambiente. En esto y en la sucesión de capítulos breves, que agilizan mucho la lectura, he percibido la sabiduría acumulada por la autora a través de los microrrelatos.

     He leído Las dos Adelaidas con curiosidad creciente, con deleite calmoso, pues para disfrutar esta lectura no hay que acelerarla, sintiéndome reflejada en esta Adelaidas -título que el lector deberá descubrir el porqué-, participando de sus pensamientos profundos y llenos de sentido común, con un lenguaje natural, con algún atisvo poético cuando toca sentimientos que acarician nuestra sensibilidad. Razones más que suficientes para recomendarles Las dos Adelaidas con entusiasmo.

María García-Lliberós

     

viernes, 21 de abril de 2023

"Perdido en el Atlántico", de Pedro Menchén

 Editorial Sloper, 2022.                        


295 páginas.


Una novela inspirada en un hecho real: la desaparición, en 1966, del piloto Billy Allen White, en mitad del océano Atlántico. Nunca se encontró su cuerpo ni los restos del Beechcraft S-18 que pilotaba.

A partir de este suceso, Pedro Menchén hace su propia investigación. Puesto en contacto con los familiares del desaparecido, efectua conjeturas y elabora sus propias conclusiones que transmite al lector con un lenguaje muy ágil. Pudiera ser que el tal Billy hubiera planeado su desaparición, simulando un accidente que nunca ocurriera. Pudiera ser que, mientras sus familiares lo añoran, en mayor o menor medida, él estuviera disfrutando de una nueva vida en cualquier punto paradisíaco del planeta que, por fortuna, aún quedan muchos.

Con este planteamiento, la novela profundiza en la rica personalidad de Billy, en su complejo entorno familiar, en los motivos que pudieran haber impulsado una conducta tan extraordinaria. El componente psicológico de los personajes adquiere importancia, al igual que el social y económico. Estamos pues ante una novela de misterio, que tiene mucho de aventuras, de trama de intrigas familiares, de investigación detectivesca, de deducciones lógicas en un mar de incertidumbres.

He disfrutado leyendo Perdido en el Atlántico, siempre suelo disfrutar con la novelística de Pedro Menchén, por fortuna bastante prolífico, un autor con una prosa rica, afincado en Benidorm desde hace muchos años, alejado de círculos mediáticos y literarios, como suele decir, causa de que no se le haga el caso que merece, pues en su haber posee una amplia obra de narrativa de ficción y ensayística notable.

Muy recomendable.

María García-Lliberós

sábado, 24 de diciembre de 2022

"Un rojo intenso alarmante", de Pascual-Antonio Beño

                     Pedro Menchén                                    Pascual-Antonio Beño

Edición de Pedro Menchén                            

Editorial Sapere Aude, 2022                              

180 páginas  

                                       

     Pascual-Antonio Beño nació en Manzanares (Ciudad Real) en 1932 y murió en Sevilla en 2008. Se dedicó a la enseñanza y escribió poesía, teatro y narrativa, sin suerte mientras vivió, pues a duras penas consiguió publicar algo y nunca se reconoció su valía. Pero, gracias al formidable trabajo de Pedro Menchén, alumno suyo en el pasado y ahora su editor, la totalidad de su obra está siendo publicada en la editorial Sapere Aude, descubriéndonos un poeta potente y, con Un rojo intenso alarmante, también a un notable prosista.

    Cuando estalló la Guerra Civil, Beño tenía cuatro años, y cuando terminó, siete. Era un niño inteligente, observador y sensible. Beño escribió Un rojo intenso alarmante a los 44 años extrayendo de su memoria selectiva y bien nutrida de recuerdos, aquellos que más huella dejaron en su alma.  En esta obra el autor regresa a su infancia en un pueblo de la Mancha, Manzanares, cuando estalla el conflicto bélico que dividirá familias y pueblos, y comparte con el lector su mirada infantil sobre un mundo disparatado, cruel, incomprensible para la lógica inocente y desprejuiciada de un niño, que ha sustituido la palabra por las armas para dirimir sus conflictos, en el que la gente se comporta de una manera que produce dolor y muerte. Porque Beño niño sentía sobre todo que en el pueblo se había instalado una atmósfera de inquietud, presidida por el hambre y el miedo.

    El libro se estructura en una Introducción firmada por Pedro Menchén, interesante y que da un sentido al rescate del olvido de esta obra en la que, además, nos explica su relación con el autor, y 43 relatos cortos, sacados a la luz cincuenta años más tarde de su escritura. El relator es un niño que sueña con ser monaguillo, con poseer una bicicleta y con saber tocar el piano, una auto descripción tan empática que predispone al lector a su favor desde la primera página.

    La familia del autor -con unos abuelos republicanos y otros del bando insurgente- y la casa en la que vivían en Manzanares, la del Pradillo de las Monjas, constituyen elementos centrales del relato porque definen sus primeras relaciones con adultos y el escenario físico más cercano de sus recuerdos, en el que se desenvolvía la vida del niño Beño que recordará con nostalgia. El pueblo de Manzanares, castigado por el sol en verano, sus calles retorcidas y antiguas, sus casas blancas, el paseo del Río, el olor a vendimia y tierra mojada, conforman el escenario exterior. Porque el costumbrismo, entendido como la forma de vida de los habitantes de Manzanares, está muy presente en estos relatos: las casetas de la feria en verano, el paseo como lugar de encuentro, de inicio de amoríos, las sillas de mimbre sacadas a la calle, caído ya el sol, para hacer tertulia con los vecinos, la orquestina en el kiosko de la plaza para favorecer el baile cuando llegan las fiestas, los refrescos de zarzaparrilla, la merienda y el juego en la calle con otros niños, y el enorme cambio que produjo el estallido de la guerra: pasar a cerrar ventanas y puertas, esconderse en sótanos, no encender la luz, escuchar la radio en sigilo y con miedo, hacer cola para comprar víveres, la escasez, los incendios, los registros de los milicianos, la detención nocturna de vecinos que desaparecían y no se les volvía a ver, el establecimiento del imperio de la desconfianza entre ellos y, finalizada la guerra, la represión franquista implacable sobre los vencidos. Cualquiera podía denunciarte, lo mejor era pasar desapercibido. La atmósfera social se transforma en otra, más insolidaria, más fría, y eso nos lo cuenta Beño muy bien, desde esa mirada infantil sorprendida y verosímil.

