miércoles, 3 de noviembre de 2010

"Tiempo de vida", de Marcos Giralt Torrente


“Tiempo de vida”,

de Marcos Giralt Torrente.

Ed. Anagrama, 2010

200 páginas. 17,00 €

En febrero de 2007 falleció el pintor Juan Giralt, padre del autor de este relato, atrapado en un período de desafecto oficial y comercial hacia su obra, tras conocer el éxito entre 1960 y 1980. Calculo, por los datos biográficos de la contraportada, que Marcos Giralt Torrente habría cumplido 39 años y, tras un tiempo de desconcierto creativo, sintió la necesidad de escribir sobre la relación con su padre, tal vez porque fue, desde los siete años y hasta pasados los treinta, escasa, obsesiva, y fuente permanente de reproches e incomprensión.

Abordar un tema tan personal y, sobre todo, exponerlo al público, tiene un gran mérito -le ayuda el hecho de carecer de hermanos- y aunque en alguna entrevista ha expresado que no cree en la literatura como terapia, es indudable que sacar fuera los conflictos internos y diseccionar, para intentar comprender, al principal causante de los mismos, debe haberle supuesto un alivio.

Este relato comienza con los recuerdos de la nostalgia infantil, adolescente y ya de adulto, debida a la ausencia del padre y la queja constante por su falta de atención unido al derecho a exigir lo que no se le ha dado. Motivos más que suficientes para abrir una enorme herida entre padre e hijo y un abismo de incomunicación. Pero a mí me ha interesado más la segunda parte, cuando la historia da un giro provocado por la enfermedad mortal del padre inmerso ya en la etapa de decadencia. Aquí el relato transmite la voluntad de ambos de luchar contra corriente, unidos, para, en el escaso tiempo de vida que el cáncer permita, recuperar el mucho tiempo perdido entre ellos. Ese año y medio antes de la muerte del padre, está lleno de voluntad de perdón, desesperación, ternura, complicidad. El autor describe con detalle el esfuerzo descomunal que le supuso atender a su padre, un auténtico desvivirse. Nadie importa en este libro más que él. No aparecen nombres propios. La segunda esposa del padre, por ejemplo, es mencionada como “la mujer que conoció en Brasil”, un hecho sintomático, porque la tal mujer, en cuanto a maldad, nada tiene que envidiar a la madrastra de Blancanieves.

“Tiempo de vida” tiene mucho de expiación, de exorcismo, de desahogo íntimo, y de homenaje filial hacia un padre recuperado y un artista con talento tratado con poca justicia. Está escrito con frases cortas, directas y resulta ágil. Además, con este libro, el lector, a través de la escritura reflexiona sobre la muerte y aprende a vivir, todo a la vez, como en alguna ocasión el Nobel Coetzee definió la esencia de la literatura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario