lunes, 2 de mayo de 2016

El escritor José Luís Ferris habla sobre "Diario de una sombra"

José Luís Ferris
"Una gran historia de amor que desnuda las contradicciones de la condición humana".

Hablar de la última novela de María García-Lliberós es hablar de una sombra, o lo que viene a ser lo mismo, de una aparición fantasmagórica, de la imagen –y aquí nos acogemos fielmente al diccionario– de una persona ausente o difunta. Y es en el sentido metafórico de la palabra “sombra” donde reside la clave del título: Diario de una sombra; diario de alguien que regresa del más allá.
Pero para entender este juego de imágenes y espejos, conviene analizar por piezas los elementos que van a conformar un relato tan bien armado como el que nos ocupa.
Pensemos entonces que deseamos construir una historia sobre el eje argumental de la lucha de la mujer en un medio hostil. Pensemos que queremos decir algo importante acerca de la libertad individual; o que hay errores en la vida que no permiten la reparación, es decir, que “Somos responsables de nuestra historia y el resultado de nuestro pasado...” (p. 10). Pensemos que, como Stendhal apuntó alguna vez, “quien no ha amado apasionadamente ignora la mitad más hermosa de su vida” (p. 10); o que hay personas a las que sólo les importan “las cotizaciones de los valores bursátiles en los principales mercados del planeta…” (p. 12); o que la familia es un eslabón necesario para saber quiénes somos, de dónde venimos, y afirmarnos así en ese proceso de socialización que justifica nuestra procedencia. Pensemos que, puestos a buscar tiempo y escenario para situar nuestra historia, elegimos los trepidantes años 70 en la vida de un país llamado España.
Para la autora, el marco elegido es territorio propio, es el espacio de su juventud. Hablamos de calles sembradas de manifestaciones y de un ambiente en el que se respira una enorme esperanza de cambio, pese a que el dictador se resistía a morir. El Tribunal de Orden Público firmaba las últimas ejecuciones del franquismo. La crisis económica era muy seria, tanto como tener un 20% de desempleo. El café y el aceite subían de un día para otro sin avisar. Era el tiempo las nuevas emigraciones –y no de cerebros, sino de clase trabajadora– principalmente a Suiza. Era la década de los grandes y difíciles cambios, del gran coste social y humano hacia la democracia, no por caminos floridos sino por zonas asfaltadas, recalificadas, con la moneda de la corrupción en pleno curso legal.
Ahora pensemos también en una ciudad como Londres, un escenario que nuestra escritora conocía como la palma de su mano, una capital mítica para que los jóvenes fueran a practicar la lengua de los Beatles, pero sobre todo para respirar libertad, para pasar un verano inolvidable y comprar discos de Víctor Jara con todas las canciones, sin piezas censuradas.
Pensemos en una historia de amor, como la del mítico beso capturado por Robert Doisneau con su cámara veinte años atrás. En esa instantánea, dos jóvenes, una estudiante de arte dramático y un aspirante a economista, se comen y se abrazan apurando el mundo, sabiendo o no que en unos días o en unos meses, él se marchará por donde vino y se olvidará de la historia, del beso y de la chica para siempre.
Ahora, con casi todos los ingredientes sobre la mesa, pensemos que María García-Lliberós se encuentra como pez en el agua, tiene ganas y necesidad de divertirse, afirmarse, crear, sufrir y gozar con una historia que comienza a vislumbrar ante sus ojos.
En Diario de una sombra, séptima novela publicada por la autora, María nos vuelve a demostrar su gran dominio del lenguaje y de sus registros. Su gran capacidad para seducir con las palabras, pero también para desnudar las contradicciones de la condición humana. La novela está estructurada en torno a dos líneas narrativas: la del presente, con un lenguaje claro y directo que mantienen el ritmo de la acción de principio a fin; y la voz del pasado, que le da pleno sentido al título, en forma de diario y de literatura epistolar, donde García-Lliberós encuentra la horma de su estilo más personal y más lírico. Esta segunda línea explica el origen de la trama y su posterior desarrollo, de cómo una mujer joven, idealista y enamorada se tropieza con un futuro áspero y angustioso, con un mundo que la obliga crecer a base de golpes y renuncias. Como hemos señalado, Londres, la España del último franquismo y los primeros de la Transición, y Suiza, son los escenarios elegidos por la autora para desarrollar tan bronco periplo vital. Y todo ello a través de personajes verosímiles, de carne y hueso, plenamente creíbles, tratados con el mayor respeto, incluso los más odiosos. De ellos nacen las reflexiones que enriquecen la trama, las descripciones y las ideas en torno a la vejez, los nuevos ricos nacidos del boom inmobiliario, la marginación de la mujer…
Diario de una sombra, como todo buen libro, se presta a muchas lecturas, sobre todo a las dualidades: la cultura del pelotazo frente al idealismo, el dinero frente al corazón, la ética frente al beneficio rápido. En medio quedan los temas irrenunciables en toda obra que aspire a perdurar: el amor, la traición, el desengaño, la incomprensión, la soledad, la esperanza...
El resultado es que María García-Lliberós ha escrito de nuevo una magnífica novela; y lo ha hecho sabiendo que la escritura, además de un desafío, es un acto de amor, un modo de transformar en trago amable el gran absurdo que nos rodea; lo ha hecho sabiendo que la Literatura es una fuente de sabiduría ante la vida.

 José Luis Ferris es novelista, poeta y ensayista español. Entre su obra narrativa destaca Bajarás al reino de la tierra (Premio Azorín 1999), El amor y la nada y El sueño de Whitman (Premio Málaga  2009).
Es autor de tres biografías destacadas: Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta (Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana 2003), Maruja Mallo. La gran transgresora del 27 (2004) Carmen Conde. Vida, pasión y verso de una escritora olvidada (2007).   




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