Ed. Alfaguara, 2014
319 páginas.
18,50 € en papel; 9,99 € ebook.
Santiago Roncagliolo |
A Félix Chalcatana Saldívar, el protagonista de esta historia, lo conocíamos de Abril rojo (Premio Alfaguara 2006) y es una de las mejores creaciones del autor. Entonces era ya un fiscal, pues la acción estaba situada en el 2000. Recuperarlo en esta novela es un acierto, porque desde la primera página coloca al lector en una actitud bien predispuesta hacia él y, por tanto, hacia la lectura. Adelantemos que, si bien no supera la maestría de la novela mencionada, tampoco defrauda.
En
esta ocasión, Chacaltana es sólo un funcionario del ministerio de Justicia
peruano del escalafón más bajo, y no porque su oficina se encuentre en un
sótano, sino por la plaza que ocupa de auxiliar de su archivo con, eso sí,
acceso a las denuncias que ante esa administración se presentan, una fuente de
información valiosísima para su carácter escrupuloso en el cumplimiento de sus
funciones y vocacional en cuanto a la persecución del delito. Demasiado escrupuloso en opinión de sus jefes.
El mundo de Chacaltana es limitado: se reduce a su madre, Cecilia, con la que pretende casarse, su jefe inmediato, con quien mantiene una relación singular, y su amigo Joaquín con el que juega al ajedrez. Chacaltana es una buena persona, incapaz de hacer daño a nadie. Su encanto se encuentra en esa mezcla de ingenuidad, culto a la lógica en un país que hace gala de su ausencia, inteligencia y sencillez. Provoca en el lector ansia por protegerlo, y él no hace más que colocarse en situaciones de peligro.
El mundo de Chacaltana es limitado: se reduce a su madre, Cecilia, con la que pretende casarse, su jefe inmediato, con quien mantiene una relación singular, y su amigo Joaquín con el que juega al ajedrez. Chacaltana es una buena persona, incapaz de hacer daño a nadie. Su encanto se encuentra en esa mezcla de ingenuidad, culto a la lógica en un país que hace gala de su ausencia, inteligencia y sencillez. Provoca en el lector ansia por protegerlo, y él no hace más que colocarse en situaciones de peligro.
Durante
los mundiales de fútbol de 1978, celebrados en Argentina, Joaquín desaparece
misteriosamente, no sin antes dejar en la oficina de Félix una denuncia sobre
una extraña migración irregular de un menor que se convertirá en la única pista para
desentrañar su inminente asesinato. Chacaltana como buen funcionario y leal
amigo, iniciará el procedimiento a su manera, lo que le conducirá a conocer la
complicidad del Perú con los regímenes militares de Argentina y Chile, entonces
bajo terribles dictaduras, y el horror practicado por los servicios de
inteligencia. Una trama bien encajada, que sigue con fidelidad los partidos de fútbol que
la selección de Perú jugó en aquel mundial y que van dando título a los
sucesivos capítulos.
La
combinación de sentido del humor, misterio, política y un toque de romanticismo, junto a
una prosa ágil, garantiza una lectura entretenida a la par que interesante.
María
García-Llberós