    Un libro este que se lee con gusto, mejor si lo hacen con lentitud, para que los relatos, breves, se asienten en la memoria, lleno de sensibilidad, sin maniqueismos, con un lenguaje culto y sencillo que nos retrotrae a esos años negros de la reciente Historia de España, para que no se olviden, para que los hechos no se repitan y valoremos la paz y la convivencia pacífica de la que ahora disfrutamos.Una pequeña joya de la literatura memorialística.

    María García-Lliberós


sábado, 19 de noviembre de 2022

"El vals de la gata", de Elga Reátegui

Fundación Vinatea Editorial, 2022           


306 páginas

        En El vals de la gata, Lourdes, protagonista y narradora, nos cuenta su historia. Junto a Teresa, su madre soltera de talante dominante, y  mamita Jimena, su abuela y su refugio, formaban un núcleo familiar singular: tres mujeres, de diferentes edades, recelosas, unidas por el secreto, sometidas a las convenciones sociales, un pequeño escenario en el que caben los conflictos y afectos propios de la condición humana como si de una microsociedad se tratara. La autora ha diseñado un perfil de los personajes creíble y sofisticado, y se ha detenido en las relaciones entre ellas, complejas y humanas.

          En la novela, la autora demuestra poseer conocimientos de psicología individual y social, así como de los mecanismos que presionan para conducir las conductas personales por determinadas sendas. Se pone de manifiesto lo tontas que son algunas mujeres, ante diversas circunstancias, en su afán por retener a los hombres y, tambien, lo tontos que son algunos hombres para interpretar las señales que envían las mujeres, y lo difícil que hacemos las relaciones amorosas, sexuales y familiares, para conseguir la felicidad.

          La historia transcurre en Perú, desde 1940 hasta casi nuestros días, pues Lourdes ha cumplido los 83 años y un gran acierto de la novela es la contextualización sociológica derivada del desarrollo de los acontecimientos políticos: la revolución liderada por Manuel A. Odría, en octubre de 1948, contra el gobierno democrático de José Luis Bustamante y Rivero, quien sufrió dos golpes de Estado, uno de la mano de los militares y la derecha que triunfó, otro de la izquierda de los apristas que fue descubierto y superado. La autora dedica espacio, justificado por la relación de un miembro de la familia, el tío Ricardo, con el gobierno, a los momentos históricos, y su repercusión en la atmósfera cultural de Lima, reflejada en la cartelera de espectáculos,  en la ampliación o recorte de derechos y libertades (Odría otorgó el derecho de voto a las mujeres), en la calidad de los medios de comunicación, en especial la prensa escrita, y en la influencia de la Iglesia católica sobre el poder político. La elecciones de 1956 dieron el poder a Prado quien pactó con Odría, antes de la toma de posesión, no investigarlo por corrupción, cuando había sonoros indicios de ello, lo que da idea de la ética política imperante. Le sucedió el presidente Fernando Balaúnde, iniciando una etapa de tolerancia indumentaria (bikini y pantalones para las mujeres) sin correspondencia en otros aspectos de la convivencia. Elga Reátegui inserta con habilidad una crónica política del Perú de la época. 

          Un tema principal es el machismo que impregna todas las relaciones, incluidas las materno filiales, envenenándolas. A través de diversas historias colaterales la autora nos muestra a hombres dominantes, ególatras, posesivos, frente a mujeres miedosas, débiles, educadas para la resignación.

           Lourdes es una mujer sin libertad. Su madre, Teresa, controla su vida, decide por ella, la vigila, veta novios, alienta pretendientes, de acuerdo con sus criterios sometidos a las convenciones y Lourdes es incapaz de tomar las riendas de su vida hasta que, con más de 40 años, la muerte de Teresa la libera. Para entonces es tarde. Puede que la culpa, el horror a que su hija pase por el abandono que ella sufrió, la llevara a convertir su exceso de protección en actividad castradora. La relación entre ellas, en la que el miedo y el afecto se mezclan provocando desconfianza y reproches mutuos permite adentrarnos en las contradicciones de la conducta humana. Al igual que la relación de ella con los tres hombres que, de manera sucesiva, fueron importantes en su vida.

          El vals de la gata se lee bien. La prosa tiene buen pulso, los personajes creíbles, hay sensibilidad suficiente para provocar emociones en el lector que guste adentrarse en los recovecos psicologicos de los individuos para explicarse su conducta. Les invito a leerla.

          María García-Lliberós 

jueves, 29 de septiembre de 2022

El primer Tetrarca, de Gregorio Muelas.

 

El primer Tetrarca, de Gregorio Muelas.         


            

Editorial Olé Libros, 2021 (2ª edición)

292 páginas.

 

 

Novela histórica, pues todos sus personajes fueron reales en su día, ubicada en un período crítico del Imperio Romano: del 284, el de la toma del poder por Diocleciano, al año 308, conferencia de Carnuntum, convocada por el augusto de Oriente Galerio para resolver la disputa por el título de augusto de Occidente.

            Durante ese período gobernó la Tetrarquía, un sistema instituido por el emperador Diocleciano en el año 293, para dirigir y apaciguar el Imperio, un territorio inmenso con las fronteras amenazadas por sus vecinos, dividiéndolo entre dos emperadores mayores, los augustos, y sus subalternos y sucesores designados por ellos, los césares. Los cuatro conformaba la Tetrarquía.

Así, Diocleciano se asignó, como Augusto de Oriente, los territorios de Asia Menor, Oriente y Egipto, y encargó a su césar, Galerio, las provincias danubianas y Grecia.

