viernes, 24 de noviembre de 2017

"La magia que nos lleva", de José Miguel Borja

Entrelíneas Editores, 2017                                        
180 páginas.
19,95 €

José Miguel Borja (Gandía, 1935), es un  hombre singular y polifacético. Se considera, y ha ejercido, como fotógrafo, óptico-optometrista, guionista y realizador de cine  y TV, y colaborador en varios periódicos y revistas. Y, sobre todo, es un autor prolífico con más de veinticinco libros publicados, entre novelas y ensayos. Fue Premio Ciudad de Valencia en 1992 con Allegretto a la turca, y entre sus novelas destacan Lucrecia mi amor (1989), Las naranjas de oro (1995), El rey del azúcar (1998), El nieto secreto del general Franco (2000) o El gobierno de las damas (2014).                                         
José Miguel Borja
He leído gran parte de su obra y debo decir que siempre he disfrutado con su lectura, porque José Miguel Borja tiene una prosa fluida, cuidada y rica, aborda temas que interesan, actuales o con origen en nuestra época colonial, que suele ubicar en la Comunidad Valenciana y en América del Sur: Cuba, Chile, Argentina son perfectos escenarios exóticos de sus historias, y sus protagonistas suelen ser seres extraordinarios, por sus caracteres o por poseer poderes extrasensoriales. Además, sus libros están impregnados de fantasía sin límites, sensualidad, sexualidad, y sentido del humor.
Su última novela publicada La magia que nos lleva es otro ejemplo de esto que les digo. En este caso los protagonistas son los Valdivia, una familia de libreros que llegaron a poseer la mejor librería de Santiago de Chile, propietarios de la colección de libros del último Gobernador de España en Chile nutrida de incunables y primeras ediciones de inmenso valor. La novela recoge tres generaciones de esta saga de libreros tolerantes y aficionados al espiritismo, las mujeres bellas, la buena vida, el riesgo y por encima de todo, el amor hacia los libros y la cultura. La historia que nos cuenta va desde 1817, en la que el tatarabuelo del Valdivia narrador inicia la colección, hasta unos años mas tarde al golpe militar de 1973 contra Salvador Allende. Respeta los hechos históricos y aporta un sinfín de detalles que harán las delicias del bibliófilo más exigente pues José Miguel Borja demuestra poseer unos conocimientos apabullantes al respecto. 
En definitiva, una novela que se lee con agrado, se hace corta, se aprende con ella y despierta la imaginación del lector que atiende asombrado a la sucesión sin tregua de peripecias de los personajes hasta el desenlace final.
María García-Lliberós

jueves, 23 de noviembre de 2017

Isabel Barceló habla sobre "La función perdida", de María García-Lliberós

Presentación de la novela LA FUNCIÓN PERDIDA de María García-Lliberós
Lugar: Librería Soriano de Valencia
Fecha: 22 de noviembre de 2017                                           
Isabel Barceló

