viernes, 12 de noviembre de 2021

"Más allá de la tristeza", de María García-Lliberós.

 Reproduzco aquí el texto de presentación de mi novela por parte del periodista y escritor Jaime Millás, una de las personas que ha dedicado más tiempo a analizar mi obra en su globalidad y con cuyos juicios me he sentido más identificada. Su presentación fue una amplia reseña de la novela llena de observaciones y detalles significativos que, sin duda, enriquecen su lectura.


PRESENTACIÓN “MÁS ALLÁ DE LA TRISTEZA”, DE MARIA GARCIA-LLIBEROS

Jueves 11 noviembre 2021, Ayuntamiento de Alfafar

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La última novela de María García-Lliberós es mucho más que un extenso relato sobre las vicisitudes que genera una adopción internacional en el seno de una familia valenciana, que opta por esta vía después de constatar la esterilidad de la pareja.

La narradora al situar este tema como eje conductor de la obra puede facilitar esta interpretación restrictiva. Pero si se lee el libro a fondo, dedicándole toda la atención que requiere, vemos que el desarrollo literario va mucho más allá de tratar en solitario este tema de actualidad en nuestra sociedad. María construye en 263 páginas una ambiciosa trama donde encontramos datos, experiencias, reflexiones y opiniones sobre los diferentes núcleos de convivencia que están sustituyendo a la familia convencional en el mundo contemporáneo, sobre los mitos que acompañan el desarrollo de la función maternal y paternal; leemos los problemas de conciencia que generan la aplicación de alternativas científicas y sociales actuales para resolver la falta de hijos en una familia o en una pareja; descubrimos la complejidad social y psicológica de los procedimientos de adopción más allá de la aparente alegría que produce iniciar el proceso; asistimos al grave problema escolar que genera la marginación del niño diferente, de una etnia distinta; también constatamos en la novela las dificultades y los avances de la sociedad española para superar el clasismo y la desigualdad social.

Leer Más allá de la tristeza nos ayuda a descubrir el escenario social de la vida española del siglo XXI representado por personajes procedentes de diferentes generaciones y nacidos dentro y fuera del país, adscritos a diversas clases sociales y situaciones económicas y profesionales. En ese escenario narrativo vamos conociendo problemas vinculados con los principios morales de ejercer el bien y el mal, las oportunidades profesionales, las relaciones sentimentales, las redes familiares de protección y desarrollo del ser humano, la complejidad de las relaciones amorosas, y, de manera especial, conocemos la segunda oportunidad que la vida suele ofrecer a todo ser humano para redimirse después de caer en lo más profundo de su desgracia. 

La escritora describe una sociedad con personajes muy cercanos, casi reconocibles, de carne y hueso, que al mismo tiempo son héroes y villanos, son víctimas de su negatividad y su ignorancia a la vez que portadores de nueva luz, alegría y amor. La narradora es maestra en ofrecer nuevas esperanzas a personajes que antes han sido descritos como seres conflictivos.

Después de haber leído con enorme placer este libro, y tomando en consideración la trayectoria temática que María ha seguido a lo largo de su producción literaria, creo que esta última obra representa a la perfección a una escritora con vocación social, y en cierto modo política, que alcanza cotas muy altas cuando sus personajes hacen introspección psicológica. La dualidad establecida entre comportamientos sociales y conductas psicológicas nos permite imaginar y visualizar en esta novela la complejidad psíquica del ser humano y la dificultad para interpretar las conductas ambiguas, que a veces concurren en nuestra convivencia.

En la vida real no todo es lo que parece. Para eso, para iluminar nuestra dudas, está la literatura, está la ficción artística. La literatura nos permite representar con distancia lo que en realidad sucede cuando estamos solos, encerrados en nuestros pensamientos, lo que sucede cuando convivimos y nos relacionamos unos con otros a través del amor o del desamor.

Me parece de gran  efectividad narrativa la opción de narradores múltiples que María ha asumido en esta ocasión, después de más de dos décadas de ausencia de esta alternativa en su novelística. En 1999, en la novela Equívocos, el relato lo cuentan varios testigos de las razones que provocaron la muerte de Joaquin, un juez de éxito. La creadora literaria ha elegido dos sujetos narrativos, que escriben y describen su vida, como si se tratara de construir un diario para explicar al lector lo que ha pasado y lo que está pasando en el presente. La novela está escrita en su mayor parte por el hijo adoptivo Diego y por el padre Bernardo, a la edad respectivamente de 30 y 76 años.

Hay un tercer sujeto narrativo, mudo, inmerso en sus pensamientos, consciente de que le quedan días para morir. Este yo narrativo, que conocemos en tercera persona, es observado de manera omnisciente por la escritora y por los lectores. Me refiero a la madre adoptiva Alicia, que a los 68 años se expresa desde una conciencia interna que está preparando su adiós definitivo al mundo a causa de un cáncer.