A Maximiano, el otro Augusto, el de Occidente, le correspondió Italia, África e Hispania, y a su césar Constancio se le encargó, las provincias galas, belgas y germanas.

En 310, Constantino, hijo de Constancio, en un enfrentamiento en Marsella, derrotó a Maximiano, desapareciendo este Augusto, lo que llevó a la ruptura ideológica de la Tetrarquía.

Gregorio Muelas ha optado por contextualizar su novela en un período geográfico e histórico amplio y conflictivo y, tal vez por ello, rico de matices en la definición de los perfiles de los personajes que transitan sobre ese escenario. El primer Tetrarca es una novela con enormes dificultades para el autor si quiere llegar a numerosos lectores. Tiene que esforzarse por hacer fácil y amena su lectura. Adelantemos que este objetivo lo consigue.

La estructura de la novela se asienta en cuatro bloques o libros, cada uno para relatar hechos memorables en un momento y lugar determinado.

En el Liber primus, a través de las voces de Constancio y Constantino asistimos al relato de cómo el primero intenta pacificar la parte septentrional de Britania, con la ayuda de su hijo Constantino. El lector conocerá la estrategia militar para someter a los salvajes pictus, tribu con un gran sentimiento de independencia, en su campaña de escarmiento.

El Liber secundus, se ocupa de  la muerte de Costancio, el ascenso fraudulento de Constantino a Augusto y el encuentro entre Constantino y Maximiano para pactar el matrimonio del primero con su hija Fausta, a cambio de reconocer su título de Augusto. Ello le hace repudiar a su amada esposa Minervina. Constantino marcha a defender la frontera del Rin.

Liber Tertius, lo protagoniza Diocleciano y su brillante trayectoria política y militar. Se recuerda los edictos para perseguir a los cristianos, su enfrentamiento con los Bagaudas, de Armórica (Bretaña francesa), aplastados por Maximiano, entonces su césar, que restituyó la Ley en la Galia. También se relata los triunfos para recuperar el control de Armenia y reforzar el dominio romano en Mesopotamia.

Liber Quartus. Majencio (segundo hijo de Maximiano) desencadena un golpe de estado. Es investido augusto por el pueblo de Roma, y condena a muerte y ejecuta a Severo.

Galerio convoca a Licinio, a Diocleciano para arbitrar las disputas, y a Maximiano, el otro Augusto, a la conferencia de Carnuntum para llegar a un acuerdo en torno a los dos usurpadores, Constantino y Majencio. Las dos maneras diferentes de llegar al poder dan lugar a soluciones distintas para cada uno.

Gregorio Muelas finaliza su obra con un Epílogo dramático que escenifica el suicidio de Maximiano, preso de Constantino.

Tras este repaso de la obra El primer Tetrarca de Gregorio Muelas, cabe destacar lo siguiente:

1.- La estructura de la novela, esos cuatro libros que atienden a cuatro circunstancias esenciales del desarrollo de los acontecimientos. Clarifica los hechos de la compleja Historia que se cuenta.

2. Las diferentes voces narrativas, hasta doce, utilizando técnicas variadas como el recuerdo de diálogos concretos a los que se ha asistido como interlocutor, la reproducción de relatos contados por un tercero, el contenido de cartas cruzadas entre los tetrarcas, entre estos y sus familiares, esposas e hijas, extractos de memorias, testimonios de secretarios, etc. La mayoría de los tres primeros libros relatados en primera persona, y utilizando una voz omnisciente en el cuarto libro. Teniendo en cuenta además que como confiesa el autor, todos los documentos y pasajes aquí reconstruidos son producto de la imaginación del autor.

Una novela es una ficción, aunque cuente hechos históricos reales. En El primer Tetrarca queda evidenciado a través de estos documentos que no existieron pero pudieron haber existido, deducidos de los hechos ciertos que se conocen. Ponen de manifiesto la capacidad de Muelas para fabular, sin faltar a su formación de historiador.

3. La prosa es rica, visual, dinámica, con frases claras que ayudan al lector a no perderse entre los numerosos actores que intervienen y la compleja estructura política, la Tetrarquía, ideada por Diocleciano.

4. Finalmente, algo muy valioso. Hace accesible al público un período poco conocido del Imperio romano. Demuestra que un Imperio enorme, amenazado por una guerra civil y numerosas incursiones en sus fronteras de pueblos vecinos puede salvarse cuando coinciden en el espacio y en el tiempo políticos de altura. Diocleciano, uno de ellos, inventó la Tetrarquía, el gobierno de cuatro, e impuso unas leyes de funcionamiento aceptada por ellos. Olvidó que el ser humano es ambicioso y sucumbiría ante la tentación de favorecer a sus hijos frente a los méritos de terceros, incumpliendo estas normas. Eso fue lo que acabó destruyendo la Tetrarquía y enfrentándolos entre ellos. Una gran lección de la que extraer consecuencias.

El primer Tetrarca es una novela que se lee con gusto e interés, y que no dudo en recomendarla.

María García-Lliberós

martes, 3 de mayo de 2022

"Convivir con el enemigo. Una lectura crítica de la rebelión de las masas"

Pedro Menchén                                           


Editorial Sapera Aude, octubre de 2021.

308 páginas.


    José Ortega y Gasset (1883 - 1955) es uno los intelectuales españoles intocables. Resulta curioso que un escritor de provincias, residente en Benidorm, que él mismo reconoce no haber ido a la Universidad, se atreva, ose, a estas alturas, poner en cuestión la obra y la figura del filósofo. Hay que ser valiente y Pedro Menchén (1952) lo es, pues pueden caerle chuzos de punta, si no le han caído ya. Lo cierto es que cuando terminé de leer Convivir con el enemigo. Una lectura crítica de la rebelión de las masas, le había perdido en gran parte del respeto al insigne filósofo. También me pregunté porqué a este ensayo se la había prestado tan poca atención. Quizás, solo quizás, porque extraños intereses se oponen a hacer leña de un árbol todavía frondoso. Pero esto es algo que entra en el terreno de la especulación, por lo que decido dejarlo a un lado.