Como muchos de Vds. saben, María es autora de numerosas novelas y relatos cortos, algunas de ellas han recibido importantes premios, como el Premio Gabriel Sijé en 1992 con la novela “La encuestadora”, el Premio de la Crítica Valenciana, en 1999 con la novela “Equívocos”, el premio Ateneo de Sevilla, en 2002, con la novela “Como ángeles en un burdel” y, nos ha hecho disfrutar con otras novelas que han tenido un gran éxito de lectores y de críticas, entre ellas “Babas de caracol (2006 y 2014), o la más reciente “Diario de una sombra” publicada en 2015.
María nos tiene acostumbrados a una escritura solvente, sólida, con una prosa muy cuidada, personajes perfectamente construidos y con tramas y conflictos que jamás dejan indiferentes a sus lectores, pues responden a realidades cercanas, reconocibles.
Uno de los rasgos característicos de su obra es la hondura psicológica que otorga a sus personajes y los hace vivos, les da cuerpo y alma, defectos y virtudes, capacidad de reflexión y, sobre todo, los hace evolucionar, aspecto este último muy importante, pues constituye el núcleo central, el corazón, de la materia literaria.
Todas estas cualidades están presentes en grado sumo en su nueva novela, LA FUNCIÓN PERDIDA, y a ellas aún suma otra más que en mi opinión, estaba menos desarrollada en sus obras anteriores: el sentido del humor, a veces un tanto corrosivo, que aquí impregna de principio a fin toda la historia.
Debo confesar que, cuando empecé a leer esta novela, miraba con mayor interés y con cierto recelo a todos los jubilados que me encontraba por la calle. Me preguntaba ¿qué ideas se ocultarán detrás de sus apariencias inofensivas, debajo de sus palabras amables?. No me fiaba mucho. Hasta que caí en la cuenta de que yo también era una de ellos y, por tanto, capaz de desarrollar, al menos potencialmente, la misma mala baba que Emilio Ferrer, el protagonista absoluto de esta historia. 
He de decir, en descargo de Emilio, que no tenía ganas de jubilarse y no lo vive bien, porque en definitiva la pérdida del estatus profesional y social, del ejercicio de la autoridad , le abre un cierto vacío a sus pies, como si, al verse despojado de sus atributos laborales, se hubiera convertido de pronto en nada, en una cáscara hueca, con un presente insatisfactorio y negras perspectivas de futuro. Con el malhumor que le produce ese panorama y con la ayuda de un cinismo largamente cultivado, ya pueden imaginar que hay que andarse con mucho ojo con don Emilio.
Él nos cuenta su vida a partir de la jubilación con mucho desparpajo, sin ocultarnos nada, al menos en apariencia. Él mismo se describe así:
Me fui cuando las vacas gordas daban los últimos mugidos. He sido un hombre importante, respetado, temido, con influencia en los ámbitos económicos y políticos de los socialistas y de los populares, ninguno se atrevió a cesarme, y es que no todos los políticos son iguales, desde luego, pero en la distancia corta se parecen mucho. Supe adoptar un perfil de técnico bien informado que que no se casa con nadie y al mismo tiempo, de fiar, es decir, flexible ante los deseos del político de turno, y discreto. Una flexibilidad digna, sin aparentar que doblegas la cerviz. El funcionario que necesitan a su lado porque sabe vestir el expediente y dar cobertura legal a sus tejemanejes.
 Sin duda es un tipo hábil y diplomático. Pero, al mismo tiempo que conserva esas habilidades, la edad también lo ha vuelto más descarado, así que rara vez se calla u oculta sus opiniones acerca de las personas o de los asuntos que antes hubiera tratado con exquisita mano izquierda. El descaro es un rasgo característico de la edad.
Su historia está enraizada en nuestra realidad actual, de manera que los avatares de don Emilio reflejan muchos de los grandes temas que nos preocupan y nos acucian: las relaciones intergeneracionales y, en especial, con los hijos; las nuevas tecnologías y sus peligros; la actualización de los errores pasados, pues rara vez podemos librarnos definitivamente de nuestras viejas cargas y tampoco de las faltas, más o menos graves, que hayamos cometido a lo largo de nuestra vida; la necesidad de adaptarse a la jubilación, esa nueva situación que exige de nosotros redescubrirnos, despertar de nuevo a los pequeños placeres cotidianos y también a los afectos, al amor de pareja que muchos creen imposible o encuentran intolerable que nazca a partir de cierta edad.
LA FUNCIÓN PERDIDA nos ofrece una visión realista y, a la vez, optimista de esa etapa que nos conduce hacia el final de la vida. En nuestras manos está, en gran parte, el conseguir que sea hermosa y feliz, amable, ilusionante. Y no lo digo por quienes ya han alcanzado o están cerca de alcanzar la jubilación, sino por las generaciones más jóvenes que, quizá sin darse cuenta, pretenden gobernar, limitar o negar esa vida plena a sus mayores.
En resumen, estamos ante una novela muy interesante, divertida, de lectura rápida, que tiene una doble maestría: la de poner ante nuestros ojos un espejo y la de aunar la hondura de los temas con el humor, la fluidez y la ligereza de su prosa.
Solo me cabe felicitar a María por esta obra con la que, en mi opinión, ella misma inaugura su propia nueva etapa y lo hace con una fuerza, un confianza y una claridad de ideas que todos querríamos para nosotros mismos. Enhorabuena.
 Isabel Barceló Chico


Nota: Isabel Barceló ha publicado, entre otras, las novelas Dido, reina de Cartago (2009), La muchacha de catulo (2013)




martes, 21 de noviembre de 2017

"El cuento de la criada", de Margaret Atwood

Editorial Salamandra, 2017                 
Traducción de Elsa Mateo Blanco.
416 páginas.
19,00 € ; 11,99 € en ebook.
Premios: Arthur C. Clarke Award y el Governor General's Award, Los Angeles Times Prize, Commonwealth Literary Prize, todos en 1985,