También María nos ofrece otro sujeto narrativo mucho más breve, la novia Candela, futura  esposa del joven adoptado y natural del país donde nació Diego. Cuando este quiere dar el paso para asentar su vida, y ser un hombre hecho y derecho, opta por arraigarse de nuevo con su cultura peruana y con su pueblo de origen indígena pues nunca llegó a sentirse español. Toda la generosidad con que sus padres españoles construyeron su vida de adolescente no sirvió de nada. Diego opta a ser una persona afectivamente autónoma en la vida volviendo a su país de nacimiento.  Este es uno de los aspectos del argumento narrativo que más me ha interesado, porque soy de los que a menudo piensa que la adopción, en numerosos casos, es sinónimo de desarraigo y pérdida de identidad cultural. 

Entre los cuatro sujetos narrativos que acabo de identificar destacan las voces masculinas del padre y el hijo adoptivos. Hablan en primera persona, con la fuerza y la determinación que ya empleó María tiempo atrás en la voz narrativa del ingeniero Emilio Ferrer, el personaje central de su anterior novela La función perdida, texto en el que cuenta las peripecias del protagonista para encontrar un espacio personal en su nueva vida de jubilado después de haber sido un poderoso funcionario municipal.

En esta polifonía, la voz femenina de Alicia es en realidad el testimonio de una persona que desea morir en paz después de recibir el perdón y el cariño de su hijo adoptivo. Ya no tiene fuerza para actuar sobre el presente o para condicionar el futuro con sus opiniones.

María García-Lliberós pone muy rápido sobre la mesa del lector las principales cartas que va a jugar en el relato. Habla de dos episodios singulares que hicieron insostenible el conflicto del joven Diego con sus padres adoptivos y con la sociedad que pretendía integrarlo: a uno lo llama el incidente, una situación muy triste que se produce entre hijo y madre. Este hecho en cierto modo mantiene relación con el otro episodio, una reiterada situación de acoso escolar que Diego vive en su colegio sin que nadie investigue los hechos y detecte la angustia permanente del niño. Desde las primeras páginas se señala el giro que estas dos situaciones van a producir en la trama. Pero la autora, que sabe administrar perfectamente la intensidad de las intrigas, alarga durante páginas y páginas el deseo de querer saber el desenlace de estos dos aldabonazos, y los describe cuando la acción ya está bastante avanzada y el lector maneja numerosas informaciones y escenarios en su imaginación.

Creo no equivocarme si afirmo que en el conjunto de la producción literaria de la escritora esta última novela  representa un cambio estilístico importante, aunque el tipo de estructura narrativa ya lo hubiera aplicado a un título anterior. En general el arranque de las tramas que había elegido anteriormente estaba centrado en un personaje, hombre o mujer, que anuncia una determinación y luego va explicando por qué ha llegado a ese punto vital y cómo está gestionando el presente. Por ejemplo, en la primera novela que María publicó en 2015 en Sargantana, Diario de una sombra, el financiero Gabriel Pradera se nos presenta como un profesional de éxito que, sin embargo, está preparando quitarse la vida porque no soporta el conflicto moral y la angustia que arrastra por unos hechos que se produjeron en su juventud. Pues bien, la polifonía que en esta ocasión ha elegido para sus protagonistas es un gran acierto de creación literaria e incrementa mucho el interés por leer el libro.

Por la trayectoria profesional que desarrolló como economista y licenciada en ciencias políticas en la administración municipal y por la militancia política que ejerció en los años 80 en los medios de comunicación valencianos de carácter público, es lógico que la producción literaria de María sea lúcida al ofrecernos mosaicos culturales, políticos y profesionales de la sociedad en la que crecimos y vivimos. Su manera de trabajar el realismo literario es inteligente y de gran eficacia narrativa. Pero yo pondría tanto o más el acento como lector en su capacidad para mostrar con palabras la introspección y la reflexión anímica de sus personajes. El psicologismo de los protagonistas nos ayuda a conocer sus dudas, sus ambiciones, sus deseos, su amor y su desamor, sus angustias, sus fracasos, su capacidad de humor y tristeza, todo ello en el contexto de una sociedad que se encuentra en permanente cambio y que obliga a cambiar mentalidades y comportamientos.

En la novela la emotividad positiva y la negatividad están a flor de piel, los deseos del ser humano de amar y proteger a otra persona también, conocemos la necesidad de tener referentes adultos para crecer en la vida, de ejercer la capacidad de perdón y de generosidad de las personas. Más allá de la tristeza que produce a la pareja protagonista la sensación de haber fracasado en una adopción pese a haber puesto la mejor voluntad y haber destinado todos los medios materiales para que saliera bien, más allá del fracaso de una propuesta paterno filial que quería ser el proyecto central y determinante de la convivencia de una pareja, la escritora María García-Lliberós en esta novela nos sitúa ante un mundo de emociones y buenos deseos, que permite continuar satisfactoriamente la vida después de haber ejercido el perdón.

El reencuentro de Diego y su madre genera unas páginas muy bellas y sentidas, escritas desde el corazón y la emotividad, auténtico reflejo de lo que acabo de señalar. La misma sensación de bienestar produce al lector el nuevo proyecto de vida compartida que se vislumbra van a emprender padre e hijo, aunque sea a miles de kilómetros de distancia. Bernardo escribe en una de sus páginas: “Me queda poco tiempo para volver a amar a mi hijo”.

 

Jaime Millás

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