    Pedro Menchén toma el libro La rebelión de las masas (1930), y lo desmenuza, lo analiza capítulo a capítulo, casi párrafo a párrafo o frase a frase, reflexiona en voz alta, desde la perspectiva del hombre corriente, y planta cara al consagrado escritor con una lógica aplastante, la del setido común, la del conocimiento histórico posterior a la muerte de Ortega, evidenciando que las "profecías", un tanto apocalípticas que incluía su ensayo, por fortuna no se habían cumplido. Y lo hace con un texto muy ameno, alejado del tono de las tesis doctorales, lo que lo convierte en una lectura muy agradable y recomendable.

    Recuerdo que leí La rebelión de las masas cuando estudiaba quinto de bachiller en un colegio religioso para chicas, durante la época franquista, lo que indica lo bien considerado que estuvo el filósofo por la Dictadura. De hecho, gran parte de la ideología contenida en La rebelión de las masas fue aprovechada por el fascismo español -José Antonio Primo de Rivera y su Falanje- para nutrir su ideario político. La lectura de La rebelión de las masas entonces no me dejó huella. No parece a simple vista un libro adecuado para jovencitas de quince años alejadas de conocimientos sociológicas y políticos. Así que ahora lo he vuelto a leer de la mano de Menchén. Y, desde luego, la división que hace Ortega, con la que empieza el libro, afirmando que hay dos clases de criaturas: el hombre-masa (inferior, mediocre, vulgar) y el hombre excelente (superior, selecto, noble, egregio), no pasaría un exámen de corrección política en la actualidad. Ni que el destino del hombre-masa sea el de obedecer al hombre excelente que tiene el deber de mandar. Y si esto se trastoca, ojo, aparece el caos en el mundo. Demasiado esquemático.

    Todavía la figura de Ortega y Gasset goza de enorme admiración. Menchén, en su libro, hace un repaso a los prólogos de las numerosas ediciones de La rebelión de las masas, y algunos otros trabajos más o menos académicos, lo que ocupa la segunda parte de su libro. Personas de la categoría de Julián Marías, Paulino Garagorri, Anselmo Sanjuan, Domingo Hernández Sánchez, Saul Bellow, Fernando Salmerón, Thomas Mermall, Ignacio Sánchez Cámara, Mario Vargas Llosa, Salvador Giner, Francisco Ayala, Fernando Ariel del Val y Luis Araquistáin se han prestado a ejercer de prologuistas sin escatimar encendidos elogios, y alguna crítica velada también. Pero, ¿por qué, se pregunta Menchén, a una persona que rechaza la democracia y defiende un estado autocrático con partido único, se empeñan en considerarlo un demócrata liberal? Parece que intentan transformar a Ortega, hacerlo como no fue, para que pueda ser asimilado mejor. 

    Por todas estas cuestiones Convivir con el enemigo no es un ensayo al uso. Por supuesto que es el resultado de muchas horas de estudio y lectura de toda la obra de Ortega -el libro aporta una interesante bibliografía-  y en concreto sobre La rebelión de las masas, algo que se nota, hecho con afán clarificador y retador. Aquí hay tema para el debate. No está mal poner en cuestión popes elevados a los altares del pensamiento filosófico con premura u obedeciendo a extraños intereses. Lean Convivir con el enemigo y juzguen por ustedes mismos.

    María García-Lliberós

domingo, 20 de febrero de 2022

"Ambición", de Amparo Peris

 Editorial Sargantana, 2019. 303 páginas. 


          Cuando leí la sugerente contraportada de esta novela pensé que estaba ante otra de género, esta vez con una joven detective y una trama de espionaje con centro en el municipio costero de Cullera (Valencia). Grande fue mi sorpresa cuando, durante la primera mitad del libro percibí que otro elemento novelesco adquiría un peso fundamental en la historia: el erotismo y el sexo, hasta el punto de poder calificar la novela como erótica. Debo decir que lo encontré muy divertido.

          Amparo Peris, periodista nacida en Cullera un 5 de diciembre, convierte a este municipio costero en el centro de una trama criminal en torno al mundo del arte: falsificaciones de cuadros que se exportan a precios exhorbitantes, espionaje artístico, una Organización misteriosa planetaria que maneja sin escrúpulos sus negocios sin importar las vidas que queden por el camino. Todo ello envuelto en el glamour que acompaña a la actividad económica que se desarrolla bajo la aureola del arte. La búsqueda de la belleza y del dinero no son incompatibles. La sensualidad y la violencia tampoco.

          Cullera surge como un Montecarlo valenciano, un centro cosmopolita de turismo, en un enclave hermosísimo -lo tiene, por supuesto-, sin ninguna referencia a los estragos que hizo la especulación urbanística en el pasado siglo XX, con galerías de arte, hoteles de prestigio y un puerto donde se dan cita yates lujosos transmutados, en ocasiones, en instrumentos de la red mafiosa. La ciudad de Cullera adquiere la categoría de personaje en esta novela.

          Otros personajes son Celia, una joven licenciada en Arte, que trabaja en la galería de Rakel, con una belleza, ingenuidad y frescura que la convierten en objeto de deseo por parte de hombres y mujeres. Celia será, además, detective sin buscarlo al verse en el centro de la trama delictiva y contará con el apoyo de otra mujer, policía de la localidad con un pasado curioso.

          Ambición, un título muy bien puesto, es una novela que les hará pasar un buen rato y, con la sensualidad que contiene, les invitará a soñar. Además, aprenderán sobre las interioridades de ese mundo fascinante en apariencia, porque puede ser truculento, de la producción y comercialización de objetos de arte, de su relación con los medios de comunicación y la crítica especializada, y las pasiones que despierta.