Margaret Atwood empezó a escribir El cuento de la criada en la primavera 1984, y no es ajeno a la obra de George Orwell titulada 1984. Junto con Un mundo feliz de Aldous Huxley constituyen un conjunto estremecedor sobre el futuro posible. Algunos la han calificado de ciencia-ficción, pero yo, en el caso de Atwood, no lo comparto (no utiliza ninguna tecnología que no esté disponible y se inspira en hechos que han sucedido). Distopía es el término opuesto a utopía. Designa un tipo de mundo imaginario, recreado en la literatura o el cine, que se considera indeseable. La introducción a la edición de 2017 en español, elaborada por la autora, clarifica las intenciones de la misma, y es de lectura obligada, aunque recomiendo hacerlo después de haberle leído la novela.                          
Margaret Atwood
Margaret Atwood imagina unos EE.UU., víctima de un ataque terrorista perpetrado por un grupo extremista religioso que se hace con el poder absoluto, con un gobierno teocrático, dictatorial, fanático, puritano y machista, totalitario en extremo, en la que el papel de las mujeres fértiles es procrear y ser madres para garantizar el crecimiento demográfico, ante un preocupante descenso de la fertilidad atribuido a la contaminación ambiental.
Una consecuencia es el establecimiento de una nueva estratificación social: los Comandantes constituyen la élite gobernante, y son varones. Los Ángeles, Guardianes y Ojos forman las fuerzas de seguridad, espionaje y represión, y son varones. Las Esposas son las cónyuges de los Comandantes, pueden tener hijos o no. Las Criadas son hembras fértiles, a las que tienen derecho los Comandantes para procrear, mediante unas ceremonias regladas. Los hijos pertenecerán a las Esposas. Las Tías son las educadoras de las Criadas. Las Martas son mujeres dedicadas al trabajo doméstico. El resto, las No Mujeres, las que son muy mayores o se rebelan, son enviadas a las temibles colonias para desaparecer o trabajar en la agricultura. El escenario físico es el actual Cambridge, Massachusets, donde se ubica la Universidad de Harvard, en la novela sede del servicio secreto. El microcosmos lo constituye la casa del Comandante Fred, donde se refleja con exactitud el cometido de cada uno de sus habitantes.
Nos encontramos ante un relato en primera persona desde el punto de vista de Defred, Criada del comandante Fred, una mujer que mantiene recuerdos de su vida anterior cuando los EE.UU. eran una democracia liberal, ella estaba casada y tenía una hija. La forma de contarnos su historia no es lineal, mezcla el presente con retazos del pasado, aparentemente sin orden, pero el lector no pierde el hilo y capta el proceso al que se ha visto sometida. Ha perdido a su marido, del que no sabe si está muerto o vivo, sólo que fue capturado en su huida en la frontera con Canadá, al igual que ella y su hija, de la que tampoco sabe su paradero. Antes fue desposeída de su trabajo y su dinero. Una Ley ordenaba la confinación de las mujeres en los hogares, el bloqueo de sus cuentas bancarias y el traspaso de su dinero a las cuentas de los maridos o familiares varones más cercanos. La Ley se ejecutó de la noche a la mañana. El marido (como el resto de maridos) no se rebeló ante la medida injusta, pero ella pensó: “ya no somos el uno del otro. Ahora soy suya”. La independencia económica, esencial para la libertad de las mujeres, fue eliminada de un plumazo. Al igual que lo que era susceptible de ello: trabajo, dinero, posición social, libertad, sexo, placer, cultura, educación (se les prohíbe leer). Recuerda la experiencia real de los talibanes en Afganistán.
