sábado, 24 de diciembre de 2022

"Un rojo intenso alarmante", de Pascual-Antonio Beño

                     Pedro Menchén                                    Pascual-Antonio Beño

Edición de Pedro Menchén                            

Editorial Sapere Aude, 2022                              

180 páginas  

                                       

     Pascual-Antonio Beño nació en Manzanares (Ciudad Real) en 1932 y murió en Sevilla en 2008. Se dedicó a la enseñanza y escribió poesía, teatro y narrativa, sin suerte mientras vivió, pues a duras penas consiguió publicar algo y nunca se reconoció su valía. Pero, gracias al formidable trabajo de Pedro Menchén, alumno suyo en el pasado y ahora su editor, la totalidad de su obra está siendo publicada en la editorial Sapere Aude, descubriéndonos un poeta potente y, con Un rojo intenso alarmante, también a un notable prosista.

    Cuando estalló la Guerra Civil, Beño tenía cuatro años, y cuando terminó, siete. Era un niño inteligente, observador y sensible. Beño escribió Un rojo intenso alarmante a los 44 años extrayendo de su memoria selectiva y bien nutrida de recuerdos, aquellos que más huella dejaron en su alma.  En esta obra el autor regresa a su infancia en un pueblo de la Mancha, Manzanares, cuando estalla el conflicto bélico que dividirá familias y pueblos, y comparte con el lector su mirada infantil sobre un mundo disparatado, cruel, incomprensible para la lógica inocente y desprejuiciada de un niño, que ha sustituido la palabra por las armas para dirimir sus conflictos, en el que la gente se comporta de una manera que produce dolor y muerte. Porque Beño niño sentía sobre todo que en el pueblo se había instalado una atmósfera de inquietud, presidida por el hambre y el miedo.

    El libro se estructura en una Introducción firmada por Pedro Menchén, interesante y que da un sentido al rescate del olvido de esta obra en la que, además, nos explica su relación con el autor, y 43 relatos cortos, sacados a la luz cincuenta años más tarde de su escritura. El relator es un niño que sueña con ser monaguillo, con poseer una bicicleta y con saber tocar el piano, una auto descripción tan empática que predispone al lector a su favor desde la primera página.

    La familia del autor -con unos abuelos republicanos y otros del bando insurgente- y la casa en la que vivían en Manzanares, la del Pradillo de las Monjas, constituyen elementos centrales del relato porque definen sus primeras relaciones con adultos y el escenario físico más cercano de sus recuerdos, en el que se desenvolvía la vida del niño Beño que recordará con nostalgia. El pueblo de Manzanares, castigado por el sol en verano, sus calles retorcidas y antiguas, sus casas blancas, el paseo del Río, el olor a vendimia y tierra mojada, conforman el escenario exterior. Porque el costumbrismo, entendido como la forma de vida de los habitantes de Manzanares, está muy presente en estos relatos: las casetas de la feria en verano, el paseo como lugar de encuentro, de inicio de amoríos, las sillas de mimbre sacadas a la calle, caído ya el sol, para hacer tertulia con los vecinos, la orquestina en el kiosko de la plaza para favorecer el baile cuando llegan las fiestas, los refrescos de zarzaparrilla, la merienda y el juego en la calle con otros niños, y el enorme cambio que produjo el estallido de la guerra: pasar a cerrar ventanas y puertas, esconderse en sótanos, no encender la luz, escuchar la radio en sigilo y con miedo, hacer cola para comprar víveres, la escasez, los incendios, los registros de los milicianos, la detención nocturna de vecinos que desaparecían y no se les volvía a ver, el establecimiento del imperio de la desconfianza entre ellos y, finalizada la guerra, la represión franquista implacable sobre los vencidos. Cualquiera podía denunciarte, lo mejor era pasar desapercibido. La atmósfera social se transforma en otra, más insolidaria, más fría, y eso nos lo cuenta Beño muy bien, desde esa mirada infantil sorprendida y verosímil.

    Un libro este que se lee con gusto, mejor si lo hacen con lentitud, para que los relatos, breves, se asienten en la memoria, lleno de sensibilidad, sin maniqueismos, con un lenguaje culto y sencillo que nos retrotrae a esos años negros de la reciente Historia de España, para que no se olviden, para que los hechos no se repitan y valoremos la paz y la convivencia pacífica de la que ahora disfrutamos.Una pequeña joya de la literatura memorialística.

    María García-Lliberós


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