          María García-Lliberós

jueves, 6 de enero de 2022

"El infiltrado", de Marta Querol

 Editorial Sargantana, 2021                       

313 páginas.

              

     Debo empezar confesando que es esta la primera novela que leo de Marta Querol y, también, que no soy aficionada al género fantástico, así que reconozco que al leer la sinopsis que figura en la contraportada del libro no sentí ninguna tentación para iniciar su lectura.  Pero en una Feria del Libro conocí a la autora de El infiltrado y, quizás porque irradia simpatía, me entró curiosidad por conocer algo de su obra  y el estilo de su escritura. Y así fue como me sumergí en las páginas de esta novela, de lo que no me arrepiento. 

     Arlodia, escenario de la acción, es un pueblo que no aparece en los mapas, porque es muy pequeño, porque quiere mantener su misterio o porque, al fin y al cabo, por allí aparecerán, lo quieran o no, los forasteros en su tránsito hacia el Más Allá, muertos que todavía viven dirigiéndose a la Puerta del Cielo o la Puerta del Averno, según hayan sido sus conductas, ubicadas en sitios indeterminados de la espesura del bosque que rodea el pueblo de Arlodia. 

     En Arlodia vive una comunidad de vecinos en la que todos se conocen, son apacibles, trabajadores, hospitalarios, parece que el mal no habita entre ellos, ni tampoco la mentira, ni las pasiones o la ambición. Los ciudadanos de Arlodia están conformes con sus pacíficos destinos, orgullosos de su ingenuidad, allí nunca pasa nada extraordinario, hasta que aparece un forastero nuevo, extraño, de apariencia elegante, el infiltrado Caballero Oscuro, la persona encargada de inyectar el Mal en esta comunidad y, con ello, cambiar su forma de vida. Este es un ser inteligente que con sus artes seductoras, capaces de despertar el deseo erótico en las mujeres y poderes maléficos conseguirá que las familias se enfrenten entre ellas, que las amigas desconfíen las una de las otras, que la convivencia se vuelva irrespirable y la sospecha se instale entre los vecinos y, con ella, la violencia. 

     El infiltrado es una novela sobre el Bien y el Mal, y la manera en que una de estas fuerzas se impone a la otra. Gabriela, personaje femenino fuerte, será la encargada de desenmascarar al caballero y hacer frente a la amenaza que representa. Los elementos fantásticos, los mediovivos o mediomuertos que conviven transitoriamente con la gente del pueblo, son personajes secundarios que sirven para crear la atmósfera de intriga, de extrañanamiento, que hace de Arlodia un pueblo diferente, al igual que la sabiduría que se encuentra en el códice en posesión del pater Cóssimo que contribuye a crear la leyenda necesaria para sustentar el misterio. 

     La novela se estructura en 36 capítulos y ha encontrado alguna inspiración en La Divina Comedia de Dante Alighieri, pues inicia cada parte con una enigmática frase de esta obra cuya justificación se encuentra en el contenido de los capítulos que siguen. La historia que nos cuenta, muy original, tiene un comienzo poderoso, un primer capítulo de prosa clara que atrapa y crea expectativas. Aunque el desarrollo posterior es desigual, sabe mantener la curiosidad hasta la resolución del conflicto. Es lo que la hace recomendable.

     María García-Lliberós

         


                                                



lunes, 20 de diciembre de 2021

"El pasado siempre llega tarde", de Ignacio Cort

                                                                                                                                                             

Editorial Sargantana, septiembre 2021.               

411 páginas.

          Hacía mucho tiempo que no me sumergía en una novela negra. Tuve mi época, hace años, en que leí muchas novelas de género, de los maestros Raymond Chandler, Dashiel Hammet, Edgar Wallace y tantos otros. Luego mis gustos fueron por otros derroteros. El pasado siempre llega tarde me ha supuesto una vuelta placentera a este tipo de novelas tan solicitadas por los lectores. Contiene todos los elementos propios del género: un protagonista, el abogado Juan Dalmás, personaje de otras dos novelas anteriores del autor, cuyo perfil sigue el patrón del célebre Philip Marlowe adaptado a las costumbres y características de los pueblos mediterráneos, un tipo valiente, simpático, preocupado tanto por la justicia como por el cobro de sus honorarios, algo alocado o imprudente, dispuesto a incumplir la ley para conseguir pruebas, soltero, de vida desordenada dentro de unos límites, que cuenta con la ayuda de Nina, una ex policía dedicada a tareas de detective, impagable, lista como el hambre, sensual, racional, que se crece ante el peligro, y sabe compatibilizar sexo y trabajo sin estorbarse. Nina es, sin suda, un personaje con fuerza, y los dos forman una pareja muy seductora. 

          Y como toda buena novela negra El pasado siempre llega tarde cuenta con una trama compleja, oscura, que va desarrollándose en torno a la muerte imprevista de una directiva de un potente grupo empresarial, Mamen. De si ocurrió en tiempo de trabajo o no depende la cuantía de la indemnización establecida en un seguro de vida, suscrito por la empresa y cuyo beneficiario en su único hijo. Un encargo que recibe Dalmás, en principio simple: obtener información sobre cómo ocupó las horas previas a su muerte, asunto que irá conduciendo a otros, incluido un asesinato, todos turbios, relacionados con las timbas de póker clandestinas, las deudas de juego y sus consecuencias, las mafias chinas establecidas en la costa valenciana y sus negocios, las inversiones inmobiliarias dirigidas a blanquear capitales y multiplicarlos exponencialmente en urbanizaciones de lujo cuyo proceso de calificación de suelo, aprobación previa del planeamiento y concesiones de licencias de construcción, requiere untar de manera adecuada a los políticos de turno. Corrupción politica-inmobiliaria que con tanta fortuna ha maridado en nuestro suelo patrio, especialmente en la Comunidad Valenciana. 