La educación de las Criadas para su nuevo cometido, en el Centro Rojo, muestra escenas escalofriantes. Las Tías, mujeres adictas al régimen, son las responsables de llevar a cabo el adoctrinamiento, utilizando la persuasión, el castigo físico y el silencio (“dejad que la mujer aprenda en silencio, con un sometimiento total”). Empiezan por cambiarles la identidad y obligarles a aceptar que su nombre nuevo sea “propiedad de”…, el Comandante que te asignen. Tienen su teoría para vender este nuevo mundo feliz, ordenado, porque la violencia contra las mujeres se ejercita de forma reglada, mientras las calles son seguras y ellas, intocables, pueden pasear con cierto porte de humildad digna.
En la novela hay varios momentos clave que ponen los pelos de punta: la Ceremonia mensual compartida por el Comandante, su Esposa y Defred para dejar preñada a ésta, aséptica, en ausencia de lujuria (por parte de las mujeres. Es obvio que el papel dominante del macho es suficiente para provocarle la erección necesaria). Los Exhibirrezos para llevar a cabo casamientos en grupo de matrimonios previamente concertados. La ceremonia del Alumbramiento, lo único que puede salvar a la Criada, en la que de nuevo participan ella y la esposa del Comandante de turno que se apoderará del bebé. A esta ceremonia asisten un enjambre de esposas y criadas como público invitado a un acto festivo que provoca agotamiento, envidia, frenesí, cotilleos. El Salvamento es otro acto social pero éste de castigo, público, con un protocolo puntilloso, en la que los cuerpos de los ejecutados/as quedarán expuesto colgados del Muro, de forma ejemplarizante. Tampoco esto es nuevo y la Historia aporta numerosos precedentes. Más terrible es la Particicución, un desahogo consentido a las Criadas para que durante un tiempo limitado hagan lo que se les ocurra con el cuerpo de un delincuente violador, unos minutos para descargar el odio, la furia, la venganza. Cuando terminan, a pito de silbato de una Tía, Defred, al ver cómo ha quedado el cuerpo del hombre, apunta “no parece una cara, sino una especia de vegetal, un bulbo despedazado o un tubérculo deforme que se ha estropeado al crecer”.
Tampoco faltan las hogueras para quemar libros o ropa sexy de la época liberal, mientras los fabricantes, importadores y comerciantes de la misma, se mantienen de rodillas con capuchas con la palabra “vergüenza” que nos evocan, sin duda, los Autos de Fé de la Inquisición.
En la novela hay bastante reflexión que contribuye a hacer su lectura inquietante: “La humanidad es muy adaptable. Es sorprendente la cantidad de cosas a las que llega a acostumbrarse la gente si existe alguna clase de compensación”. Es una historia sobre pérdida de derechos humanos y cómo las mujeres son las primeras en perderlos cuando los hombres acaparan todo el poder, y cómo ciertas mujeres (las Tías) se alinean con éstos y son cómplices de la opresión sobre el resto de las mujeres. Nada más cercano a la realidad.
El libro es valiente, estremecedor, provocativo y está muy bien escrito con una prosa, la de Margaret Atwood, precisa, clara y armónica. Favorece que el relato se lea con avidez porque interesa y nos afecta. El cuento de la criada es una síntesis de hechos terribles que se han dado en diversas latitudes no tan lejanas en el tiempo. Y el hecho de que Atwood haya situado a Gilead en el corazón de los EE.UU., no lo hace menos creíble, al contrario, inquieta aún más. ¿Quién iba a suponer que en la Alemania de 1940, el país más culto de Europa, triunfara el nazismo y la persecución racial?
Un acierto la reedición de este texto treinta años después de su primera publicación. La serie de TV inspirada en el mismo, accesible en HBO está siendo un éxito por la calidad de la misma y el trabajo de sus principales intérpretes. Ambas creaciones artísticas son recomendables.

