lunes, 6 de agosto de 2012

Dos novelas policíacas que marcan tendencias.

"Con el agua al cuello", de Petros Márkaris (Ed. Tusquets, 2011). 322 páginas.

Protagonizada por el comisario Kostas Jaritos, un  policía tranquilo, honesto, con intuición detectivesca, paciente, padre de familia que, con sólo dos ayudantes y sin grandes gestos, consigue esclarecer cuatro asesinatos, llevados a cabo en la Atenas de 2010, en una ciudad azotada por la crisis económica. Una crisis que condiciona e influye en los tipos de delitos. Por algo, las víctimas forman parte del sistema financiero -dos banqueros, un director de hedge founds, un gerente de un empresa dedicada a cobrar morosos, personas todas que han generado mucho sufrimiento- y el asesino, en cierta forma, actúa con la comprensión de una opinión pública cabreada con éstos a los que hace responsables de la crisis y beneficiarios de la misma.

"El factor Scarpetta", de Patricia Cornwell (Círculo de Lectores y Ediciones B, 2011). 468 páginas.

La doctora Kay Scarpetta es una forense respetada entre los policías de Nueva York y los agentes del FBI. Se enfrenta a dos casos relacionados entre sí: la desaparición de una mujer rica dedicada a las altas finanzas y la aparición del cadáver de una joven corredora en Central Park. Serán la punta del iceberg de una trama enrevesada cargada de perversidad sexual y un ajuste de cuentas con el pasado que alcanza al entorno de Scarpetta.

Ambas novelas son entretenidas y mantienen la atención del lector hasta el final. La de Petros Márkaris tiene la ventaja de ubicarse en un país mediterráneo, como el nuestro, y constituir un avance de los males que nos traerá (a los españoles) la intervención económica y que los griegos llevan padeciendo dos años. Me ha gustado especialmente como la novela incorpora al ambiente literario las consecuencias de la crisis en la población normal y corriente, en la familia de Jaritos, en el espíritu de los funcionarios de la policía que ven rebajados sus sueldos en más de 20% y eliminadas las pagas extras.
La novela de Patricia Cornwell, ubicada en Nueva York, respira en otra onda y deja demasiadas cosas a resultados de la tecnología. Scarpetta pertenece a un cuerpo dotado de  todos los avances de la electrónica y las telecomunicaciones. La novela abusa de esta jerga y descansa en exceso en informaciones obtenidas desde un despacho, hasta el punto de tener la impresión de que la tecnología suple a la inteligencia deductiva.

En cualquier caso, dos ejemplos, diametralmente opuestos, de por donde camina la novela de género en la actualidad. Ambas son recomendables.

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