          La lectura de El pasado siempre llega tarde resulta ágil gracias a una prosa que no abusa de la retórica, lenguaje claro, diálogos que van al grano, ironía que el protagonista distribuye a discreción, sentido del humor ante las debilidades humanas, comenzando por las de uno mismo, personajes bien perfilados, y una ambientación de los escenarios escogidos del centro histórico de la ciudad de Valencia que el lector de aquí reconocerá de inmediato. El autor sabe inocular la curiosidad para seguir leyendo, de manera creciente, consigue la tensión literaria propia del género y la empatía del lector hacia la pareja protagonista que alimenta la acción.

          Una lectura muy recomendable para los aficionados al noir.


          María García-Lliberós.




                                          





viernes, 12 de noviembre de 2021

"Más allá de la tristeza", de María García-Lliberós.

 Reproduzco aquí el texto de presentación de mi novela por parte del periodista y escritor Jaime Millás, una de las personas que ha dedicado más tiempo a analizar mi obra en su globalidad y con cuyos juicios me he sentido más identificada. Su presentación fue una amplia reseña de la novela llena de observaciones y detalles significativos que, sin duda, enriquecen su lectura.


PRESENTACIÓN “MÁS ALLÁ DE LA TRISTEZA”, DE MARIA GARCIA-LLIBEROS

Jueves 11 noviembre 2021, Ayuntamiento de Alfafar

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La última novela de María García-Lliberós es mucho más que un extenso relato sobre las vicisitudes que genera una adopción internacional en el seno de una familia valenciana, que opta por esta vía después de constatar la esterilidad de la pareja.

La narradora al situar este tema como eje conductor de la obra puede facilitar esta interpretación restrictiva. Pero si se lee el libro a fondo, dedicándole toda la atención que requiere, vemos que el desarrollo literario va mucho más allá de tratar en solitario este tema de actualidad en nuestra sociedad. María construye en 263 páginas una ambiciosa trama donde encontramos datos, experiencias, reflexiones y opiniones sobre los diferentes núcleos de convivencia que están sustituyendo a la familia convencional en el mundo contemporáneo, sobre los mitos que acompañan el desarrollo de la función maternal y paternal; leemos los problemas de conciencia que generan la aplicación de alternativas científicas y sociales actuales para resolver la falta de hijos en una familia o en una pareja; descubrimos la complejidad social y psicológica de los procedimientos de adopción más allá de la aparente alegría que produce iniciar el proceso; asistimos al grave problema escolar que genera la marginación del niño diferente, de una etnia distinta; también constatamos en la novela las dificultades y los avances de la sociedad española para superar el clasismo y la desigualdad social.

Leer Más allá de la tristeza nos ayuda a descubrir el escenario social de la vida española del siglo XXI representado por personajes procedentes de diferentes generaciones y nacidos dentro y fuera del país, adscritos a diversas clases sociales y situaciones económicas y profesionales. En ese escenario narrativo vamos conociendo problemas vinculados con los principios morales de ejercer el bien y el mal, las oportunidades profesionales, las relaciones sentimentales, las redes familiares de protección y desarrollo del ser humano, la complejidad de las relaciones amorosas, y, de manera especial, conocemos la segunda oportunidad que la vida suele ofrecer a todo ser humano para redimirse después de caer en lo más profundo de su desgracia. 

La escritora describe una sociedad con personajes muy cercanos, casi reconocibles, de carne y hueso, que al mismo tiempo son héroes y villanos, son víctimas de su negatividad y su ignorancia a la vez que portadores de nueva luz, alegría y amor. La narradora es maestra en ofrecer nuevas esperanzas a personajes que antes han sido descritos como seres conflictivos.

Después de haber leído con enorme placer este libro, y tomando en consideración la trayectoria temática que María ha seguido a lo largo de su producción literaria, creo que esta última obra representa a la perfección a una escritora con vocación social, y en cierto modo política, que alcanza cotas muy altas cuando sus personajes hacen introspección psicológica. La dualidad establecida entre comportamientos sociales y conductas psicológicas nos permite imaginar y visualizar en esta novela la complejidad psíquica del ser humano y la dificultad para interpretar las conductas ambiguas, que a veces concurren en nuestra convivencia.

En la vida real no todo es lo que parece. Para eso, para iluminar nuestra dudas, está la literatura, está la ficción artística. La literatura nos permite representar con distancia lo que en realidad sucede cuando estamos solos, encerrados en nuestros pensamientos, lo que sucede cuando convivimos y nos relacionamos unos con otros a través del amor o del desamor.

Me parece de gran  efectividad narrativa la opción de narradores múltiples que María ha asumido en esta ocasión, después de más de dos décadas de ausencia de esta alternativa en su novelística. En 1999, en la novela Equívocos, el relato lo cuentan varios testigos de las razones que provocaron la muerte de Joaquin, un juez de éxito. La creadora literaria ha elegido dos sujetos narrativos, que escriben y describen su vida, como si se tratara de construir un diario para explicar al lector lo que ha pasado y lo que está pasando en el presente. La novela está escrita en su mayor parte por el hijo adoptivo Diego y por el padre Bernardo, a la edad respectivamente de 30 y 76 años.

Hay un tercer sujeto narrativo, mudo, inmerso en sus pensamientos, consciente de que le quedan días para morir. Este yo narrativo, que conocemos en tercera persona, es observado de manera omnisciente por la escritora y por los lectores. Me refiero a la madre adoptiva Alicia, que a los 68 años se expresa desde una conciencia interna que está preparando su adiós definitivo al mundo a causa de un cáncer.

También María nos ofrece otro sujeto narrativo mucho más breve, la novia Candela, futura  esposa del joven adoptado y natural del país donde nació Diego. Cuando este quiere dar el paso para asentar su vida, y ser un hombre hecho y derecho, opta por arraigarse de nuevo con su cultura peruana y con su pueblo de origen indígena pues nunca llegó a sentirse español. Toda la generosidad con que sus padres españoles construyeron su vida de adolescente no sirvió de nada. Diego opta a ser una persona afectivamente autónoma en la vida volviendo a su país de nacimiento.  Este es uno de los aspectos del argumento narrativo que más me ha interesado, porque soy de los que a menudo piensa que la adopción, en numerosos casos, es sinónimo de desarraigo y pérdida de identidad cultural. 