María García-Lliberós

lunes, 20 de noviembre de 2017

Reportaje de Bel Carrasco sobre "La función perdida"


Bel Carrasco es una periodista especializada en cultura, colaboradora habitual del periódico El Mundo. Es además, una escritora estupenda con novelas llenas de fantasía como "Las semillas del Madomus" o de inquietud como "Abrir en caso de muerte".
Compartimos la semana pasada una conversación tranquila y amena sobre mi novela "La función perdida" (Sargantana, 2017) y, consecuencia de la misma, es el reportaje que podéis leer en el siguiente enlace:

https://www.makma.net/la-jubilacion-es-el-mejor-invento-del-siglo/
Fue un placer y, desde aquí, mi agradecimiento.
María García-Lliberós

viernes, 10 de noviembre de 2017

LA ESCRITORA ANA NOGUERA HABLA DE "LA FUNCIÓN PERDIDA", DE MARÍA GARCÍA-LLIBERÓS



Una novela diferente por su sentido del humor y protagonismo masculino.

9 noviembre 2017
(Texto de presentación en Ámbito Cultural del Corte Inglés, de la Avenida de Francia en Valencia). 
Ana Noguera, escritora y miembro del consell Valencià de Cultura.
Cuando María me entrega sus novelas, lo hace con un brillo mágico en los ojos, con el orgullo de haber “parido”, deposita en mis manos su creación. Para mí, el orgullo es la confianza que me demuestra, cómo me entrega su obra. Me habla del personaje, de la portada, de la foto, de cómo ha conseguido el título (que de ello saben algunas de sus amistades), de la editorial y lo bien que trabajan.
Eso se puede entender, no solo porque esté satisfecha de su trabajo, sino porque vive cada momento de la creación como si fuera único e irrepetible, como deberíamos de vivir cada uno de los días que tenemos la suerte de disfrutar. María es apasionada, es comprometida, es creativa, es perfeccionista. Y también es agradecida. Por eso cuida cada uno de los detalles, mima sus obras, trabaja con esmero, con minuciosidad, repasando una y otra vez el estilo y el lenguaje. Tanto el fondo como lo externo.
Así es como quiero que recojáis el libro de María: como un regalo. Creo que a veces no somos conscientes de la suerte de compartir de primera mano una obra con su autora.
En definitiva, de eso va la novela. De vivir los días como si fueran únicos, de sentirse útiles, de encontrar nuevas y vitales funciones, de abrir etapas de la vida, de realizarse, de encontrarse a uno mismo.
Si hay alguien a quien hemos de preguntarle qué significa la jubilación es a María. Que ha decidido aprovecharla al máximo. Hace tan solo dos años, el 3 de diciembre del 2015, estábamos presentando su anterior novela, Diario de una sombra.
Esa es su octava novela. Y La función perdida relata ese tramo de nuestras vidas, que a todos nos llega, si somos afortunados, en las que hemos de dejar nuestra “función“ social, por aquello que se nos conoce, por el estatus social que representamos según el rol de nuestro trabajo. Abogados, ingenieros, empresarios, políticos, trabajadores de cualquier índole, llega un día que dejamos de serlo, se abre una nueva etapa de vacío funcional, de aprender a levantarse cada día sin que suene el despertador, sin ir a la oficina, y sin que suene el teléfono.
Eso le ocurre a nuestro protagonista.
¿Cómo va a ser la vida de Emilio Ferrer a partir de entonces? De forma autobiográfica nos contará cómo se ha enfrentado a una nueva etapa. Lo hará con sarcasmo, con socarronería propia de una persona inteligente pero también mayor.
Porque es una novela con grandes dosis de humor.
No voy a contar la novela, sino porque es una novela diferente.
En primer lugar, es la novela más contemporánea y actual de las escritas por María. En dos sentidos, porque está escrita desde la propia óptica de María en su momento actual, y además porque refleja los años actuales.
Curiosamente, no sé si María está de acuerdo, pero cuando la terminé, me pareció como si fuera la continuación histórica y vital de Diario de una sombra, aquella cuenta los años 70 hasta el boom de la España triunfadora, donde todos se hacían ricos, llegando al año 2000. Y en esta el protagonista se ubica en los años recién vividos de la corrupción y el despilfarro hasta hundirnos en la crisis económica. Es como si el personaje de Diario de una sombra encontrara continuidad en Emilio Ferrer.
Tiene unas características diferentes:
-         El espacio geográfico no es importante. En otras novelas anteriores, los escenarios urbanos dejaban una huella importante. Aquí no son necesarios. De hecho, la geografía la conocemos. Es nuestra casa, nuestra ciudad. Porque es mucho más importante: el espacio social en el que se desarrolla, es decir los elementos que van a aportarnos cómo son las nuevas construcciones urbanas, las nuevas relaciones sociales, dónde viven nuestros hijos.
-         Es una novela costumbrista, que refleja de forma fidedigna la cultura de la época actual. Y no se deja nada. Esa es otra característica: María retrata muy bien a los personajes y su carácter, tiene habilidad en la psicología humana (lo ha demostrado en todas sus novelas). Pero en esta ocasión, la profundidad de los personajes está en su interacción con la nueva cultura social: cómo se enfrenta una persona mayor a las nuevas tecnologías, cómo se relacionan los jóvenes, cómo se vive la relación sexual en la madurez. Es decir, la construcción de los personajes está en función de sus interacciones sociales. Es profundamente sociológica. Es un buen retrato de la actualidad, del desconcierto debido a la velocidad de los cambios, y de cómo los incorporamos a la cotidianidad. María siempre establece una dialéctica entre el personaje y su sociedad, pero en esta ocasión, la sociedad adquiere un protagonismo importante. No entenderíamos al nuevo Emilio Ferrer sin el entorno social.
-         Hay que decir que no deja nada por analizar de la sociedad actual: las redes sociales, los jóvenes y el acoso, las nuevas violencias, la normalidad social de la homosexualidad, pero también la actividad social en la madurez: los viajes, los bailes, la actividad cultural.
- Una cosa que tiene en común con sus novelas anteriores es que es un puzle, un compuesto de diversas piezas, personajes, situaciones y sentimientos. Las novelas de María no se focalizan sobre un único acontecimiento, sino que van desprendiendo situaciones paralelas, tal y como nos ocurre en el día a día. Así, encontraremos amor, amistad, familia, y venganza entremezclados en las acciones del protagonista. Todo se va a desarrollar en una nueva etapa.
-         En la anterior novela, María trataba la ambición, lo que un hombre es capaz de hacer por conseguir el poder que se propone, sin detenerse a evaluar los daños, ni siquiera los que él mismo se produce cayendo en la falta de autoestima, de culpa, de soledad. En cambio, aquí se plantea cómo la jubilación, la función perdida, acaba siendo una salvación, porque ese hombre cínico y ambicioso, que es Emilio Ferrer, acaba encontrando la felicidad, el orgullo, su propia autoestima y reconocimiento en las pequeñas cosas, aquellas que no le interesaban, en las que nunca se había fijado, a las que no asignó ningún interés ni valor. Entre las dos novelas observamos las dos caras de la moneda: la del triunfo y la del fracaso, ya sea personal o social.

