531 páginas.
21,90 € en papel; 10,44 € en ebook.
Esta novela, demasiado larga, de Muñoz Molina descansa en el trenzado de dos relatos, cada uno con entidad en sí mismos, que tienen en común la ciudad de Lisboa convertida en espléndido escenario literario, y un tercero que se traslada a Memphis.
Tal vez todo empezó cuando Muñoz Molina supo que el asesino de Martin Luther King, James Earl Ray, estuvo en 1969 diez días en Lisboa en su huida de catorce meses antes de su detención y se propuso, en 2014, novelar esa estancia que, a su vez, le evocaba la suya, en 1985, con la excusa de conocer la atmósfera que luego recrearía, marcando estilo propio, en la obra que lo encumbró a la cima del éxito, la maravillosa El invierno en Lisboa. Los seguidores de Muñoz Molina recordamos el impacto y la devoción hacia su autor que nos produjo esa novela.
Un relato pues lo nutren los recuerdos autobiográficos de cuando vivía en Granada, tenía 31 años, estaba casado con dos hijos pequeños y se sentía cautivo de sus circuntancias familiares y laborales. Se nos presenta como un mal marido y mal padre, casi como buscando una expiación a cierto sentimiento culpable. Su primer viaje a Lisboa tuvo mucho de huida de esas circunstancias que siente axfisiantes. Fue solo en busca del paisaje y el sentimiento de la novela que escribía, cuyo enorme éxito le cambiaría por completo la existencia. Y es ese sentimiento de huida lo que le permite imaginar, 30 años más tarde, el yo profundo del otro prófugo, éste de la justicia, su deslumbramiento ante las luces de la ciudad, su extrañamiento ante una lengua que no comprende, su soledad. De forma que, el propio autor y el asesino de Martin Luther King, cuyo nombre se omite, comparten protagonismo, de forma alternante, unidos por esa casualidad de haber recalado en la ciudad de Lisboa. Un hilo demasiado frágil del que la historia se resiente. Las referencias sobre las andanzas de James Earl Roy, sacadas de los informe policiales, resultan demasiado descriptivas, repetitivas e incluso tediosas, a costa de un mayor análisis de la personalidad del autor y los motivos para cometer su crimen que se echan en falta. Lo más interesante de esta parte son las reflexiones sobre el proceso de escritura de una novela que "se escribe para confesarse y para esconderse" (página 257), su autoanálisis, y la mirada observadora y amorosa del autor sobre la ciudad.
La otra historia se desarrolla en Memphis, a donde acude con su segunda mujer y siendo un escritor de éxito, para conocer los sitios en los que estuvo Martin Luther King y su asesino en los días anteriores al suceso. De nuevo mezcla hechos históricos con otros de su vida personal y familiar que enturbian el relato principal y lo debilitan. Muy interesante la desmitificación que efectua del líder americano, la distinta percepción que de él tienen blancos y negros, la violencia irracional hacia el negro de la comunidad blanca, caldo de cultivo para la aparición de solitarios salva patrias capaces, con frialdad de espanto, de apretar el gatillo de un fusil con mira telescópica, segar una vida y comenzar otra de perpetuo fugitivo.
La novela, como todas las de Muñoz Molina, exhibe una prosa excelente, tiene páginas maravillosas y otras suprimibles con exceso de datos y repetición de los mismos. Según el texto, la terminó de escribir en septiembre de 2014 y la primera edición es de noviembre del mismo año. Tal vez, si la hubiera sometido a una última lectura, no hubiera sido superventas en la campaña de Navidad, pero, sin duda, la obra hubiera ganado mucho.
Tal vez todo empezó cuando Muñoz Molina supo que el asesino de Martin Luther King, James Earl Ray, estuvo en 1969 diez días en Lisboa en su huida de catorce meses antes de su detención y se propuso, en 2014, novelar esa estancia que, a su vez, le evocaba la suya, en 1985, con la excusa de conocer la atmósfera que luego recrearía, marcando estilo propio, en la obra que lo encumbró a la cima del éxito, la maravillosa El invierno en Lisboa. Los seguidores de Muñoz Molina recordamos el impacto y la devoción hacia su autor que nos produjo esa novela.
Un relato pues lo nutren los recuerdos autobiográficos de cuando vivía en Granada, tenía 31 años, estaba casado con dos hijos pequeños y se sentía cautivo de sus circuntancias familiares y laborales. Se nos presenta como un mal marido y mal padre, casi como buscando una expiación a cierto sentimiento culpable. Su primer viaje a Lisboa tuvo mucho de huida de esas circunstancias que siente axfisiantes. Fue solo en busca del paisaje y el sentimiento de la novela que escribía, cuyo enorme éxito le cambiaría por completo la existencia. Y es ese sentimiento de huida lo que le permite imaginar, 30 años más tarde, el yo profundo del otro prófugo, éste de la justicia, su deslumbramiento ante las luces de la ciudad, su extrañamiento ante una lengua que no comprende, su soledad. De forma que, el propio autor y el asesino de Martin Luther King, cuyo nombre se omite, comparten protagonismo, de forma alternante, unidos por esa casualidad de haber recalado en la ciudad de Lisboa. Un hilo demasiado frágil del que la historia se resiente. Las referencias sobre las andanzas de James Earl Roy, sacadas de los informe policiales, resultan demasiado descriptivas, repetitivas e incluso tediosas, a costa de un mayor análisis de la personalidad del autor y los motivos para cometer su crimen que se echan en falta. Lo más interesante de esta parte son las reflexiones sobre el proceso de escritura de una novela que "se escribe para confesarse y para esconderse" (página 257), su autoanálisis, y la mirada observadora y amorosa del autor sobre la ciudad.
La otra historia se desarrolla en Memphis, a donde acude con su segunda mujer y siendo un escritor de éxito, para conocer los sitios en los que estuvo Martin Luther King y su asesino en los días anteriores al suceso. De nuevo mezcla hechos históricos con otros de su vida personal y familiar que enturbian el relato principal y lo debilitan. Muy interesante la desmitificación que efectua del líder americano, la distinta percepción que de él tienen blancos y negros, la violencia irracional hacia el negro de la comunidad blanca, caldo de cultivo para la aparición de solitarios salva patrias capaces, con frialdad de espanto, de apretar el gatillo de un fusil con mira telescópica, segar una vida y comenzar otra de perpetuo fugitivo.
La novela, como todas las de Muñoz Molina, exhibe una prosa excelente, tiene páginas maravillosas y otras suprimibles con exceso de datos y repetición de los mismos. Según el texto, la terminó de escribir en septiembre de 2014 y la primera edición es de noviembre del mismo año. Tal vez, si la hubiera sometido a una última lectura, no hubiera sido superventas en la campaña de Navidad, pero, sin duda, la obra hubiera ganado mucho.