Entre los cuatro sujetos narrativos que acabo de identificar destacan las voces masculinas del padre y el hijo adoptivos. Hablan en primera persona, con la fuerza y la determinación que ya empleó María tiempo atrás en la voz narrativa del ingeniero Emilio Ferrer, el personaje central de su anterior novela La función perdida, texto en el que cuenta las peripecias del protagonista para encontrar un espacio personal en su nueva vida de jubilado después de haber sido un poderoso funcionario municipal.

En esta polifonía, la voz femenina de Alicia es en realidad el testimonio de una persona que desea morir en paz después de recibir el perdón y el cariño de su hijo adoptivo. Ya no tiene fuerza para actuar sobre el presente o para condicionar el futuro con sus opiniones.

María García-Lliberós pone muy rápido sobre la mesa del lector las principales cartas que va a jugar en el relato. Habla de dos episodios singulares que hicieron insostenible el conflicto del joven Diego con sus padres adoptivos y con la sociedad que pretendía integrarlo: a uno lo llama el incidente, una situación muy triste que se produce entre hijo y madre. Este hecho en cierto modo mantiene relación con el otro episodio, una reiterada situación de acoso escolar que Diego vive en su colegio sin que nadie investigue los hechos y detecte la angustia permanente del niño. Desde las primeras páginas se señala el giro que estas dos situaciones van a producir en la trama. Pero la autora, que sabe administrar perfectamente la intensidad de las intrigas, alarga durante páginas y páginas el deseo de querer saber el desenlace de estos dos aldabonazos, y los describe cuando la acción ya está bastante avanzada y el lector maneja numerosas informaciones y escenarios en su imaginación.

Creo no equivocarme si afirmo que en el conjunto de la producción literaria de la escritora esta última novela  representa un cambio estilístico importante, aunque el tipo de estructura narrativa ya lo hubiera aplicado a un título anterior. En general el arranque de las tramas que había elegido anteriormente estaba centrado en un personaje, hombre o mujer, que anuncia una determinación y luego va explicando por qué ha llegado a ese punto vital y cómo está gestionando el presente. Por ejemplo, en la primera novela que María publicó en 2015 en Sargantana, Diario de una sombra, el financiero Gabriel Pradera se nos presenta como un profesional de éxito que, sin embargo, está preparando quitarse la vida porque no soporta el conflicto moral y la angustia que arrastra por unos hechos que se produjeron en su juventud. Pues bien, la polifonía que en esta ocasión ha elegido para sus protagonistas es un gran acierto de creación literaria e incrementa mucho el interés por leer el libro.

Por la trayectoria profesional que desarrolló como economista y licenciada en ciencias políticas en la administración municipal y por la militancia política que ejerció en los años 80 en los medios de comunicación valencianos de carácter público, es lógico que la producción literaria de María sea lúcida al ofrecernos mosaicos culturales, políticos y profesionales de la sociedad en la que crecimos y vivimos. Su manera de trabajar el realismo literario es inteligente y de gran eficacia narrativa. Pero yo pondría tanto o más el acento como lector en su capacidad para mostrar con palabras la introspección y la reflexión anímica de sus personajes. El psicologismo de los protagonistas nos ayuda a conocer sus dudas, sus ambiciones, sus deseos, su amor y su desamor, sus angustias, sus fracasos, su capacidad de humor y tristeza, todo ello en el contexto de una sociedad que se encuentra en permanente cambio y que obliga a cambiar mentalidades y comportamientos.

En la novela la emotividad positiva y la negatividad están a flor de piel, los deseos del ser humano de amar y proteger a otra persona también, conocemos la necesidad de tener referentes adultos para crecer en la vida, de ejercer la capacidad de perdón y de generosidad de las personas. Más allá de la tristeza que produce a la pareja protagonista la sensación de haber fracasado en una adopción pese a haber puesto la mejor voluntad y haber destinado todos los medios materiales para que saliera bien, más allá del fracaso de una propuesta paterno filial que quería ser el proyecto central y determinante de la convivencia de una pareja, la escritora María García-Lliberós en esta novela nos sitúa ante un mundo de emociones y buenos deseos, que permite continuar satisfactoriamente la vida después de haber ejercido el perdón.

El reencuentro de Diego y su madre genera unas páginas muy bellas y sentidas, escritas desde el corazón y la emotividad, auténtico reflejo de lo que acabo de señalar. La misma sensación de bienestar produce al lector el nuevo proyecto de vida compartida que se vislumbra van a emprender padre e hijo, aunque sea a miles de kilómetros de distancia. Bernardo escribe en una de sus páginas: “Me queda poco tiempo para volver a amar a mi hijo”.

 

Jaime Millás

jueves, 28 de octubre de 2021

La guerra no tiene nombre de mujer.

Svetlana Alexiévich (Premio Nobel de Literatura 2015)                                  
Penguin Random House Grupo Editorial (Debate), 2015 (4ª edición, 2021)
Traducción: Yulia Dobrovolskaia y Zahara García González.
365 páginas.

          En los últimos años se han otorgado Premios Nobeles de Literatura a autores que me son desconocidos por completo. Tal es el caso de Svetlana Alexiévich (Bielorrusa, 1948), periodista además de escritora. De hecho, La guerra no tiene nombre de mujer podría incluirse en el género de reportaje, si es necesario clasificarlo de alguna forma. Desde luego, no es una novela y tampoco un ensayo. Es un libro diferente. Nos habla de la Segunda Guerra Mundial, de la participación de las mujeres rusas en la guerra, no solo como sanitarias sino ejerciendo oficios muy masculinos: francotiradoras, tanquistas, zapadoras, en primera línea de batalla. Se calcula que un millón de mujeres rusas, muy jóvenes, entre 17 y 20 años, se alistaron en el Ejército Rojo para ir a la guerra y defender a su amada patria de la invasión alemana de Hitler.