María es una romántica, una idealista, una humanista convencida de que la sociedad de la maximización del individualismo, de la competitividad económica a cualquier precio, de la deshumanización de las personas no es lo que consolida nuestra felicidad.

-         Porque Emilio Ferrer, el protagonista, es un personaje ambicioso, arrogante, insensible, manipulador, poco amigo de sus amigos, y un cínico. Pero la transformación que se va produciendo desde las primeras páginas hasta el final de la novela es sorprendente. Llego incluso a enamorarme de él. Hasta su venganza adquiere tintes de justicia.


Pero lo que hace a esta novela diferente de las demás es que María siempre ha retratado a mujeres, mujeres fuertes, con gran personalidad, sus destinos. Incluso en la anterior novela, era una mujer la que dirigía el destino final del protagonista.

Aquí no. Es una novela profundamente masculina. Si se puede aceptar así: en el lenguaje, en los términos que hablan, en las conversaciones entre los dos amigos (Emilio y Guillermo), en los objetivos que se plantean.

Las mujeres, que las hay y muchas, adquieren un papel secundario. Interfieren e interaccionan en la vida de Emilio (la mujer, la secretaria, la hija, la nieta, etc) pero no son ellas las protagonistas. Son ellos: Emilio y su encantador amigo Guillermo, que resulta “torpemente delicioso”.

En este caso, la mayor dificultad y éxito de la novela, en mi opinión, es cómo María ha conseguido escribir tan bien lo que hablan los hombres, lo que dicen, sus diálogos, sus pensamientos, su relación con las mujeres. Qué siente el amigo, Guillermo, respecto a su mujer y su relación familiar, es impagable; con Guillermo se dibuja otro perfil de hombre: apocado, conformista, menospreciado por su propia familia.

Y hay un pasaje excepcional, el capítulo 9: el viaje a Malta de los dos jubilados.

Os puedo asegurar que os vais a reír con esta novela, vais a encontrar grandes dosis de humor. Y una empatía con los protagonistas que, al final, acaban convirtiéndose en personas realmente entrañables.


Ana Noguera

"La función perdida", de María García-Lliberós

¡¡Llega mi nueva novela!! Primera presentación en Valencia: 9 de noviembre. ¡Ya está en librerías!          


Editorial Sargantana, 2017 (Noviembre, 1ª edición).
359 páginas.

Sinopsis:
Emilio Ferrer, ingeniero y Jefe del Área de Proyectos de la Dirección General de Infraestructuras durante varias décadas, ha sido un hombre importante, respetado y temido, con influencia sobre los políticos de cualquier partido –nadie osó cesarle- debido a su capacidad para adoptar un perfil técnico bien informado y flexible. Era el funcionario que necesitaban a su lado para vestir el expediente y dar cobertura legal a sus tejemanejes. Y con el que no convenía indisponerse porque sabía demasiado. Tenía poder. Cuando en febrero de 2010 pierde su función, en medio de una crisis económica despiadada, su vida da un vuelco al tener que enfrentarse a nuevos retos, a su pasado familiar y a un futuro incierto.
«La función perdida es la historia de Emilio Ferrer contada por él mismo, el único responsable de su biografía, y con la que ningún lector se sentirá ajeno.»