          La estructura es sencilla: entrevistas, más de tres décadas después, a decenas mujeres que sobrevivieron a aquel horror dispuestas a recordar y a contarlo ante una grabadora. La labor de Alexiévich se resume en dar voz a esas mujeres todavía traumatizadas por aquella experiencia, transcribir sus historias y ordenarlas. Para algunas suponía vencer una obligación de olvidar impuesta para superar el dolor, para otras una terapia necesaria. En cualquier caso, este libro nos muestra la guerra contada desde la perspectiva de la mujeres que participaron en ella matando, al igual que los hombres. "Matar da miedo", dice alguna de ellas. Que te maten también, por supuesto. Esta perspectiva relata los acontecimientos bélicos desde el interior de cada una. Desnudan su alma, nos muestran los sentimientos, se alejan de las hazañas en combate, de estrategias y heroicidades tan propias del relato masculino, para enseñar las consecuencias del horror en nuestro interior. Y esto es lo que me ha parecido más valioso.

          Durante la primera parte he echado de menos el trabajo creativo de Alexiévich, incluso me parecía que el discurso caía en cierta reiteración, a pesar de algunos testimonios estremecedores. La segunda mitad del texto cobra altura e intensidad. Plantea temas importantes y desconocidos. No solo el trato de los soldados en el frente con ellas, respetuoso y protector en combate, admirativo incluso, tierno por parte de los heridos, y agresivo en ocasiones por parte de hombres hambrientos de carne femenina. La violación también estaba presente. Pero quizás, lo que más me ha llamado la atención es la recepción que estas mujeres tenían cuando, declarada la Victoria, una victoria a la que habían contribuido arriesgando sus vidas, incluso condecoradas, regresaban a sus pueblos y familias. Los prejuicios instalados en la sociedad les hacía percibir el desprecio, como si en vez de ir a la guerra como soldados hubieran ido como putas. El dolor que esa reacción producía podía ser más intenso que la muerte a la que se habían acostumbrado en el campo de batalla. A sus compañeros soldados se les recibía como héroes.

         Una lectura interesante y recomendable.

         María García-Lliberós 

 

lunes, 23 de agosto de 2021

"Effi Briest", de Theodor Fontane

                             
                                                          
Traducido del alemán por: Pablo Sorózabal Serrano.
Alianza Editorial, 2011, 3ª edición. (1ª edición en 1984).
383 páginas.

    Hacía tiempo que tenía ganas de leer esta novela, quizás por las comparaciones que se han hecho colocándola al nivel de Madame Bovary, La Regenta o Anna Karenina, las novelas grandes sobre el adulterio femenino, pues el masculino, del siglo XIX, al ser algo ordinario, ni siquiera se consideraba materia literaria. Y, en mi modesta opinión, no. Effi Briest es una novela muy notable que he leído con gusto pero a la que no elevo hasta esos altares de la excelencia. 
    Me ha ocurrido algo curioso con esta lectura: he echado de menos muchas cosas que el autor nos oculta y que apenas sugiere y, al mismo tiempo, me han sobrado otras a las que le dedica demasiadas páginas.
    Effi Briest, la protagonista cuyo nombre da título a la novela, es una joven de 17 años llena de alegría y amor por la vida a quienes sus padres, sencillos terratenientes prusianos, deciden casar con el barón Innstetten, un perfecto desconocido hasta hace un mes, de más de 40 años, prefecto de una alejada región, obnubilados por su posición aristocrática y su irresistible ascensión en la administración pública. Con estos antecedentes, el meollo de la novela, el adulterio, queda bien encauzado desde el principio pues Effi, apenas abandonada su adolescencia se ve convertida en señora baronesa, en una tierra y una casa, o caserón con fantasma incluido, que le resultan extraños, añorando a su familia y amigos, y su esposo, un buen hombre mucho mayor que ella, se encuentra lejos de satisfacer sus anhelos.
    Lo curioso es que el narrador le descubre al autor los hechos de manera indirecta y muy sucinta. En la obra tan solo hay una brevísima escena, bastante inocente, en la que aparecen juntos Effi y el que será su amante y es que el foco de la historia no lo ocupa los amores pecaminosos de esta pareja sino la presión que los convencionalismos sociales ejercen sobre Innstetten cuando, seis años más tarde, acabado por completo el romance de su esposa, instalados en Berlín, descubre por casualidad unas cartas y, con ellas, el engaño del que fue objeto y se ve obligado a impartirse justicia cuando ni siquiera le anima un afán de venganza sino, incluso un sentimiento de perdón hacia su esposa. Asimismo, Effi pagará su culpa, que ella no acaba de admitir (y, francamente, tampoco yo, pues aquellas costumbres matrimoniales la convierten casi en heroína), con la pérdida de la custodia de su hija y el aislamiento social impuesto de por vida.
    Effi Briest juzga más a la sociedad de su tiempo y al comportamiento colectivo que a las conductas individuales de los personajes y eso es lo que diferencia esta novela de las mencionadas en el primer párrafo y por eso yo, a la lectura, interesándome y resultándome grata, le pedía mayor profundidad psicológica en los sentimientos individuales y que me permitiera contemplar el conflicto que tenía lugar en el interior de cada uno. Una objeción muy personal pues, ya se sabe, la lectura es algo extremadamente subjetivo. Como explica el traductor en la Introducción mucho mejor que yo,  Theodor Fontane se interesa más por la relación entre hechos, personas, cosas, que por el levantamiento de acta de los estados del "alma", la "psique", esa oscura sustancia de la que los comportamientos humanos no serían sino mero reflejo.
    Effi Briest está considerada como una obra maestra de la literatura alemana, al menos así lo expresa el editor en la contraportada y, desde luego, no me siento en condiciones de contradecirle. Léanla y júzguenla.

    María García-Lliberós



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